La última elección en Israel ha significado mucho más que una elección entre candidatos, si bien los factores personales han jugado su papel. La elección ha sido entre dos bloques que representan concepciones ideológicas antagónicas. Un bloque de derecha y un bloque de centro izquierda.
Predominó el bloque de derecha y eso puede tener consecuencias de largo alcance: puede significar el afianzamiento, tanto en el orden interno como en el externo, de corrientes nacionalistas y religiosas.
En lo interno significará un continuo crecimiento de la influencia de esas corrientes
en todos los aspectos de la vida, empezando por la educación y apuntando a dominar la justicia, y a soslayar a las minorías nacionales, en especial a la gran minoría árabe israelí; en lo externo, buscar el apoyo de los sectores más conservadores de los Estados Unidos, en especial, del partido Republicano. Significará también la continuidad del estancamiento de las negociaciones de paz con los palestinos, la negativa total a reconocer la existencia de un país árabe palestino independiente y la continuidad de la empresa colonizadora de las zonas ocupadas en Palestina y en Jerusalén Oriental.
Las consecuencias previsibles son un agudizamiento de la tensión y una eventual ruptura de relaciones con el gobierno de la zona autónoma de Palestina. Y un progresivo aislamiento internacional de Israel, incluso en su relación con las comunidades judías de distintos países, que están polarizadas en su actitud frente a Israel. Esto es especialmente visible en la gran comunidad judía de los Estados Unidos, donde hay sectores incondicionales y otros sectores críticos frente a la política del gobierno israelí; y ocurre también en otras comunidades.
Ante una perspectiva tan difícil, podemos preguntarnos por qué una mayoría de la población israelí votó por esa coalición. Las respuestas son múltiples: la persistencia de aspectos nacionalista religiosos, la convicción de que se están cumpliendo designios divinos con la ocupación de toda Palestina etc.; pero por sobre todo el temor. El temor heredado del Holocausto de que puedan repetirse acontecimientos destructivos para el pueblo judío. El temor no está sacado de la nada. Existen las amenazas de aniquilamiento de Israel por parte de los gobiernos del Irán y del eje Irán, gobierno sirio, Hizbalah y la presencia preocupante de movimientos islamistas extremos, como Isis, en la vecindad de Israel. La derecha nacionalista ha sabido tocar este punto sensible con mucha habilidad y arrastrar consigo, en nombre de la inseguridad y el temor, a personas que no comparten el resto de su concepción del mundo.
Pese a todo, hay motivos para pensar en la posibilidad de un cambio en un futuro no muy lejano. En primer lugar, la demostración de fuerza numérica del bloque de centro izquierda que sostiene reivindicaciones de tipo económico muy sentidas por la agudización de la diferencia en los ingresos, se muestra favorable a la paz y por un momento pareció destinado a ganar; hasta que, finalmente, la estrategia del temor, tanto en lo interno como en lo externo, invirtió la situación.
Lo paradójico de eso, es que la propuesta del bloque de derecha para resolver el conflicto es lo que en la teoría de solución de problemas se denomina hacer más de lo mismo, lo que obviamente lleva a una agudización del mismo. En cambio, una política de negociación y de paz, si bien no tiene recursos mágicos y no puede terminar con el conflicto de un día para otro, puede llevar a una disminución paulatina de las tensiones regionales e internacionales y, de esa manera, aumentar la seguridad y ayudar a afianzar el carácter democrático de Israel.
Citaré otros aspectos de la elección. Uno de ellos fue la presentación de un partido árabe unido que amalgama fuerzas dispares, que van desde el partido comunista hasta movimientos islamistas, pero cuya presencia, que lo transforma en la tercera fuerza dentro del parlamento israelí, muestra también la intención de explorar las vías democráticas para la convivencia entre judíos y árabes dentro de Israel. Ese partido formará ahora una parte muy importante de la oposición parlamentaria y precisamente, por su crecimiento masivo -tiene ahora 13 representantes en el parlamento-, fue utilizado por el gobierno como uno de los factores para atemorizar a las masas en el último momento del proceso electoral; por el contrario, su presencia es un motivo de esperanza para la causa de la convivencia y la paz.
Cabe señalar también que los representantes más reconocidos de la intelectualidad israelí, así como, en forma muy llamativa, varios veteranos prominentes de sus servicios de seguridad, han apoyado al bloque de centro izquierda. Dicho bloque tiene, pues, por delante, una perspectiva difícil, pero posible.
José Albero Itzigsohn
Jerusalen. Marzo de 2015