DESPUES NO DIGAN QUE NO SE LOS ADVERTIMOS

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Por Víctor Oscar GARCIA COSTA

Ya lo hemos dicho cientos de veces y es, además,  de público conocimiento, pero vale la pena reiterarlo, sobre todo para los que no nos conocen, para que sepan de dónde venimos, qué pensamos y hacia donde vamos. No somos peronistas. No somos kirchneristas. Aunque desde la década de los años 60 hemos venido acompañando de alguna forma a ese movimiento popular, en vida de Perón, con el que conversamos muchas veces sobre éste y otros temas, y después de Perón, en vida de Kirchner y depués de Kirchner. Somos socialistas, con lo que estamos diciendo que aspiramos a la construcción de una sociedad igualitaria sin explotadores ni explotados, lo que supera en buena medida el programa nacional y popular que hoy apoyamos, una sociedad justa e igualitaria a la que no renunciamos. Estamos convencidos de que el Socialismo llegará, algún día, pese a todo y a todos, incluidos  muchos que se dicen socialistas y hasta los propios beneficiarios.

No se crean el cuentito del “vamos todos” o “todos juntos podemos”. No podemos ir todos juntos porque tenemos intereses distintos y vamos a distintos lados. Unos son los intereses de los trabajadores y otros los de la oligarquía, unos son los intereses de la Nación y otros los del Imperio. El domingo 22 de noviembre, por vía del balotaje, se enfrentarán dos países y dos partes de nuestra sociedad, aunque esas partes o sectores de esas partes no alcancen a comprender el papel que conciente o inconcientemente habrán de cumplir con su voto. Por un lado, la clase trabajadora, la clase media, la pequeña burguesía nacional, los pequeños propietarios, comerciantes, profesionales, técnicos. Por otro lado, la oligarquía nativa, el imperialismo político, económico y financiero y sectores mercenarios de diversa ubicación dentro de las clases sociales, con lazos evidentes con los mecanismos económicos y financieros del Imperio. Como consecuencia  de esos intereses distintos y de esas ubicaciones que los enfrentan, se plantea en el seno de la sociedad argentina una contradicción fundamental que podemos resumir en la oposición Imperio-Nación. O se está con la Nación y con su pueblo o se está con el Imperio y sus sirvientes. No son las caras de los candidatos, ni su propaganda, lo que estará enfrentado el 22 de noviembre; son dos proyectos de país: un país integrador de los sectores menos favorecidos en la distribución de la riqueza y un país oligárquico dependiente de los mandatos del imperialismo político, económico y financiero.

Queremos decirles qué es lo que va a ocurrir en Argentina si triunfa el Imperio y sus mercenarios nativos, representados en la candidatura de Mauricio Macri. No inventamos nada porque lo hemos vivido muchas veces, a lo largo de muchísimos años y porque lo han venido anunciando sus propios candidatos. Nos gustaría pedirle al lector que recorte este artículo, lo conserve y vuelva a leerlo dentro de sesenta días.

Las medidas que inexorablemente tomará un gobierno de Mauricio Macri, comenzará con una devaluación del dólar de no menos del 50%, que inmediatamente se trasladará a los precios de los artículos de primera necesidad y a los combustibles. Abrirá las importaciones,  lo que significará el cierra de cientos de pymes (textiles, del cuero, del juguete, etc. etc.) lo que conducirá al despido de miles de trabajadores. Producirá una inflación galopante que hará inviables las convenciones colectivas de trabajo, a las que consideran fascistas. Piénsese que si la devaluación será del 50%, el piso de las paritarias deberìa ser como mínimo del 50%. Dejará sin efecto las políticas de subsidios de la electricidad, el gas y el transporte, entre otras. De modo que, por ejemplo, un consumo eléctrico pasará de $ 50 a  $ 200. En materia de transporte el boleto mínimo alcanzará los $ 10. Como consecuencia de todo ello, aumentará el desempleo, y disminuirá el consumo. Se terminarán los créditos porque nadie los podrá pagar. También terminarán los diversos planes de integración social. Negociarán con los fondos buitre en condiciones tales que adquiriremos una deuda que superará, como mínimo, los 20.000. millones de dòlares. Intentará desprenderse de las empresas del Estado: YPF, Aerolíneas Argentinas, Ferrocarriles, Fondos de Jubilaciones y Pensiones, entre otras. Paralizarán el incremento jubilatorio de dos veces por año. Los despedidos y los sin trabajo no tendrán la alternativa de exiliarse porque el mundo está en crisis. Las consecuencias sociales del empobrecimiento general son inimaginables

Estimado lector, corte este artículo, guárdelo, reléalo  en 60 días y si lo que decimos aquí resulta cierto, autocacheteese frente al espejo. Aunque, en verdad, nos parece mejor que vote por Daniel Scioli.

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