Revista Tesis 11 (nº 112)
(Internacional)
Dossier: China (1 de 2)
Pedro Brieger*
El autor analiza los cambios geopolíticos que está produciendo en América Latina la creciente relación entre China y la región, lo cual es causa de creciente preocupación de los EE.UU. y considera que “los gobiernos de América Latina y el Caribe también comprenden que su relación con China modifica el tablero internacional y casi todos creen que los favorece de una u otra manera.”
La revolución liderada por Mao Tse Tung en China en 1949 modificó el escenario político mundial. A nivel interno las transformaciones sociales y económicas colocaron a la naciente República Popular China en un camino de ruptura con el capitalismo. Esto, además, tuvo correlato en lo externo por el alineamiento con el llamado “campo socialista”. La revolución no logró extenderse a la isla de Taiwán donde se refugiaron los nacionalistas que la habían combatido y que se convirtieron en uno de los pilares de la política norteamericana en el este asiático. Por una cuestión meramente política y de alineamientos internacionales la “República de China” con sede en Taiwán ocupó un lugar en Naciones Unidas hasta octubre de 1971 que es cuando fue reemplazada por la República Popular China, dejando a la “República de China” sin el estatus de Estado legal. Sin embargo, su desarrollo económico apoyado por los Estados Unidos convirtió a la pequeña isla de Taiwán en un gigante económico funcionando de hecho como un Estado.
Desde la década del sesenta hasta mediados de los noventa hubo un enfrentamiento político y económico entre la República Popular de China y Taiwán que también se trasladó a América Latina. China se vinculó con Cuba y tuvo una influencia en algunos movimientos políticos de la región, apoyando incluso movimientos guerrilleros. Por el contrario, Taiwán, en su afán de lograr el apoyo internacional para ser reconocido como Estado, se vinculó a varias dictaduras latinoamericanas (como Paraguay) para contrarrestar la influencia de China y lo hizo principalmente a través de la ayuda financiera.
El gran cambio se dio con el gran salto económico de China en los noventa, su incorporación al mercado mundial capitalista y la apertura a las inversiones extranjeras. China se convirtió en una potencia que también podía competir en el mundo de la economía y su Producto Bruto Interno de 17,6 billones de dólares la convirtió en la primera economía mundial superando incluso a los Estados Unidos. A diferencia de las potencias coloniales europeas China ha impulsado su desarrollo en la producción manufacturera basada en su numerosa población y la exportación de sus productos a los países capitalistas desarrollados. No obstante, la presencia china en América Latina es motivo de controversias aunque no tenga las características de las relaciones que se establecieron con las antiguas potencias coloniales o los Estados Unidos, que consolidaron su presencia regional a través de la famosa Doctrina Monroe que decía “América para los americanos” y cuyas consecuencias se sienten todavía hoy con la ampliación de las bases militares norteamericanas.
China se convirtió en un gran comprador de materias primas de la región para impulsar su propio desarrollo y en un nuevo actor con poder de peso. El comercio entre China y Latinoamérica y el Caribe aumentó de 1000 millones de dólares en 1990 a 261 mil millones en 2012 gracias también a la ampliación de las relaciones diplomáticas y comerciales. Es más, se consolidó como el segundo socio comercial de la región y en casos como Brasil, Perú y México pasó al primer lugar. Es este nuevo contexto internacional el que permite comprender su participación en la construcción de un canal interoceánico en Nicaragua para tener control sobre una ruta marítima vital.
En lo político China ha tejido vínculos con el Mercosur, Unasur, Alba y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) con una clara orientación Sur-Sur además de ser uno de los fundadores del BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica). La primera reunión ministerial del Foro China-CELAC realizada en enero de 2015 en Pekín fue un reflejo del tejido de las nuevas alianzas. Allí el presidente de la República Popular China Xi Jinping dijo que el foro era un punto de partida para “perseguir el beneficio mutuo y las ganancias compartidas”. Allí también se planteó la creación de líneas de créditos preferenciales de 10 mil millones de dólares y un Fondo de Cooperación China-América Latina de 5 mil millones de dólares entre muchas otras propuestas de trabajo conjunto. Esto se suma a la asistencia crediticia cuyo monto ya excede lo concedido por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (http://www.nodal.am/2015/03/china-convertida-en-banquero-de-la-region-latinoamericana-por-ariel-noyola-rodriguez/)
La presencia de la República Popular China en América Latina y el Caribe preocupa sobremanera a los Estados Unidos. En la Casa Blanca son conscientes de que las inversiones, la ayuda económica y los acuerdos políticos afectan su propia influencia económica y política en la región. Por esta razón miran con lupa cada uno de los proyectos que involucra al gigante asiático. A raíz de la construcción del Canal interoceánico en Nicaragua en enero de 2015 la Embajada de los Estados Unidos en ese país emitió un comunicado donde reconocía que se había reunido con diferentes actores sociales y políticos para analizar el proyecto del Canal y manifestaban su preocupación por “la falta de información y transparencia que ha existido y continúa existiendo sobre muchos de los importantes aspectos de este proyecto”, como si el Canal se estuviera construyendo en su propio territorio (http://www.nodal.am/2015/01/embajada-de-eeuu-expresa-preocupacion-por-falta-de-informacion-en-proyecto-del-gran-canal/)
No cabe la menor duda que su principal preocupación es el cambio que la presencia china ya está produciendo en la región. Los gobiernos de América Latina y el Caribe también comprenden que su relación con China modifica el tablero internacional y casi todos creen que los favorece de una u otra manera
*Pedro Brieger, periodista, sociólogo, catedrático.