¡ CAPITALISMO SIN MAQUILLAJE!
Centenares de miles de refugiados de países de Medio Oriente y del centro y norte del continente africano pugnan por ingresar a Europa corridos por la muerte que los amenaza por dos motivos excluyentes: el hambre y la miseria a las que sometieron a sus países y la guerra que les ha sido impuesta por las políticas del imperialistas, tanto de los EE.UU. como de las potencias europeas con Alemania a la cabeza.
La crisis general del sistema capitalista, que no solo es económica sino también cultural, ambiental y humanitaria se intenta superar, por parte de los países más desarrollados, con una profundización del saqueo, el cerco económico, el apoderamiento de sus riquezas naturales y la intervención militar guerrerista al resto de las naciones, particularmente a las más a atrasadas o menos desarrolladas, victimas históricas de la ocupación y el colonialismo.
La combinación letal de ahogo y endeudamiento financiero que tiene como vanguardia de aplicación al FMI, la troika europea, los bancos multinacionales y los fondos buitres, operan sin discriminación alguna sobre el resto de las naciones, a las que han incorporado en el último período a sus propios socios del sur europeo.
Simultáneamente, la guerra, que siempre fue una herramienta decisiva del capitalismo para afirmar su dominio internacional de la economía, derribar gobiernos, ocupar países, apoderarse de mercados, riquezas naturales, destruir competidores y expandir su industria bélica, vuelve a utilizarse de manera generalizada y universal en los que algunos califican como una tercera guerra mundial.
El genial Jack London describió alguna vez, en una de sus obras maestras, el accionar de una jauría de lobos en las estepas y bosques nevados que, en busca permanente de alimento recorría el territorio en veloz carrera hasta encontrar una victima, a la que destrozaban para devorárselo, para volver de nuevo a su carrera en busca de la próxima; pero agregaba que, en esa frenética marcha también los lobos se prodigaban dentelladas entre los propios socios de cacería y que, cuando algún lobo era herido, el olor a sangre derramada hacia detener su marcha para que la jauría se devorara al herido.
Una experiencia de la vida salvaje que el capitalismo traslada a la realidad humana.
Es que el capitalismo, como afirmara Carlos Marx, llegó al mundo en medio de “sangre y lodo” seguirá en ese camino sin que importe en absoluto la muerte, el hambre y la degradación de la tierra que habitamos.
Así actuaron en las épocas del “descubrimiento” y colonización de nuestra America con la feroz y voraz explotación del oro y la plata y el genocidio de nuestros pueblos originarios que le sirvieron de trampolín de lanzamiento, la que continuaron con la caza de la población negra del Africa para utilizarla como mano de obra esclava. Con los mismos métodos actuaron para instalar el poder colonial en los cuatro continentes y más tarde, con idénticos objetivos y método salvajes construyeron política e ideológicamente el nazismo y el fascismo que desataron la segunda guerra mundial y sus planes de conquista de pueblos y naciones en Europa, en Asia y en Africa y así lo vuelven a repetir en la actualidad.
Guerra y ocupación de Afganistán, guerra y ocupación de Irak, respaldo a Israel para convertirlo en una punta de lanza en el medio Oriente con la apropiación de territorios que corresponden al pueblo palestino y sirio, cerco militar y económico a Irán, intervención militar y creación de fuerzas mercenarias para terminar con el gobierno de Kadafi en Libia, asesinarlo, apoderarse de su petróleo y liquidar el estado nacional. Creadores intelectuales y materiales del llamado Estado Islámico, a quien apadrinaron y armaron para derrocar al gobierno sirio provocando una guerra interna con pocos antecedentes por su bestialidad; aliento, respaldo e incentivación para el resurgimiento del nazismo en Ucrania, en una enumeración que no se agota con estas menciones.
Al interior de los propios EEUU, representación principal del imperialismo, renacen fuerzas al extremo reaccionarias y guerreristas como las que hoy conducen el Partido Republicano, con un candidato a Presidente como el multimillonario Donald Trump, favorito en las encuestas, con su política racista e imperial expresada sin ningún tapujo. El Donald Trump que culpa y convoca a expulsar a los inmigrantes mexicanos y centroamericanos por la crisis al interior de los EEUU, países a los que históricamente los EEUU explotaron, invadieron y condenaron al atraso y la dependencia, en particular a México a quien le robaron parte importante de su territorio.
Los centenares de miles de personas que caminan con lo puesto, con sus hijos pequeños centenares de kilómetros por los desiertos del norte africano hacia Europa y los que atraviesan el norte mexicano hacia los EE.UU.; los que se lanzan al mar Mediterráneo en balsas y barcos improvisados y mueren de a cientos y miles para tratar de salvarse de esa otra muerte más lenta pero inexorable, son el resultado inevitable de décadas y en algunos casos siglos de sometimiento y explotación del sistema capitalista, de guerras pensadas y desarrolladas para mantener esa situación.
La imagen del niño sirio ahogado y encontrado en las playas de Turquía desató reacciones en todo el mundo, algunas honestas y valorables que es necesario destacar y valorar, aunque no lo hayan hecho antes con otros miles de niños muertos y que siguen muriendo en las mismas terribles condiciones, y otras llenas de hipocresía, de chovinismo y racismo.
Ya nadie recuerda el Muro de Berlín, infinitamente más pequeño e intrascendente que estos otros muros de cemento y alambre de púas que comienzan a multiplicarse para “defender” las fronteras de algunos países de la “terrible amenaza” que significan otros seres humanos que luchan por su vida y la de sus hijos.
Muro y cerco en la frontera de los EEUU con México, muro y cerco en Israel con la explotada población Palestina, muro y cerco ahora en las fronteras de Hungria, cerco en el túnel que une Francia con Inglaterra, cercos de púas en Melilla y Ceuta con la paradoja de que este divide una colonia de un país europeo, España, de otro país Marruecos pero en pleno territorio africano. Represión, gases, palos, detenciones y reclusiones en ghetos y campos que emulan con los del nacifascismo.
Los gobiernos europeos actúan como quien tiene una papa caliente en sus manos lanzándosela unos a otros.
Dividamos en cuotas a quienes ya han ingresado a Europa sugieren algunos, diferenciemolos para discriminarlos entre “refugiados de guerra” o “inmigrantes económicos” dicen otros, que se queden los del sur con los arribados afirma un tercero.
La Francia de la “igualdad, fraterni….etc” decide que hay que bombardear con más fiereza el territorio sirio, ignorando el coctel fatal que ellos mismos crearon cuando armaron, entrenaron y les compran el petróleo a los milicianos de ISIS (buena parte de ellos reclutados en la propia Europa) y las bombas que arrojaron indiscriminadamente y que volverán a caer sobre las cabezas de poblaciones que, con absoluta lógica, seguirán escapando de ese infierno, anunciando además que van a entregar más armas a los “moderados” (¿?) opositores al gobierno sirio (que vendría a ser “los nuestros” pero que no cortan cabezas).
La Alemania, que no tuvo piedad alguna con los griegos para hundirlos en la miseria, aceptan una porción de quienes ingresan a su territorio, siempre que no sean africanos de color, apuntando a los trabajadores calificados y profesionales a quienes ocuparan por menos salario y multiplicarán las ganancias de sus monopolios.
Una de las banderas, sino la principal del capitalismo, ha sido la del “libre mercado”, la libre circulación de capitales y mercancías sin fronteras ni restricción alguna, mientras contradictoriamente, solo en apariencia contradictoriamente, en realidad coherentemente con sus políticas de dominación son “proteccionistas” extremos para limitar, expulsar, rechazar la libertad de hombres y mujeres de ingresar a sus países.
La dramática situación planteada no tiene visos de solución ni el corto ni en el largo plazo, quizás puedan atenuarla transitoriamente, a fuerza de represión y muerte, para que vuelva a desencadenarse nuevamente con consecuencias aún más trágicas. La voracidad genética del sistema capitalista de acrecentar y concentrar siempre sus ganancias los impulsa dejando de lado cualquier prejuicio humanista que pueda detener ese proceso.
Este capitalismo, que es el capitalismo de antes, cuando impuso su sistema de dominación a fuerza de mano de obra esclava, de explotación extrema, de crimen y de guerra, de saqueo, hambre y miseria es el mismo capitalismo de hoy y será el del futuro si la humanidad no le abre camino a la construcción de otra sociedad, a una sociedad sin explotados ni explotadores. Por ello cada día se hace más vigente aquella consigna que levantara Rosa Luxemburgo: “Socialismo o Barbarie”.
Alberto Rodriguez
Secretario de la Asociacion Taxistas de Capital