Revista Nº 142 (05/2021)
(nacional-economía)
Ignacio Paz*
“El punto de choque entre la concepción ortodoxa neoliberal y la visión heterodoxa que compartimos, se origina en la búsqueda de las razones autóctonas argentinas. Mientras los primeros insisten en ver “sólo” la cantidad de dinero en circulación, como causal y en consecuencia insisten en las “recetas” clásicas y fallidas, de inducir a la baja el gasto público, la visión heterodoxa y políticamente progresista apunta a la multicausalidad que en Argentina tiene el fenómeno.”
La vida argentina es atravesada en forma permanente, desde hace décadas, por procesos inflacionarios que han variado su intensidad de acuerdo a las épocas pero que siempre han afectado profundamente el nivel de vida del pueblo.
Estos procesos por su antigüedad y continuidad, han terminado erosionando la credibilidad de la moneda nacional, no sólo en los sectores económicos del capital, sino en la mayoría de la población. Pero más importante aún, es el deterioro causado en el nivel de vida de la población y sobre todo en los sectores más vulnerados.
En Argentina, economistas apologéticos del capitalismo neoliberal, sin superar las ideas clásicas del siglo XVIII, insisten en que la causal básica de la inflación es el déficit fiscal y la emisión monetaria consiguiente para cubrirlo. Esta explicación, llamada monetarista, no sólo es falsa, por su parcialidad y falta de profundidad, sino que, no sólo ve solo la superficie del fenómeno, sino que esconde una concepción política basada en el objetivo de reducir el gasto social. Aplicación de fondos presupuestarios con los que se cubren, básicamente, salarios de la administración, salud pública, educación, investigación científica, subsidios, alimentos e insumos para la población más carenciada.
La importancia política del tema, se deriva entonces, del análisis de las causas que la provocan y de las diferentes políticas propuestas para combatir este flagelo argentino.
La inflación, que se manifiesta como suba generalizada de precios, siendo un fenómeno monetario en su expresión, entendemos que obedece, en Argentina, a distintas razones, a veces aisladas, otras concomitantes. Pero, siendo su manifestación monetaria, tiene contenido y efectos económicos y políticos.
El punto de choque entre la concepción ortodoxa neoliberal y la visión heterodoxa que compartimos, se origina en la búsqueda de las razones autóctonas argentinas. Mientras los primeros insisten en ver “sólo” la cantidad de dinero en circulación, como causal y en consecuencia insisten en las “recetas” clásicas y fallidas, de inducir a la baja el gasto público, la visión heterodoxa y políticamente progresista apunta a la multicausalidad que en Argentina tiene el fenómeno.
Existen características comunes a muchas naciones periféricas, productoras de materias primas, que favorecen la aparición del fenómeno, pero, no en todas con igual magnitud:
- El predominio de los monopolios y oligopolios. Es decir, la concentración económica en pocas grandes compañías, en su mayor parte multinacionales. En consecuencia, el poder de dichos grupos para la fijación de precios dada la “competencia imperfecta” de dichos mercados.
- El alto nivel de primarización de sus exportaciones, lo que las hace sensibles y sujetas a los precios internacionales de sus exportaciones, que son, a su vez, fijados en centros financieros de las metrópolis capitalistas.
- El predominio de gobiernos neoliberales, que someten a los estados nacionales a un papel pasivo, utilizando los presupuestos públicos para profundizar las desigualdades sociales y no atender los requerimientos de la población.
- Factores históricos y socio políticos han generado distintas condiciones de acumulación del capital sobre la base del predominio económico y político de las élites gobernantes. En la actualidad, en América Latina se ha desatado un proceso de luchas sociales y populares en procura de cambiar estas condiciones, dado el nivel de miseria y hambre predominante.
- La capacidad de los grupos dominantes para la fijación de precios actúa como herramienta permanente de redistribución del ingreso. Pero, en los países con insuficiente industrialización, la necesidad de importación amplia, abre las economías y los precios internacionales actúan como límites para subas arbitrarias e indiscriminadas de precios oligopólicos locales. Claro que este proceso opera en condiciones de atraso en el desarrollo económico y con economías básicamente extractivistas, que a su vez no generan puestos de trabajo suficientes y condenan a la población trabajadora a una situación de desocupación estructural.
Coincidiendo con la mayoría de los factores descriptos, en Argentina, inciden además y simultáneamente, otras causales que convierten a la inflación en una enfermedad endémico-estructural.
- El carácter bimonetario de nuestra economía (dólar y peso), derivado de persistentes procesos inflatorios y el deterioro de nuestro signo monetario. Lo cual es causa y consecuencia de lo mismo. La preeminencia del dólar como medio de fuga de capitales (procesos muy marcados en Argentina), como medio de atesoramiento de la población en general y hasta de pago en distintas transacciones internas.
- La provisión de dólares genuinos producto de las exportaciones, básicamente agroalimenticias, está en manos de grupos oligopólicos que regulan su liquidación. Este instrumento es usado como medio de especulación y de presión económica y política, forzando devaluaciones que los favorezcan, y que impactan inmediatamente en el nivel general de precios. Los gobiernos neoliberales acuden al endeudamiento externo sistemático como fuente adicional para la obtención de las divisas.
- La puja distributiva en Argentina. Un rasgo muy importante en Argentina es la historia y tradición de luchas populares y sindicales, derivada de procesos de inmigración europea del siglo XIX y XX con ideas socialistas y reforzadas por el fenómeno autóctono que representó el peronismo y su incidencia en el pueblo trabajador. Es decir que nuestro país es escenario permanente de una puja por la distribución de la renta nacional, entre los grupos dominantes del capital y los trabajadores. Esto determina que los aumentos de precios, sobre todo de los alimentos, no son soportados por mucho tiempo por los trabajadores, cuyas demandas y luchas por reinvindicaciones y revisión de salarios deben, finalmente, ser contempladas. Pero estos aumentos salariales, consecuencia de la inflación, son tomados por los grupos económicos como nuevos aumentos de costos (no como mantenimiento de un poder de compra del salario), y en consecuencia trasladados nuevamente a precios. Esta lucha es una “puja distributiva” por el reparto del ingreso nacional. Pero el poder económico luego traslada a precios nuevamente los aumentos salariales.
- La presencia en la economía argentina de las pequeñas y medianas empresas es muy importante. Lo anterior no sería suficiente para la extensión y generalización de los aumentos de precios, si no hubiera en Argentina una fuerte red de pequeñas y medianas empresas con participación suficiente en el mercado y fuente de empleo principal para los trabajadores, que a su vez, se ven obligadas a trasladar a precios de bienes de consumo y servicios los aumentos generados por sus proveedores oligopólicos. No obstante, caen en la contienda, una gran cantidad de pymes que no pueden soportar la embestida.
- Desarrollo industrial argentino. Argentina tiene, a diferencia de los demás países de la región, excepto Brasil y México, un desarrollo industrial medio. Es decir, por un lado, lo suficientemente importante para ser un sector creador de fuentes de trabajo, productor de bienes de consumo, ensamblador de automóviles y electrónica, etc. que ha sustituido importaciones de bienes de consumo y con un peso propio importante en el producto bruto interno. Pero, por otra parte, con insuficiencia en la producción de componentes básicos y equipos de tecnología avanzada, lo que hace que la industria argentina sea demandante de divisas permanentemente, para importar dichos insumos.
- De ahí, la paradoja de que, todo crecimiento del mercado interno, lleva al sector industrial a demandar más dólares para importar insumos, lo cual, a su vez, agrava la escasez de divisas y conduce a crisis en el mercado de cambios. Este fenómeno, conocido como “restricción externa”, es característico de nuestra economía y lleva a un estrangulamiento que obliga a limitaciones en las importaciones, a restricciones en el mercado de divisas, o a devaluaciones del tipo de cambio, ante la carencia de dólares suficientes para abastecer todas las necesidades. Lo cual, se convierte en “combustible” para aumentar el “fuego” inflacionario.
Es decir, demanda de dólares que son insuficientes para la producción e importación, fuga de capitales, oligarquía exportadora que regula las liquidaciones de divisas, devaluaciones sucesivas del peso provocadas por estas presiones, lo cual, a su vez, genera aumento del precio del dólar, constituido en “precio” de los precios, puja distributiva entre capital y trabajo con características autóctonas, son signos peculiares de nuestra estructura económico social que inciden en dar un carácter peculiar a la inflación en Argentina.
Los gobiernos de signo neoliberal y conservadores acuden al endeudamiento externo para paliar el déficit de reservas, y producir un “anclaje” del dólar como medida antiinflacionaria. Todo lo cual favorece la fuga de capitales y redunda en el pago de servicios financieros de capital e intereses que agrava la balanza de pagos y conduce al déficit fiscal.
El argumento de la emisión monetaria como causal básica de inflación, cayó hecho añicos durante la última experiencia neoliberal argentina finalizada en 2019, con baja emisión y altísima inflación, record en 28 años. (Ver artículo de Carlos Mendoza Revista Tesis 11 nº 104 (1))
Es obvio que un fenómeno como la inflación argentina, de carácter multicausal, exige medidas en distintos sectores de la economía. Algunas de las cuales serían:
- Intervención del Estado en las exportaciones agroalimenticias, sea por retenciones y /o cupos de exportación, para despegar el precio doméstico de los precios internacionales en alza.
- Organización de un sistema que implique control sobre las exportaciones, las subfacturaciones, el contrabando y la fuga de divisas.
- Acuerdos fácticos y/o control sobre los precios de los alimentos fijados por los grupos oligopólicos, con participación de las organizaciones sociales y sindicales.
- Apoyo fiscal para la diversificación de las exportaciones y el reemplazo de importaciones industriales y de equipos.
- Política financiera y crediticia de apoyo a la producción de pymes.
- Política de inversiones extranjeras dirigida a sectores importantes para el país, como por ejemplo la diversificación con tecnología avanzada de exportaciones, reemplazo de importaciones, aumento de la ocupación, etc.
- Renovación de las cúpulas sindicales en las que los dirigentes más leales y conscientes del movimiento reemplacen a los viejos representantes de los intereses dominantes, a efectos de lograr mejoras para el movimiento obrero y popular en negociaciones paritarias.
- Control de precios oligopólicos, sobre todo de alimentos y de la cadena de distribución.
- Modificación del régimen impositivo, haciéndolo más progresivo sobre las grandes fortunas y rentas, para incidir en el balance fiscal y propender a mejorar el gasto social (hospitales, escuelas, servicios públicos, etc.)
- Impulso a la investigación científico técnica argentina, que ha demostrado ampliamente su importancia en la consecución de objetivos básicos de independencia en los campos tecnológicos, de medicamentos, industriales, etc.
Pero, para poder avanzar en dichas soluciones, se requiere un poder político avalado por el pueblo, movilizado en apoyo y exigencia de medidas progresistas. De lo anteriormente manifestado surge que el fondo de este conflicto es político y que la inflación, como medio adicional de redistribución del ingreso nacional, representa en el plano económico, la expresión de la confrontación de los poderosos contra el pueblo.
La historia de la inflación en Argentina, es la historia de la puja distributiva, es la historia de la confrontación de dos modelos de país: uno de dependencia, recesión y pobreza y otro nacional y popular en las antípodas.
La concreción de una verdadera política antiinflacionaria será el resultado positivo de la confrontación política mencionada. Confrontación en la que, una vez más, el pueblo y sus organizaciones sociales y sindicales jugarán un papel esencial.
*Ignacio Paz, economista, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.