Alternativa desde el campo popular

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CARLOS MENDOZA *

Construcción política alternativa desde el campo popular

La situación económica, social y política nacional, en el marco de la grave crisis económica mundial, agudizan la necesidad, para el campo popular, de resolver este fundamental asunto.


Me he referido varias veces a este tema en ediciones anteriores de Tesis 11 y de otros medios progresistas. Sigo pensando que ante la presencia de un gobierno burgués reformista como el actual, para el progresismo es contradictoriamente más difícil posicionarse que ante un gobierno burgués reaccionario. Esto es porque se trata nada menos que de encontrar cual es la dialéctica del asunto.

Este es, para mí, el mejor gobierno que hemos tenido, desde el interés popular, desde el golpe de estado del 55 hasta aquí. Si la contradicción principal en el 2003 era, o el neoliberalismo y su soporte monopolista, sobre todo financiero, local e internacional, o bien una vía independiente de desarrollo económico nacional, con inclusión social, derechos humanos como política estatal, mejoramiento institucional e integración latinoamericana, con el soporte de los sectores populares y el empresariado ligado al desarrollo del mercado interno y latinoamericano, no tengo dudas de que el gobierno kirchnerista eligió y recorrió el segundo camino. Lo hizo con múltiples falencias, por cierto, pero se colocó claramente del lado del interés nacional y popular y enfrentó con su reformismo al enemigo principal.

Claro que el gobierno nunca se propuso, y lo dijo siempre en su discurso público, ir más allá de un «capitalismo normal» y de la «conciliación de clases», que forma parte de su ideario y que desde un principio preconizó. Y ahí está la dificultad del progresismo, en especial de los que nos reivindicamos de izquierda, porque creemos y luchamos por la superación del capitalismo por un sistema socialista, en cuanto de un carácter social cualitativamente más elevado. Como no apoyar a un gobierno que, aunque de manera reformista, enfrenta al enemigo principal. Pero como apoyarlo, si sus objetivos son solo reformistas y no se plantea un cambio estructural socio económico y político de esencia, cuando además resulta que si no se hace esto, no habrá resolución de la crisis en favor de los trabajadores y el pueblo.

Pero hay otra contradicción que nos genera dificultades y que tiene que ver con las diferentes necesidades entre construir el espacio político de nuevo tipo y construir gobernabilidad. Son dos realidades diferentes, aunque dialécticamente ligadas. Tomaré como ejemplo al Partido de los Trabajadores (PT) brasilero, que fue capaz de crecer desde muy poco hasta llegar al gobierno. Su método de construcción fue desde abajo, horizontal, con amplia democracia participativa, vinculando en red a multitud de organizaciones sindicales, sociales, culturales y políticas; con organizaciones sindicales de nuevo tipo como base de la construcción y principal convocante de la misma. Sus objetivos estratégicos son socialistas, en el sentido antes explicado para este término.

Para la construcción de su nuevo y revolucionario espacio político, los compañeros del PT, desde la posición de debilidad que tenían en sus orígenes, no siguieron el camino de aliarse con espacios políticos burgueses,
ni mucho menos entrar en un espacio colectivo hegemonizado por estos, o dirigido verticalmente por algún líder político burgués, por más reformista que pudiera ser. Muy por el contrario, privilegiaron el tipo de construcción que conocemos, ya que sus objetivos estratégicos, superadores del capitalismo, así lo requerían. Pero una vez que tuvieron suficiente fuerza, no vacilaron en aliarse con partidos burgueses, aún de centro derecha, para llegar al gobierno y luego para asegurar gobernabilidad. Claro que lo han hecho siempre desde una posición hegemónica en esas alianzas y acuerdos.

Pero hay que tener en cuenta que si bien los objetivos estratégicos del PT son revolucionarios, sus objetivos gubernamentales actuales son sólo reformistas, pues juzgan que esa es la actual etapa posible, dada la relación de fuerzas. Para sus objetivos revolucionarios de largo alcance, necesitan seguir desarrollando el PT, como herramienta de autonomía e independencia popular, lo que va indisolublemente ligado al desarrollo de una democracia cada vez más participativa y directa en su seno. Para los objetivos reformistas de su actual fase de gobierno, requieren de vastas alianzas con aquéllos que puedan compartirlos. Son entonces dos necesidades y caminos distintos, aunque dialécticamente vinculados. No hay que perder de vista esto cuando se juzgan procesos como los del PT y su gobierno.

En nuestro país, los Kirchner han estado tratando de encontrar los caminos de construcción política que les otorguen la gobernabilidad necesaria, para el proyecto reformista que enunciaron desde la campaña electoral del 2003. Entre otras positivas audacias que tuvieron en los comienzos de su gobierno, estuvo la de intentar crear un espacio político plural, que denominaron «transversal», integrado por movimientos sociales, sindicales, sectores de los partidos tradicionales que creyeran en esa nueva construcción y sectores independientes, que se vincularían precisamente de manera transversal, ya que para ese entonces decían que los partidos políticos tradicionales, incluído el PJ, eran «cáscaras vacías de contenido» y que había que propiciar un reagrupamiento político general, básicamente en centroizquierda y centro derecha.

Así fue que, casi sin estructura política propia, los Kirchner se lanzaron a enfrentar electoralmente nada menos que al aparato duhaldista del PJ de la provincia de Buenos Aires y consiguieron un notable y arrasador triunfo. Hasta tal punto su intención fue correspondida por los sectores populares y en particular por la mayoría del progresismo. La propuesta de la «transversalidad» hizo tal vez pensar, a varias organizaciones progresistas, que desde el espacio oficialista se podría construir el movimiento político social de nuevo tipo.

Eso hasta que la realidad mostró que tal cosa es casi imposible cuando la hegemonía en el espacio oficialista la tienen los aparatos políticos del PJ y de la CGT y cuando no hay ni atisbos de desarrollar ahí una democracia participativa, sino que, bien por el contrario, la metodología es de reforzar la conducción vertical de los Kirchner. Otra cosa es, desde las organizaciones y personalidades progresistas, aliarse con el espacio
oficialista y/o suministrarle cuadros para el gobierno, lo cual puede afirmar y enriquecer el proyecto reformista. Pero eso no quita que hay que construir, en forma autónoma del oficialismo, aunque también
con los sectores más progresistas del mismo, el espacio socio político de nuevo tipo.

Todo esto es muy opinable, porque se trata del arte de hacer política y no de una ciencia exacta, pero creo que, para sus necesidades de gobernabilidad, le hubiera ido mejor al gobierno si hubiera persistido en el camino de la transversalidad, en lugar de retroceder primero hacia la tibia «concertación», básicamente de partidos políticos, para luego retroceder otro paso hacia la «regularización» del PJ, devenido ahora, y sólamente por ahora, en el principalísimo sostén de la gobernabilidad.

Aunque no desestimo que aunque más no sea queda el aspecto positivo de que este PJ, aunque siga siendo una cáscara vacía, con mayoría de burócratas desprestigiados en su dirigencia, al menos tiene algunos
funcionarios progresistas, empezando por el propio Kirchner que lo preside. Aunque los políticos profesionales que integran el PJ suelen ser fieles solo a sí mismos y pueden continuar migrando fuera del apoyo a Kirchner, en la medida en que vean que este apoyo ya ni les sirve para mantener sus espacios de poder territorial.

Lamentablemente, una de las previsibles consecuencias de este camino escogido por los Kirchner, para intentar asegurarse gobernabilidad, es que se han enajenado la participación en el espacio oficialista del principal movimiento social que lo había integrado, ya que Libres del Sur decidió irse de ese espacio y renunciar a los cargos gubernamentales que tenía.

Por otro lado, hay organizaciones y referentes progresistas que, a mi juicio, evaluaron mal el fenómeno del gobierno kirchnerista, posicionándose de hecho como opositores, criticando que el gobierno no aplicaba las profundas medidas transformadoras necesarias para resolver la crisis en favor del pueblo. Con lo cual creo que no han tenido en cuenta que, independientemente de lo que cualquiera se propusiera hacer desde el gobierno, no había ni lejanamente suficiente relación de fuerzas, favorable al campo popular, para llevar adelante semejante programa.

Así, el denominado «Llamamiento de Rosario», al cual adherimos como Tesis 11 en sus inicios, terminó en la nada, por derivar en espacio opositor al gobierno reformista y enajenarse así a los sectores populares mayoritarios que, aun con muchas limitaciones, se beneficiaron con este gobierno.

Creo que la dialéctica correcta es la de apoyar críticamente a este gobierno, desde posiciones de independencia y autonomía y al mismo tiempo bregar por construir el espacio socio político de nuevo tipo, plural, construido desde abajo, con vinculación horizontal de sus organizaciones integrantes, que impulse el desarrollo en su construcción de una amplia democracia participativa, como vía de desarrollar la autoconciencia popular, sin lo cual no tendremos la herramienta autónoma que nos permita actuar cada vez más significativamente en la realidad nacional, para transformarla en favor del pueblo, ni mucho menos para avanzar hacia el objetivo estratégico superador del capitalismo.

Con tal herramienta, se puede apoyar mucho más eficazmente a un gobierno reformista como el actual y avanzar tras el objetivo de construir la hegemonía necesaria para llegar en un futuro al gobierno, seguramente con aliados, pero desde una situación de garantizar el rumbo hacia el que necesitamos ir.

Las organizaciones sindicales, sociales, culturales y políticas, que coinciden en la necesidad de crear el espacio socio político de nuevo tipo del que hablamos, cualquiera sea la posición respecto del gobierno actual, debemos trabajar hoy más que nunca por la construcción de esa herramienta indispensable, dejando de lado cualquier tentación de la soberbia de reprocharle al otro haber sido oficialista u opositor respecto del actual gobierno. Respetando a los que están en el espacio oficialista, a los que están en espacios opositores y a los que le damos un apoyo crítico al gobierno desde nuestra autonomía e independencia, ya que la cuestión de fondo es la construcción de la unidad para los objetivos estratégicos.

Desde una herramienta como esta, se puede potenciar también el apoyo a los aspectos progresistas del gobierno, defenderlo contra la derecha y contra los «climas destituyentes», categoría lúcidamente acuñada
por el auspicioso espacio intelectual plural «Carta Abierta».

Una prueba de que desde afuera del espacio oficialista y desde la autonomía e independencia se puede apoyar singularmente bien al gobierno, lo dan las votaciones en Diputados de las leyes sobre Aerolíneas y sobre la reestatización del sistema previsional, donde el apoyo de sectores como Solidaridad e Igualdad, Buenos Aires para Todos y el Partido Socialista, tras haber mejorado los proyectos originales, consensuando con el oficialismo, le dieron a esas leyes, originadas en el Poder Ejecutivo, una legitimidad
que excedió, cualitativamente hablando, el aporte cuantitativo que significó el voto de esos sectores.

Esas votaciones auspiciosamente demostraron, por otro lado, que tanto el gobierno como esos sectores parecen haber evolucionado hacia posiciones más flexibles, en cuanto a buscar consensuar posiciones, lo que en definitiva es en beneficio del conjunto del pueblo. Particularmente porque mejora la eventual confluencia de esos sectores y de los sectores progresistas que integran parte del oficialismo, conjuntamente con otros sectores progresistas, en la construcción del espacio socio político estratégico del que hablamos.

El gobierno kirchnerista se ha debilitado considerablemente ante la opinión pública, particularmente capas medias que lo habían apoyado. En esas condiciones trata de retomar la iniciativa frente a la grave crisis mundial. Ha lanzado un paquete de medidas positivo, en cuanto impulsa la obra pública, ayuda a empresas a mantener e incluso blanquear personal y a mantener el consumo de sectores medios y altos de la población. Sin embargo se notan las limitaciones de clase social de estas medidas, por cuanto no se destinan fondos masivos a medidas como podrían ser un subsidio universal por hijo o un seguro permanente de empleo y formación, lo cual iría en el sentido de bajar la indigencia, la pobreza y la desocupación, con un tipo de gasto que se volcaría completamente al consumo y sería enérgicamente antirecesivo.

El desafío al que se enfrenta el gobierno es muy grande. Si este gobierno cae, electoralmente por ejemplo, lo hará por derecha; por sus errores, limitaciones y torpezas varias, es cierto; por la acción de la derecha y los medios económicos y de comunicación que maneja, también es cierto; pero también, y fundamentalmente, porque desde los sectores progresistas no hemos podido o sabido construir la herramienta socio política propia. Es una razón más de peso, urgente además, dada la situación, para que persistamos en el intento de construirla. Como la necesidad tiene cara de hereje y se aprende más de los fracasos que de los éxitos pasados, puede que estemos ahora en mejores condiciones que antes para avanzar en ese sentido.

Nuestra Asociación Civil-Cultural Tesis 11 tiene 17 años de existencia y de producir y difundir ideología en el sentido de la creación del espacio socio político de nuevo tipo y de tener una praxis consecuente con ésto. Tanto porque hemos organizado actividades tales como nuestro ciclo de debates sobre la construcción de esa herramienta, donde reunimos a varias organizaciones sindicales, sociales, culturales y políticas para debatir este tema, como por nuestra presencia en varios espacios plurales que se pueden considerar embriones de esa construcción, como los Encuentros Anuales por un Nuevo Pensamiento, el Frente Nacional contra la Pobreza, el intento del Llamamiento de Rosario y otros, a lo que se suma que los militantes de Tesis 11 participamos también, a título individual, de varios espacios progresistas, oficialistas, opositores y otros que tienen una posición de apoyo crítico y autónomo respecto del gobierno.

Nuestra propia experiencia nos dice que es posible construir desde las diferencias y el pluralismo, con respeto y fraternalismo, cuando se coincide en defender el interés popular y en el objetivo estratégico de luchar por la superación del capitalismo, que nos ha sumido, una vez más, pero más gravemente que nunca en la historia, en una profunda crisis sistémica.
22/12/08

*Carlos Mendoza, ingeniero, especializado en temas de economía política, escritor, miembro del Consejo Editorial de la Asociación Civil-Cultural Tesis 11.

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