Adrian Berardi*
¿Por qué discutir una vez más el pensamiento marxista?, ¿por qué poner en discusión categorías que parecen arcaicas ante el avance sostenido de la ciencia?, ¿dónde se encuentra el error teórico en el análisis de la crisis financiera mundial? En este ensayo proponemos discutir al marxismo como ciencia, sin caer en dogmatismos, poniendo en relevancia la necesidad de volver a posicionar al pensamiento marxista como una ciencia, pero también como un arma de construcción política.
El trabajo enajenado invierte la relación,
de manera que el hombre,
precisamente por ser un ser conciente,
hace de su actividad vital,
de su esencia, un simple medio
para su existencia”
“Los hombres tienen una historia
porque se ven obligados a producir su vida
y deben producirla de un determinado modo”
“El defecto fundamental de todo materialismo anterior,
incluyendo al de Feuerbach, es que se concibe el objeto,
la realidad sensorial, bajo la forma de objeto de contemplación,
pero no como actividad sensorial humana,
como práctica, no de un modo subjetivo” .
Cuando el socialismo real mostró al mundo la grieta de un sistema frustrado, abarrotado por el autoritarismo, la falta de democracia participativa y autogestión, la corrupción y la burocracia inepta, los grandes intelectuales del mundo capitalista esbozaron una nueva máscara del capitalismo, el neoliberalismo, que formulaba el fin de la idea de lo colectivo y el (re)nacimiento del individuo como centro del sistema. Intelectuales como Friedman en su libro “The World is flat: A brief history of the twenty-first century”, o Fukuyama en su obra “The end of history” promulgaron el fin de la historia y la consolidación final y única de la hegemonía de los Estados Unidos sobre el resto del mundo; salvo raras excepciones todas las sociedades contemporáneas entraron en la nueva dinámica, donde nadie parecía tener la llave para abrir la compuerta a una lucha por la hegemonía y mucho menos argumentos teóricos para quitar el velo de aquella mentira renaciente de un nuevo sistema.
El capitalismo encuadró sus nuevas ideas amparado en el desarrollo tecnológico y comunicacional que el sistema-mundo fomentaba y sostenía como un avance para todo el planeta, mientras que el marxismo –la única oposición política y teórica real a las corrientes liberales – planteó analizar esos medios tecnológicos, encuadrados en el bienestar individual, como una nueva forma de enajenación y velo para encubrir las trasformaciones que los estados capitalistas pretendían implementar.
Si bien es cierto que no podemos considerar que la primera experiencia histórica generalizada de superar al capitalismo, basada en el marxismo (El Comunismo) – especialmente en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas- haya sido totalmente un fracaso, no se ha podido expandir mas allá de los límites estructurales impuestos por el mundo capitalista; pero la existencia de proyectos políticos basados en la perspectiva marxista fueron la demostración de una nueva forma social, basada en un poder popular y liderada por una vanguardia revolucionaria encuadrada dentro del nacimiento de una nueva alternativa de vida política, social y económica que alterara el orden mundial impuesto. Sin embargo, la construcción monolítica del poder, la centralización de las decisiones socio políticas, la variación de las proyecciones económicas y una carrera industrialista con los Estados Unidos –especialmente desde la URSS-, fue tornando esta experiencia en un estado de decepción donde las circunstancias externas fueron afectando cada vez mas a las internas. Sumado a la estructura monolítica, la creación de una burocracia institucional concentrada, la falta de democracia autogestionaria y la persecución política terminó por perforar los ladrillos de un muro que pronto comenzó a caer; junto con la URSS cayeron los sueños revolucionarios del siglo XX, pero nos dejó la experiencia de que una construcción inspirada en el ideal socialista, aunque no propiamente socialista, podía satisfacer las necesidades básicas de todo el pueblo, por primera vez en la historia de la sociedad civilizada. A pesar de esta experiencia –con sus aspectos positivos y errores por mejorar – todos los países, exceptuando raras excepciones dispersas, sin importar su construcción histórica, siguieron la marea luminosa del nuevo capitalismo (el neoliberal) como el único capaz de alimentar la construcción de nuevas sociedades, más capaces, más avanzadas, y mas “desarrolladas”.
El marxismo ha muerto, decían desde los poderes económicos del sistema mundial, mientras los grandes economistas leían “El Capital” de Marx para enfrentar a los oponentes teóricos del nuevo modelo económico. Un par de años les alcanzó para que los neoliberalismos viraran de una vez por todas a un patrón de acumulación financiero que tarde o temprano entró en crisis en todos los países del mundo y la atención hacia el marxismo fue rápida, concreta y universal. Ya hubo en la historia un ejemplo similar durante el crack de 1929, luego de que todas las bolsas del mundo se destruyeran como el efecto en cadena de la caída de la bolsa de Nueva York, y se dio nacimiento a lo que se conocería como el estado benefactor y la imposición de la corriente keynesiana de la economía –que nuevamente tuvo al marxismo como principal oponente-. Este nuevo proyecto económico se encuadró en una nueva perspectiva capitalista -¿más social?, y perduró lo suficiente hasta que el crecimiento demográfico, la competencia y la disminución de la tasa de ganancia obligó a alterar los pilares de este proyecto permitiendo el nacimiento del neoliberalismo.
La crisis capitalista actual, la primera del siglo XXI, llevó a que el marxismo volviera a renacer en las charlas de café, en las universidades y en las corporaciones; los gobiernos del mundo pedían asesoría a los gurúes de la economía para dar respuestas a la crisis financiera mundial, mientras que las organizaciones revolucionarias de todo el universo daban por hecho la caída del capitalismo y el nacimiento una nueva sociedad socialista. Lo cierto es que aún no se han encontrado respuestas para la actual crisis, pero la movilización social crece escalonada y sostenidamente. Así van naciendo o consolidándose los procesos reformistas de América Latina, los albores de revolución en los países del Asia y África, el nacimiento de sectores de acción colectiva en Europa y Estados Unidos que van marcando el giro de la realidad, el capitalismo neoliberal financiero había mostrado sus debilidades y era el único culpable de sus crisis.
Entonces ante esta falta de respuesta y crisis social latente, “El Capital”, uno de los libros más importantes para entender el mundo moderno, comenzó a salir de los sótanos de las librerías y fue comprado por gran cantidad de esos individuos des socializados, debilitados, distraídos, que creó el neoliberalismo.
El gran error al que incurrieron los teóricos del neoliberalismo, como Friedman y compañía, fue creer que el marxismo había muerto, olvidaron su importancia teórica, negaron su valor científico y especularon con que el cambio paradigmático era suficiente para el triunfo del ideal capitalista. Pero lo cierto es que el marxismo es una forma de análisis de las sociedades, y siempre que exista el capitalismo existirá el marxismo, aunque fracasen las construcciones políticas marxistas la discusión sobre la sociedad capitalista está envuelta en el marxismo, porque en realidad el marxismo conceptualiza al capitalismo como un modalidad histórica, como un modus operandi que varía a medida que cambia el proceso histórico, el capitalismo muta, renace y se autotransforma a partir de las crisis que este mismo genera ; es por esto que para comprender la vida del marxismo hay que considerar lo que esta teoría y método científico propone.
Dentro de la construcción científica del marxismo, el punto principal para comprender la realidad es que los hombres para poder vivir tienen que satisfacer necesidades básicas para su subsistencia (comer, vestirse, etc.), es entonces la producción de la vida material una “condición fundamental de la historia” , es la piedra fundante de toda sociedad y de toda nación, sin importar período histórico alguno, son “los individuos que producen en sociedad, o sea la producción de individuos socialmente determinada: este es el punto de partida” ; de esta forma el marxismo no está pensando solo en la sociedad de su época, sino que construye su método pensando al “capitalismo como una modalidad histórica temporal de la economía humana” .
Siguiendo el pensamiento marxista nos encontramos que, en su tesis número ocho sobre Feuerbach, Karl Marx afirma que “la vida social es esencialmente práctica” , la materialidad, lo realmente concreto, será la única forma de poder comprender la realidad; alterará de esta forma el mundo de las ideas cuando afirma que la condiciones de existencia solo pueden ser comprendidas si dejamos de creer que son las ideas abstractas las que construyen la realidad y pasamos a analizar las condiciones materiales de vida, dando origen al Materialismo – Histórico como la mejor forma de analizar la historia y el presente con el único fin de transformarlo.
Es así que Marx no construye sólo un modelo o idea política, él da nacimiento a un método científico que pretende esbozar las herramientas necesarias para construir un mundo mejor, para alterar los efectos perversos de los modelos económicos mercenarios que desde las grandes elites políticas e intelectuales se imponen al mundo; será el líder de una batalla intelectual que pronto fue política, y mas tarde la base teórica de todos los cuadros revolucionarios del mundo; pero Marx (junto con su inseparable colega Engels) no hacen del marxismo una moda que culmina con la caída del Muro de Berlín o el fin del socialismo real; el marxismo se encuentra instalado en el mundo capitalista como parte y como contra, el marxismo es el pensamiento teórico que logró quitar el velo del pensamiento liberal y demostrar que el capitalismo no es solo un modelo económico, sino una relación social que nos impone la necesidad de analizarla y trasformarla.
En este sentido, por ejemplo, la lucha de clases en Marx no podría ser definida sólo en la confrontación entre burgueses y proletarios –como pretenden los grandes intelectuales liberales que ponen en duda la categoría de proletario ante las transformaciones vividas en el mundo laboral –, sino en la contradicción inherente a la relación capital – trabajo (en cualquiera de sus formas) en el proceso histórico que se esté desarrollando. Por este motivo, Engels afirma: “El método materialista tendrá que limitarse a reducir los conflictos políticos a la lucha de intereses de clases sociales y fracciones de clases existentes, determinadas por el desarrollo económico y poner de manifiesto que los partidos políticos son la expresión política más o menos adecuada de estas mismas clases y fracciones de clases” . Siguiendo esta lógica vemos cómo en el “Manifiesto Comunista” de Marx y Engels no se desarrolla un análisis como evolución, sino como crisis y rupturas, en principio económicas, que dará pie al estudio de la lucha de clases considerando sus avances y sus retrocesos, dentro de una historia en continuo movimiento y contradicción. Además, la lucha de clases analizada dentro de un lógica dialéctica deberá, siguiendo el análisis marxista, ser explicada y estudiada con diferentes categorías según el estadío de su desarrollo donde se encuentra, es decir no se puede analizar un estadío económico estructural y un estadío político militar con las mismas categorías.
Esta posición crítica y de actualización permanente se ve ya en “Ideología Alemana”: “Totalmente contrario de lo que pasa en la filosofía alemana que desciende del cielo a la tierra, aquí se asciende de la tierra al cielo. (…) se parte de un hombre que realmente actúa” , y es esta cita ejemplificadora de la crítica que encara el marxismo a las concepciones de leyes y explicaciones inmutables que surgen para el estudio de las distintas realidades concretas, demostrando una vez más la necesidad constante de las categorías de análisis variables.
Quien haya dicho que el marxismo está muerto nunca pudo realmente interpretarlo, hoy la realidad capitalista hundida en crisis, va creando sus nuevos modelos y formas, mientras que la lucha social se envalentona en nuevas construcciones políticas que todavía no han encontrado sus forma, pero que como intuitivamente escribía Gramsci está avanzado de a poco en sus estadíos de lucha para conformar un todo capaz de derrotar la hegemonía neoliberal.
Argentina y Marxismo
El marxismo en la Argentina, lejos de las contradicciones académicas, tuvo un efecto lateral aunque influyente, pero con el tiempo fue timoneado por el peronismo que logró encubarlo en un frasco a presión del cual pocas veces pudo salir; no obstante, durante lo que se conoce como el período del “paradigma utópico – revolucionario” , el concepto político del marxismo se integró con las nuevas corrientes peronistas que nacieron con la proscripción de todo aquello referido a Juan Domingo Perón. La identidad surgida en la necesidad de cambiar el orden de cosas vigentes, llevó a que jóvenes – y no tan jóvenes- incorporaran en su construcción política conceptos marxistas que con el tiempo se fueron transformando en instrumentos de la resistencia peronista e incluso instalando la perspectiva de una lucha armada como vía hacia el cambio del status quo, acompañados por los avances del Comunismo chino y cubano, solventados en las luchas de Argelia y Vietnam. Estaba por demás claro el nacimiento de un peronismo mas cercano al marxismo que aquel que en la década del cuarenta perseguía a los incipientes gremios y organismos marxistas y comunistas que se instalaban en la Argentina. Un ejemplo concreto se encuentra en una cita de John William Cooke – conocido dirigente peronista – que en el año 1965 escribe: “Estamos obligados a detenernos en un repaso de la categoría marxista de alienación, a partir de la cual se puede pasar a la tipicidad de la alienación cultural argentina no como caso particular de la sociedad capitalista clásica sino como país dependiente económica y culturalmente, para recién proponer las bases para superarla” . El resultado de este giro político de algunos sectores peronistas está más que a la vista, y la creación de la Alianza Anticomunista Argentina resume la persecución que volvería a vivir el marxismo en este país.
Lo cierto es que el marxismo en la Argentina, al igual que en el resto del mundo, está revitalizando su importancia, e incluso es el perfil teórico que mejor nos permite interpretar la realidad. En un estadío político democrático que sentó las bases para la discusión de ciertos derechos sociales, el factor económico quedó enrolado en un denominado capitalismo regulado, en el que, como todo buen estadío capitalista, el Estado impone una suerte de pacificación de clases, bajo la idea central de regulación de la producción y la propiedad, manteniendo irrevocablemente la idea de un poder que se encuentra por encima de la sociedad, y mas allá de ella, pudiendo dominar, controlar y regular el conflicto naciente en tanto la existencia inalterable de una relación social entre capital y trabajo que mantiene y reconfirma la lucha de clases a la que nos referimos en líneas anteriores.
Ahora bien, desde la perspectiva marxista el Estado debe ser considerado de dos maneras, una el Estado con cuerpos armados especiales que esta a servicio de la burguesía para la preservación del sistema capitalista y que en la perspectiva marxista puede ser destruido por el proletariado a partir de una revolución que dará origen a un Estado Socialista que estará al servicio de la sociedad toda superando el estadio capitalista y que se extinguirá en tanto este será capaz de aniquilar las clase y con ellas la lucha de clases para entrar en un estadio comunista . Es decir que la teoría marxista no reniega del Estado ni propone su desaparición lisa y llanamente, sino por el contrario pretende demostrar que el Estado puede ser una herramienta de construcción política en beneficio de los sectores populares y una condición imprescindible para la transformación del mundo y de la verdadera democracia sin clases oprimidas u opresoras.
La situación argentina no es ajena a la del resto del mundo, la construcción de un nuevo modelo político no niega la necesidad de profundizar en los factores que hacen al modelo económico, excluyente, agobiante y enajenador; solo basta analizar el modelo agropecuario para encontrar las bases de análisis marxistas que nos permiten pasar de un primer estadío de propiedad comunal, a uno último de propiedad monopólica de la tierra y la producción.
Sin ir más lejos, categorías como competencia, ganancia, salario, clase obrera, consumo, fueron analizadas por Marx y Engels en lo más profundo de sus entrañas teóricas y lo hicieron viendo el centro del capitalismo mundial de su época, nada más ni nada menos que Inglaterra, y hoy están en discusión en toda América Latina. Simplemente podemos agregar que bajo la necesidad existente, constante e imperante de cambiar en forma radical el orden social vigente, nos encontramos en la necesidad de volver a la teoría marxista una y otra vez, porque en el fondo ¿para qué sirve el marxismo?, podría ser para armar un método de análisis en el que las fuentes del desarrollo o del movimiento de todos los fenómenos se encuentran principalmente en ellos mismos, en las contradicciones que contienen . Esto nos obliga a no llevar al marxismo a un dogmatismo –como quieren los gurúes capitalistas- y considerar aquellos aspectos desde donde la misma teoría marxista reafirma la necesidad de no caer en respuestas hechas. Así lo confirmaba Engels: “Ocurre con harta frecuencia que se cree haber entendido totalmente y que se puede manejar sin más una nueva teoría por el mero hecho de haberse asimilado” . De esta manera, la ausencia de focalización de las teorías marxistas ha llevado a una situación de vulnerabilidad que no existe realmente, y que nos vemos obligados a analizar constantemente.
Sin duda, este breve esbozo de algunas ideas marxistas, de su actualidad y vigencia, abrirá a críticas y sucintará enojos, pero es pertinente poner sobre la mesa la discusión de que el marxismo sigue vigente mientras el capitalismo siga reproduciéndose en los jardines de nuestros países y siempre que una relación, capital – trabajo, siga siendo foco de la construcción social donde la sumisión de unos sectores populares se encuentre atormentada por una intervención del Estado cuya hegemonía la tenga la oligarquía financiera del capital oligopólico, como sucede contemporaneamente sobre todo en países centrales del capitalismo. El propio marxismo muestra los caminos para que la lucha de clases incida en la acción del Estado para beneficio parcial de los sectores populares, como herramienta de lucha de estos sectores, en un proceso dialéctico de reforma-revolución que integra una de las bases de la teoría marxista.
[1] Marx, Karl (1995) “Manuscritos económicos – filosóficos”. Alianza, Madrid.
[2] Marx K. y Engels F. (2004) “Ideología Alemana”, Nuestra América. Buenos Aires.
[3] Marx, Karl (1969) “Tesis sobre Feuerbach” en Ludwig Feuerbach “Filosofía del futuro”. Calden Buenos Aires.
[4] Hobsbawm, Eric (2011) “Como cambiar el mundo”. Critica. Buenos Aires
[5] Marx y Engels (2004) “Ideología Alemana”. Nuestra América, Buenos Aires.
[6] Marx, Karl (2007) “Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política”, Tomo 1, Siglo XXI, España.
[7] Hobsbawm, Eric (2011) “Como cambiar el mundo”. Critica. Buenos Aires
[8] Marx, Karl (1969) “Tesis sobre Feuerbach”. Ediciones Calden, Buenos Aires.
[9] Engels, Fiedrich (2003) Introducción de F. Engels a la edición de 1895, en Marx Karl “Lucha de clases en Francia”. Prometeo, Buenos Aires.
[10] Marx, Karl (2004) “El dieciocho brumario de Luis Bonaparte”, Ulrica Ediciones, Argentina
[11] Gramsci, Antonio (1998). “Escritos políticos 1917-1933”. Siglo XXI, México.
[12] Pastore, Maria (2010) “La utopía revolucionaria de los años ´60”. Ediciones del signo. Buenos Aires.
[13] Cooke John W. (1965) “Bases para una política cultural revolucionaria” en La revolución inconclusa. Cuadernos de Crisis. Buenos Aires
[14] Lenin, Vladímir (2008) El estado y la Revolución. Prometeo Buenos Aires
[15] Engels, Fiedrech (2006) El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Nuestra América. Buenos Aires
[16] Expresión de Heller, Amado (Miembro del consejo editorial de Tesis 11) en entrevista informal
Engels, Fiedrech, “Carta a José Bloch” 21 de septiembre de 1890 en http://marxists.org/espanol/m-e/cartas/e21-9-90.htm
*Adrian Berardi, Sociólogo, Docente Universitario (UBA). Miembro del consejo de redacción de Tesis 11.
Muy estimado Amado
El contenido de la Revista es muy iteresante
Me impresionó sobre todo, el artículo sobre la necesidad de revalidar al marxismo como instrumento ideiológico
Un abrazo
Guga