Emir Sader*
Traducción: Amado Héller*
Pasaron las elecciones. La derecha perdió. La izquierda ganó.
¿El PT se encandiló con la victoria electoral de Lula y no lucha más contra el neoliberalismo?
Parece que el partido se olvidó de la decepción que fue el primer gobierno de Lula, que no salió del modelo neoliberal, y mantuvo y acentuó la hegemonía del capital financiero-con las tasas de interés más altas del mundo, con un superávit primario mayor del que solicitó el FMI, con un Banco Central con todas las características de una entidad independiente, con el estancamiento de la reforma agraria, con el mantenimiento de un patrón de acumulación centrado en la especulación financiera, en la exportación (cada vez más primaria y con la soja como gran estrella) y en el consumo de lujo, con la liberación cada vez mayor de los transgénicos, con la represión a las radios comunitarias, con un discreto y posteriormente casi inexistente apoyo a los software libres, con el estancamiento económico de los primeros cuatro años, las inmensas remesas de ganancias para el exterior, la ganancia gigantesca de los bancos, la no apertura de los archivos de la dictadura , la falta de apoyo a los pueblos indígenas – por citar algunos de los tantos problemas del primer gobierno, un gobierno del PT.
En fin, con todas las señales responsables de la enorme decepción que el gobierno de Lula representó para la izquierda brasileña, latinoamericana y mundial
Esto coloca en riesgo la existencia del PT como partido de izquierda.
Fueron correctos la campaña y el voto a Lula en la primera vuelta de la elección presidencial y más aun en la segunda. Fue para evitar el retorno de la derecha tradicional en Brasil, para impedir la vuelta de una política exterior pro Estados Unidos, que liquidaría los procesos de integración regional. Para impedir el retorno de los procesos de privatización generalizada del patrimonio público. Para impedir la victoria de los oligopolios de los medios, que pretenden mandar en la cabeza de los brasileños. Para impedir la criminalización de los movimientos sociales, el estado mínimo en su expresión más acabada , el neoliberalismo ortodoxo con toda su crueldad social.
El pueblo entendió que el gobierno de Lula era mejor que los gobiernos de Federico Enrique Cardoso.
Mas ese voto y esa victoria no pueden ser tomados como un fin en sí mismo, como si el camino de rescate de Brasil estuviese en una buena ruta, como si estuviésemos en un camino al que se trataría apenas de dar continuidad. Como si de lo que se trata ahora es consolidar al gobierno, tal como existió y prepararse para las elecciones del 2010.
Eso sería una nueva derrota para la izquierda. La victoria electoral representó la conquista de una nueva oportunidad para la izquierda, para salir del neoliberalismo, para dar pasos firmes en la construcción de un gobierno anti y pos neoliberal, para lo cual Lula fue electo. Desperdiciar esa oportunidad, conquistada con gran esfuerzo, es desperdiciar la victoria, es sacarle el carácter potencial de nueva oportunidad para la izquierda.
Los debates preparatorios del congreso del PT parecen- por lo que se puede ver hasta aquí- más volcados a la situación interna del partido, que al análisis de qué partido de izquierda necesita Brasil . Pueden convertirse – empujados por los medios – en una lucha, una guerra de tendencias por espacios internos, en un arreglo de cuentas en el balance sobre los errores en los últimos años, en una disputa por espacios internos en el partido, desvinculado de cuál debería ser el papel del partido en Brasil y en América latina hoy.
Gramsci llamaba la atención sobre las visiones que aíslan la vida interna de los partidos de su entorno político, desligando así cuestiones organizativas de las políticas.
O el PT se convierte clara y efectivamente en el partido de construcción de un modelo alternativo al neoliberalismo, o habrá dejado de asumir la función básica y mínima de un partido de izquierda hoy en Brasil. Las luchas internas tienen sentido en ese marco. O el partido hace un balance autocrítico de los problemas del gobierno de Lula y formula un programa de lucha de izquierda para que esos problemas sean efectivamente superados, o quedará reducido a la intrascendencia, será un apéndice del gobierno donde se darán las disputas esenciales sobre los destinos del segundo mandato.
No nos olvidemos, si vamos a hacer un balance de los errores y problemas del PT en los últimos años, que ellos no se reducen a los escándalos denunciados, pero sí incluyen la política económica Palocci y Henrique Meirelles aun hegemónica, aunque debilitada; que los errores no fueron cometidos sólo por la dirección anterior del PT aunque ella estuviese centralmente envuelta en ellos, sino que fue hecha en función de la política de alianzas del gobierno. Que fueron afectados por ella no sólo dirigentes del partido. sino también el eje central del gobierno de Lula durante sus primeros tres años. Que por lo tanto se trata de un problema del PT como partido, pero también del primer mandato del gobierno. Y se trata de errores que estuvieron vinculados entre sí porque el mercantilismo que comandó las políticas de alianzas con los partidos es de la misma mentalidad que comandaba la publicidad de las campañas sobre la política económica. Si el congreso del PT – y todo el debate preparatorio que debería acontecer previamente – no fueran para afirmar el partido como un polo de izquierda que luchará sin tregua para que el gobierno salga del modelo neoliberal y por lo menos afronte los problemas apuntados anteriormente, se habrá perdido una oportunidad para el PT y para la izquierda brasileña. Habrá aparentemente ganadores y perdedores , pero habrán perdido el PT y la izquierda.
El campo de la izquierda quedará inexpresivo y fragmentado.
Los movimientos sociales pueden ejercer su papel de lucha por sus reivindicaciones mas no pueden ser el lugar donde se formulen las alternativas políticas al neoliberalismo, que es tarea de las fuerzas políticas. El Psol, por una combinación de sectarismo y oportunismo, perdió la posibilidad de contribuir a la redefinición de la identidad y del programa de izquierda hoy.
El PT puede asumir el papel del partido de izquierda que lucha dentro y fuera del gobierno para quebrar la hegemonía del capital financiero, y por la construcción de una alternativa de izquierda al neoliberalismo.
Mas para eso precisa centrar sus debates en la situación de Brasil, de América latina y del mundo hoy. El tipo de partido que la izquierda brasileña precisa, es un instrumento para derrotar al neoliberalismo y para la apertura de un período histórico anticapitalista, socialista. Esa necesidad deriva del agotamiento del modelo neoliberal.
*Emir Sader, profesor universitario, Secretario Ejecutivo de C.LAC.S.O.,Director del Laboratorio de Políticas Públicas, Autor de numerosos libros y publicaciones.
*Amado Heller, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.