El índice de inflación de abril 2022 del 6% sigue indicando los términos crecientemente negativos, en que se distribuyen los ingresos en Argentina. La inflación interanual ronda el 60% hasta abril y los convenios laborales en el mejor de los casos, arriban a cifras cercanas hacia fin de año.
Esta es la puja distributiva en Argentina y esto muestra quienes son los que ganan.
Más de 17 millones de personas en nuestro país, viven debajo de la línea de pobreza, más del 80% de los trabajadores y trabajadoras tienen ingresos que no cubren el piso de la canasta familiar.
Estos datos, además de ser expresión de una desigualdad social creciente, instalan en el pueblo una insatisfacción relacionada con el sistema democrático de gobierno, que debiera garantizar alimentación, vivienda, salud y educación a la población en general. Y sobre todo con un gobierno elegido sobre una plataforma nacional y popular.
Venimos hablando en nuestras editoriales, de lo que representó el neoliberalismo de Macri, su herencia, la monstruosa carga de la deuda con el FMI, la pandemia, y la agresividad desestabilizadora de la oposición.
Indudablemente, todo eso representa un desafío descomunal. ¿Cómo actuar, en procura de mejorar la vida del pueblo, en dicho contexto? ¿Cómo encarar la necesidad de enfrentar la crisis en un país, cuyos resortes económicos, comunicacionales y judiciales están en manos de grupos oligopólicos concentrados, dispuestos desde el día 1 de gobierno de Alberto Fernández, a bloquear, limar y desestabilizar su gestión?
Insistimos en subrayar que la inflación representa el principal problema que enfrenta el pueblo y que el gobierno no logra dominar. Estamos instalados en un escenario en el que se conjugan: precios de oligopolios, medios de información que propagan expectativas negativas que reavivan el fuego inflacionario, ya que, también se suman, en remarcar precios y servicios, otros sectores no monopolistas. Además, precios internacionales de materias primas y alimentos que generan marcas inéditas de inflación en todo el mundo. En Argentina, esto es “sobre llovido, mojado”
El común denominador de todos estos problemas es el poder real en Argentina y cómo se lo enfrenta.
En este sentido es evidente la controversia en el seno del Frente de Todos, entre una línea gubernamental y otra crítica liderada por Cristina Kirchner.
La vicepresidenta denuncia a los grupos económicos dominantes y el presidente intenta negociar con ellos para frenar la estampida.
Se debería actuar con celeridad desacoplando los precios internacionales de los domésticos, a través de retenciones, fideicomisos y ley que grave las ganancias inesperadas (como las producidas, para los exportadores de agro alimentos, por la guerra en Ucrania)
Coexisten en el gobierno la voluntad de aliviar la crisis económica para el pueblo a través de paliativos tales como subsidios, bonos, acciones sociales etc, al mismo tiempo que un inmovilismo de las organizaciones populares frente a iniciativas como el impuesto a la renta inesperada que obtiene la oligarquía agroindustrial exportadora. Pero, además, una política internacional fluctuante que pareciera moverse al compás de los designios de EEUU (la condena a Rusia por la intervención en Ucrania, sin tener información veraz, de apoyo a la OTAN que fue nuestra enemiga en la guerra de Malvinas y desconociendo que Rusia fue quien nos ayudó con las vacunas en la pandemia, concurrencia a reuniones regionales en las que se proscriben a países latinoamericanos como Venezuela, Cuba y Nicaragua).
Pero, los ataques al gobierno desde el interior del FdT, públicamente, con una verborragia agresiva y sin proposiciones concretas como aporte, sobre todo en lo económico, no hacen más que avivar el fuego de la crisis interna y llevar agua al molino de la oposición.
El sector mayoritario del FdT, encabezado por Cristina Kirchner, reclama acciones concretas de inmediato, frente a la brutal caída del salario real, el aumento de la pobreza y la indigencia. Y esto es una realidad
El país ha crecido 10,3 % en 2021, ha aumentado la producción, se ha reducido el desempleo, ha aumentado el empleo, pero los trabajadores, incluso los registrados, no llegan a fin de mes con sus ingresos, y aumentan los comedores populares.
La visión del gobierno es que la relación de fuerzas impide acciones redistributivas de shock (dominio de los oligopolios y su “poder de fuego económico”, bloqueo de la oposición a toda propuesta progresista en el Congreso, medios informativos hegemónicos que producen sentido común reaccionario).
Es cierto también que se han agravado las condiciones internacionales y que la crisis mundial post pandemia incentiva avances de las ultraderechas mundiales.
Frente a esto, el camino para la unidad es la discusión interna y no pública de las diferencias. Y lo sustancial como única y verdadera fuerza del gobierno nacional, es el apoyo del pueblo. La movilización popular en demanda de sus derechos y oponiéndose a las fuerzas reaccionarias de la oposición de restauración conservadora.
Es imprescindible concretar la institucionalización del Frente de Todos en dónde se debata, se critique y se señalen las diferencias existentes, en procura de acuerdos internos que permitan consensuar un rumbo progresista en dirección a las promesas electorales con las que se derrotó al neoliberalismo en 2019.
La complejidad de la situación obliga al diálogo interno del FdT. Exige visiones autocríticas y, sobre todo, modestia y no soberbia en las proposiciones.
Tenemos, con certeza, un mismo objetivo: redistribuir progresivamente el ingreso nacional a favor del pueblo, pero con distintas visiones acerca del camino.
El problema real, en Argentina, es político. Se trata, como siempre, de la puja entre dos modelos de país. La oposición oligárquico neoliberal avanza con agresividad hacia la restauración conservadora y si lo logran, será mucho más cruel y antipopular que antes. Su objetivo central es “borrar y hacer desaparecer al populismo” (textual de Macri hace días). Esto implica, acabar con los derechos sociales, achicar el Estado y terminar con las medidas de asistencia a los necesitados, jubilados, políticas de igualdad de género, liberar y desregular el campo de acción del capital concentrado, ampliar su poder.
En esta lucha entre los modelos oligárquico-neoliberal y el democrático, nacional y popular, es real la disparidad negativa de la correlación de fuerzas actuales. Pero la relación de fuerzas políticas y sociales no es algo estático. Es dinámico como la sociedad que representa.
El manejo de la relación entre confrontación y negociación no pasa por las concesiones irrestrictas, la timidez en la defensa de las medidas progresistas o la capitulación en política internacional, siguiendo los dictados del centro del capitalismo mundial.
El presidente debe dirigirse a la población por cadena nacional y todos los medios informativos. Explicitar la encrucijada, exponiendo claramente los sectores en pugna y las responsabilidades por la crisis que vive el pueblo.
Es vital la unidad de los sectores populares y la discusión interna de los caminos a seguir, reconociendo a los compañeros como iguales, sabiendo que nadie es dueño de la verdad absoluta. Es real la fortaleza de los dueños del poder económico, mediático y judicial, pero también lo es, que un gobierno nacional y popular, tiene un arma para enfrentarlos, que es el contacto estrecho con el pueblo, su información y su movilización permanente en defensa de sus intereses. Y es también responsabilidad de las organizaciones populares coordinarse y movilizarse en apoyo del gobierno y para impulsarlo a tomar las medidas más profundas en favor del pueblo que ellas preconizan.
Tesis 11.