Revista Nº 156
(cine y política)
Valentín Golzman*
El cineasta Costa Gavras, en su último film, “A puertas cerradas”, describe el drama del pueblo griego ante las exigencias del FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea, vinculadas a la enorme deuda externa de Grecia. En este artículo se analizan las similitudes entre esa situación y lo que sucede actualmente en Argentina:
El FMI solicita a la Argentina profundizar más el ajuste. Título de tapa del diario La Nación: sábado 15 de junio de 2024. El FMI alertó por el riesgo de una recesión prolongada en Argentina. Título de tapa del diario La Nación, martes 18 de junio de 2024.
La lectura de esos títulos remite al brutal ajuste que debió realizar Grecia entre 2009 y 2015 para afrontar su, aun hoy, impagable deuda externa. Durante esos años recibió -por 5 veces- del poder económico mundial representado por “la Troika”, (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Económica Europea), préstamos bajo la denominación “rescate de deuda” o sea préstamos para pagar vencimientos de sus deudas. Esos “rescates,” que implicaron nuevas deudas y pago de intereses, exigieron al gobierno griego realizar una serie de ajustes económicos y sociales que afectaron severamente a su población.
Como surge del copete de esta nota, esos ajustes no son desconocidos para nosotros: austeridad en la gestión, reducción del gasto público y en especial del déficit primario, como objetivos centrales, lo cual provocó en Grecia, y ahora se está dando en nuestro país, una prolongada recesión y el incremento de la desocupación. Forma parte de esa exigencia –para Grecia y ahora para nosotros- la baja de los salarios de los empleados en general, y más aun de los públicos y la reducción de su plantel, recorte de las jubilaciones, aumento de la edad jubilatoria, incremento del impuesto inmobiliario y venta de empresas del Estado, elementos todos que generan una tremenda recesión y con ella el incremento de la desocupación. Agrego que, avanzados los ajustes, Grecia suspendió por tres meses el pago de salarios a sus empleados, dejó en posibilidad de despido a 30.000 empleados, cerró hospitales públicos e implementó un corralito bancario, todo en aras de bajar el déficit fiscal. La Troika y el FMI tienen como misión controlar que esa masa de exigencias se cumpla.
El proceso de ajuste griego no se realizó sin reacciones. Hubo, frente a la plaza Sintagma, donde funciona el parlamento griego, y en otras poblaciones del interior, manifestaciones que convocaron en algunos casos más de 100.000 personas. Esas demostraciones de protesta fueron duramente reprimidas: la policía antimotines griega no dudó en utilizar gases, chorros de agua, garrotes. Procedió también a detener manifestantes. Esa forma de represión comenzó a aplicarse por estas tierras.
El cine, con una penetrante y crítica mirada, ha representado, de la mano de Costa Gavras, el proceso de ajuste que soporto el pueblo griego. El director de Z, (1969) y Desaparecido, (1982), a sus 88 años, buscando representar el sufrimiento y los padecimientos de su pueblo, (Grecia llegó a tener en esos años el 50% de su población bajo la línea de pobreza) realizó en 2019 la película A puertas cerradas.[1] El film representa el momento en que, en 2015, tras las elecciones que dieron el triunfo a la izquierda griega, el ministro de economía de ese gobierno intentó vanamente negociar con la Troika la reestructuración de la deuda que a lo largo de 15 años permitiera, en base a un aumento de la actividad económica, terminar con el endeudamiento sin generar más penurias para la población. Durante las dos horas que dura el film -que transcurren de un tirón- están representadas las múltiples reuniones que, a puertas cerradas, como titula la película, sin participación ni información a los afectados, se realizaban en oficinas de Grecia, Alemania, Francia e Inglaterra, entre miembros intransigentes del poder económico europeo y los funcionarios griegos, para acordar las condiciones de los rescates. En el film están representadas las presiones, los chantajes, las amenazas, los engaños y las argumentaciones de los prestamistas. Siguen las similitudes: al igual que en Grecia, los argentinos tampoco tenemos información de lo que se entreteje en las múltiples reuniones de nuestros funcionarios con el FMI.
Pero no es solamente el cine el arte que ha descripto la agónica crisis griega. Desde la literatura, Petros Màrkaris, en su tetralogía Con el agua al cuello, Liquidación final, Pan, educación, libertad y Hasta aquí hemos llegado, ha puesto su penetrante mirada en las vivencias del pueblo griego, en sus penurias y sufrimiento como consecuencia de la prisión de la deuda. Describiendo y analizando la cotidianidad de una familia griega de clase media –la del comisario Kostas Jaritos- nos ha acercado al clima, las tensiones y sufrimiento del pueblo griego durante esos largos años.
Sobre el final de esta nota se acentúa la convicción de que la Argentina de estos días bien puede espejarse en la penosa trayectoria griega, especialmente cuando vemos al ministro de economía correr hacia el FMI buscando negociar un nuevo programa para anclar la prisión de una deuda impagable. Como señala el FMI, la aceptación de ese programa acentuará el ajuste, profundizará la recesión y, cabe agregar, potenciará el malestar social.
*Valentin Golzman, doctor en historia, miembro de la Comisión de Economía de Tesis 11.
[1] La película completa puede verse en NETFLIX.