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Leon Masac*
La Inseguridad (el delito y el crimen) aparece como cuadros en movimiento, diariamente, en la televisión; sin embargo las verdaderas tramas de esos hechos, muchas veces trágicos, permanecen ocultos, invisibles a los ojos, lejanas de aquellos que desconocen el sentir frío de una pistola o el vacío de perder inesperadamente a un ser querido. Pero también hay un desconocimiento del por qué y el para qué de un robo, un secuestro o un homicidio.
Este vacío de conocimiento ha sido inspiración para un sinnúmero de escritores que han encontrado en la inexplicable realidad cotidiana el marco de acción para sus cuentos y novelas; donde cuentan acontecimientos tan cercanos y tan lejanos al mismo tiempo.
En algunos casos la ficción se vuelve tan real que sentimos el escalofrío en la lectura, percibimos el gatillar de un arma, sentimos la tibieza de la sangre derramada; Reynaldo Sietecase logra que nos acerquemos a esos sentidos en su novela “A cuántos hay que matar”.
Allí, la realidad se cruza con la ficción cuando, con excelente picardía, Sietecase nos cuenta las tramas y los pormenores de un hecho delictivo en la Argentina contemporánea; cuenta cómo y por qué los delincuentes perpetúan el hecho, pero lo hace personificando, contando su realidad, su mundo, sus ilusiones y sus debilidades; donde lo correcto y lo incorrecto atraviesa las diagonales de la vida. Así se entre cruzan el relato de los delincuentes, de las víctimas, de los amigos y familiares de ambos.
El relato describe el antes, el durante y el después, dentro de un entramado social, político y económico donde el poder de matar no solo lo poseen aquellos que tienen las armas, donde el homicidio y la muerte no es una cuestión de clase; donde ser asesino o delincuente no está en los genes.
El gran acierto de esta brillante novela es mostrar dos realidades, dos mundos altamente distantes que estremecedoramente están muy cerca; donde el amor surge como una variable netamente inmaculada en el momento de tomar decisiones. Pero también muestra cómo la justicia mira con lentes de cerca sin observar el después y como una la sentencia no determina el fin del acontecimiento.
Sietecase nos pone a dudar, pone puntos suspensivos en nuestro pensamiento, nos generaliza, nos desclasifica, se pregunta ¿todos podríamos ser delincuentes o asesinos?, ¿quizás solo nos falta un buen motivo?, ¿de qué seríamos capaces?
Increíblemente la novela termina con el último punto y nos demuestra que seguimos viendo el mundo parcialmente visible, que la realidad no empieza y termina en la franja horaria del noticioso. El libro nos envuelve en un sinnúmero de interrogantes que quedan atrapados entre la ficción y una realidad inabarcable; entre lo cierto y lo incierto que recorre lentamente la línea del amor, el poder, el dinero y los valores morales, sabiendo que todo es una ficción… porque lo es ¿o no?
*León Masac, escritor aficionado (leonmasac@gmail.com).
Reynaldo Sietecase, periodista y escritor. Entre sus trabajos encontramos: Un crimen argentino (2002, Alfaguara) y el libro de cuentos Pendejos (2007, Alfaguara). Al mismo tiempo publicó tres libros de crónicas El viajero que huye (1994, Homo Sapiens) Bares (1997, Editorial Fundación Ross) y No hay tiempo que perder (2011, Aguilar). Además de seis libros de poesía[1].
[1]Para conocer más sobre Reynaldo Sietecase ingresar a http://www.reynaldosietecase.com.ar/