Hoy cumpliría 66 años. Apenas. Se fue muy pronto, pero no sin antes redescubrir para la América Latina neoliberal que el único camino era, es y será el de la Patria Grande.
Nota de Jorge Elbaum.
No nos enseñaron quién fue Guaicaipuro pero Rauch tiene el nombre de una calle y de una ciudad.
No te mostraron el rastro de Andresito Artigas. No te relataron con emoción la pureza de Arbolito.
Tampoco te contaron que Simón Radowitzky pidió trabajar los últimos años de su vida en una fábrica de juguetes mientras soñaba con las caritas limpias de lxs niñxs del mundo.
En mi Patria se sabe poco de la gesta descomunal de Bolívar.
No nos detallaron dónde están esparcidos los pedazos descuartizados y brillantes de Tupac Amaru.
Quizás por eso Tiradentes no ha logrado germinar como corresponde en el patio de nuestra vida.
Desconocen que la cabeza de Bartolina Sisa –colgada de una pica para sembrar temor de los patriotas anticoloniales— no logró su cometido: sus ojos siguen curando el dolor de lxs nuestrxs.
A pesar de los olvidos manifiestos. De esa rutina de ocultamiento premeditado, todavía es tiempo de testimonios sublevados: explicar –por ejemplo– al oído, que José Martí fue poeta y revolucionario. Y que marcó la ruta por donde después pasaron Sandino y Farabundo.
Dado que no nos mostraron las fotos en blanco y negro de Mónica Erlt, es hora de que contemos su historia. Que nuestrxs pibxs sepan quién fue Camilo Torres. Quién sangró como Arnulfo Romero o quién amó tanto como Doroteo Arango.
Sólo a una porción de mis hermanxs le relataron con claridad el motivo del llanto de Evita frente a un niño descalzo. Pero a muchxs les escondieron que fue la Cuba de Fidel y del Che la primera que combatió contra el apartheid sudafricano.
En las escuelas no nos enseñaron que los Mapuches nunca se rindieron, ni que Tosco sigue dirigiendo muchas asambleas en el inconsciente digno de muchxs referentes obreros.
Nadie les contó que Don Gervasio, general de los pueblos libres, estuvo exiliado en la nación más desarrollada de este subcontinente en el siglo XIX, la misma que la Triple Alianza aniquiló para victoria del colonialismo europeo, con la abyecta colaboración de los mitristas (hoy macristas. neoliberales, “defensores de la república” ).
Pero Hugo sí conocía estas historias incendiarias. Las fue leyendo con dolor en cada uno de sus nombres propios. Decidió abrirse a la biografía de estas heridas. A su sangre, a su verdad. A su entramado de porvenir. Las estudió en forma pormenorizada, anotando en el margen cada una de sus pequeñas derrotas victoriosas.
Hoy es el cumpleaños del Hugo de América. Debe ser por eso que volvemos a sentir en las profundidades de esta tierra — como en un temblor de cordilleras– que la Patria Grande necesita hacer públicas una y otra vez estos destinos.
Ya van 200 años. Pero la segunda y definitiva independencia no podrá consolidarse si no se sustenta en cada uno de ellxs y de sus continuadores. Chávez las interpeló y se puso a su altura.
Chávez Vive.