Con Cambiemos en el gobierno ya se ha hecho norma habitual que todo proyecto gubernamental sometido a debate, a sabiendas que por su carácter antipopular y retrógrado convocará el repudio de multitudes, se recurra a la fórmula de generar confusión y reprimir para disciplinar al pueblo movilizado
Como otras veces, ahora ante una pacífica concentración popular convocada como expresión de rechazo al proyecto de Presupuesto 2019 que se debatía en Diputados, la infiltración de provocadores reclutados entre fuerzas policiales y servicios de inteligencia abrió paso a la represión y detenciones al voleo. Fue una verdadera cacería que se extendió hasta una distancia mayor a veinte cuadras del Congreso, amparada además con la complacencia y el embuste de los medios adictos.
A esta desbordada rutina de prácticas autoritarias se suma también el propósito de deportar a cuatro extranjeros que fueron apresados y al tenor de lo que ellos manifiestan, ni siquiera eran partícipes de la movilización.
El recurrir a esta metodología para imponer autoridad y ejercer gobierno, no sólo atenta contra derechos legales y constitucionales, como el de reunión y de expresión. También se desliza hacia un rumbo extremadamente peligroso porque degrada la democracia y las bases institucionales de la república, pudiendo exacerbar a la vez sentimientos de odio, exclusión y revancha capaces de poner en riesgo la convivencia social
Frente a estos acontecimientos corresponde respaldar el carácter legítimo de una movilización en repudio de una política que augura en lo inmediato la profundización de gravosos padecimientos a la abrumadora mayoría de la población y sólo en beneficio de los acreedores externos y de los sectores locales más concentrados
Además es de resaltar como acto de civismo el rechazo a una política que, subordinada a los dictados del FMI, terminará afianzando los lazos de sujeción colonial al capital financiero especulativo mundial
CABA, 26/10/2018