Revista Tesis 11 (nº 116)
(Argentina/elecciones 2015)
Claudio Esteban Ponce*
El nuevo rumbo político y económico elegido en la Argentina está signado por el retorno a viejas políticas dejadas de lado a partir de la crisis del 2001. Tratar de entender las razones que motivaron que el electorado argentino haya elegido un gobierno de derecha conservadora, puede ayudar a dilucidar el camino a seguir para desarrollar mayor conciencia social y política, mayor educación para la libertad, incrementando la responsabilidad ciudadana en la construcción de una sociedad más democrática y menos intolerante.
Las elecciones presidenciales del 22 de noviembre en Argentina hicieron posible que por primera vez en la historia de este país la derecha conservadora llegara al gobierno sin mediar un golpe de Estado. Más allá de las especulaciones respecto de la estrecha diferencia expresada en el balotaje, la alianza que nuclea los sectores tradicionales venció a la fuerza política que gobernó los últimos doce años. Este inesperado resultado llamó profundamente la atención y merece que el hecho sea analizado y pensado con el objeto de intentar descubrir las razones que lo hicieron posible. ¿Cómo se puede entender que la mitad más uno de los votantes haya optado por una propuesta económica y política que retrotrae el escenario a los años precedentes a la crisis del 2001? ¿Qué razones motivaron que muchos de los que fueron beneficiados por las últimas tres gestiones de gobierno peronista luego votaran en contra? ¿Por qué parte de la clase trabajadora votó contra sí misma? ¿Qué errores del propio peronismo provocaron la derrota electoral? ¿Qué rol jugó la estructura de carácter social internalizado en la sociedad argentina?
Todo hecho histórico que se pretenda indagar demanda la búsqueda de razones que lo produjeron. Como siempre sucede, nunca se trata de una sola causa que lo genera, sino que refiere a múltiples factores que derivaron en el hecho analizado. En primer lugar, el crecimiento de la derecha no es un fenómeno aislado que solo afecta a la Argentina. En América Latina se observó un aumento en las tendencias neo-conservadoras en Venezuela, Brasil, Paraguay, Chile y hasta en Ecuador, sin mencionar la alianza del Pacífico o México y Centroamérica donde esta corriente nunca dejó de ser muy fuerte. En Europa, la derecha no solo se encuentra gobernando los países más poderosos, sino que aun en los Estados que están en crisis los siguen eligiendo. Si así no sucede, sus adversarios una vez en el gobierno continúan con sus estrictas recetas. El conservadorismo político, ligado al neo-liberalismo económico comenzó a mostrar su verdadero rostro: guerras preventivas, racismo, marginación, xenofobia, y otros tantos ingredientes que van formando las características de una representación socio-política simbolizada por la nunca olvidada cruz esvástica.
En Argentina, el capital concentrado tuvo en el gobierno a un enemigo durante doce años. No por ser una gestión de signos extremistas sino por entender que era sano para el país aplicar un desarrollo económico keynesiano donde el Estado jugara un rol importante en la economía. Luego de muchos intentos desestabilizadores, el electorado, quizás sin demasiada conciencia de lo que hacía, les dio la posibilidad de gobernar a quienes fueron los representantes políticos de ese “capital concentrado” durante la última década. ¿Por qué?
Es una evidencia que lo que sucede en Argentina en particular está relacionado con el mundo en general. La crisis económica europea, la “política del garrote” de los EEUU y la profundización de modelos reaccionarios con la excusa de la defensa frente al “temor” que provocan los “hechos de inseguridad” o de un hipotético terrorismo, atentan contra la democracia y favorecen el falso dilema de preferencia entre “seguridad o libertad” que solo tiende a legitimar el desarrollo del autoritarismo.
El capitalismo en su faceta más radicalizada muestra su esencia contraria a la democracia y la libertad de los hombres. La lucha feroz por el “poder como dominación”, hace que cualquier recurso sea válido para mantener la lógica del control de los “más aptos” sobre la vida de los que “nacieron para ser explotados”. Para que esto sea posible fue y será siempre necesario infundir temor. El miedo hizo posible que Hitler consolidara su poder, en esto la historia debería enseñarnos que el “miedo siempre fue mal consejero”, y ese “miedo” es lo que hace factible, tal vez por inconciencia, que los hombres vuelvan a cometer los mismos errores del pasado.
La sociedad argentina devenía de una crisis terminal en donde sus integrantes pedían a gritos desaforados ajusticiar a sus representantes políticos. El descreimiento en la praxis política era absoluto, y la decepción parecía eterna. Luego de tocar fondo, una nueva propuesta salida de las continuas y diversas mutaciones del movimiento popular peronista, reencausó al país en el sendero del desarrollo, y no conforme con eso, revalorizó la política y generó una confianza ya olvidada que trajo como recuerdo a la Argentina de los 1945 al 1955. El “kirchnerismo” hizo recuperar la fe en la “posibilidad” de vivir en un país normal. Ahora bien, luego de una primavera de doce años, de recuperación del trabajo y del mejoramiento de la calidad de vida, la sociedad parece haber olvidado nuevamente que esto no fue siempre así. El bombardeo mediático sobre la “inseguridad”, el miedo que ésta cuestión generó en los sectores medios urbanos, la mezquindad de oponerse a que el mejoramiento sea para todos, el egoísmo y la estúpida creencia en el individualismo que contradice todo proyecto colectivo, coadyuvaron al bloqueo de la memoria colectiva. El bloqueo de la memoria puede resultar la expresión de “un mecanismo de defensa contra la responsabilidad que implica la libertad”. El olvido pasaría a ser “un mecanismo de evasión” del compromiso ciudadano para que “otro”, una “autoridad ajena a la sociedad”, se haga cargo de esas responsabilidades que demandan participación y compromiso colectivo.
El miedo desempeñó un rol crucial para que aflore la esencia de un carácter autoritario latente en la sociedad argentina. En términos relacionados al análisis que Erich Fromm hizo del nazismo, la “alienación de la libertad” en la decisión absoluta de una “autoridad” le quitaría al ciudadano común la responsabilidad política de participar y defender los derechos logrados en la democracia. La “alianza cambiemos”, que representa en realidad a la “alianza de los poderes concentrados” asociados al capital extranjero, contó con la ayuda de las corporaciones mediáticas, económicas, sociales y culturales que durante todos estos años desestabilizaron y libraron una batalla cultural para lograr la “colonización semiológica de las subjetividades” con el objetivo de instalar en la sociedad el temor a ser cada día más libre.
La misma “técnica” de infundir temor que en el pasado utilizó brutalmente el Terrorismo de Estado entre 1976-1983, con una metodología más adecuada a los “tiempos republicanos”, fue la que utilizaron los poderes locales y extranjeros contra la transformación iniciada en el 2003. Si lo pensamos desde la óptica de Pierre Bourdieu en su análisis sobre la televisión, el miedo transmitido como un “fast food” cultural pre-digerido y asimilado por las masas como una “verdad” referida al peligro que corría la Argentina de continuar con el modelo keynesiano, no solo “asustó al burgués” sino que promovió el apoyo de sectores subalternos de la sociedad a quienes históricamente fueron sus explotadores. En una misteriosa relación simbiótica y sado-masoquista la dialéctica del “amo y el esclavo” no pudo ser superada.
Los hechos histórico-políticos también merecen autocríticas. En el Frente para la Victoria debería llamarse a la reflexión e identificar a quienes defeccionaron en favor de sus intereses particulares, no con la intención de hacerles un “juicio revolucionario”, sino con el propósito de separar de una vez y para siempre el “pejotismo” fascista que tanto daño hizo históricamente a la clase trabajadora. De una vez por todas quitar del movimiento nacional y popular todos los rasgos conservadores que muchos utilizan para enmascararse como peronistas al solo efecto de enriquecerse. Lo mismo debería ocurrir en el interior de los sindicatos, va siendo hora de acabar con la “burocracia sindical” que siempre impidió la profundización de derechos democráticos en el seno de los gremios. Terminar de una vez y para siempre con los pseudos-sindicalistas que siendo grandes empresarios se disfrazan de defensores de los trabajadores. “No se puede servir a dos Amos”, o estás con Dios o servís al diablo, y muchos de estos dirigentes ya tiene la “camiseta del diablo”. Se espera que el replanteo promueva un debate muy fuerte y renovador que posibilite la democracia sindical.
Los tiempos por venir no auguran felicidad para los sectores subalternos de nuestro pueblo. Pero estos sectores también deben reflexionar y aprender que ellos no quedaron al margen de la responsabilidad que Macri haya sido electo presidente. No se llega al 51,4% de los votos sin el apoyo de una parte de la clase trabajadora, y considerar que los lúmpenes lo votaron no alcanza para crear conciencia. La política se vio invadida por la “anti-política”. En realidad, la “alianza cambiemos”, detrás de sus vacíos discursos sobre una absurda felicidad, esconde frías intenciones que solo tienen por objeto el capital. Si se piensa que el “capital” no tiene moral, ni banderas, ni le interesan las ideologías y su único objetivo es la “acumulación”, se puede deducir el motivo que llevó a Macri y sus aliados a elegir el futuro gabinete nacional y entender qué políticas públicas se tendrán que enfrentar. De allí que la única forma de resistir y enfrentar a la “anti-política” es haciendo cada vez más y mejor política. Política de base, territorial, de militancia cultural, de conciencia de clase en el sindicato, y de mucha inteligencia frente a la vacuidad del interés mezquino e ignorante. Como siempre el camino a la utopía no tiene fin…
*Claudio Esteban Ponce, licenciado en Historia, miembro de la Comisión de América Latina de Tesis 11.
en un todo de acuerdo con lo vertido o el Cro.Ponce
Muy de acuerdo con el análisis histórico y político desarrollado por el Compañero Claudio Esteban Ponce.!
Excelente síntesis de la actualidad política. La lectura de este artículo me llevó a recordar las siempre alentadoras palabras de E. Galeano. Hoy mas que nunca y para enfrentar los dolores que vendrán, la “Utopía” es nuestra mayor fortaleza para seguir deseando alcanzar un país más justo. Ella nos pertenece y nos permitirá enfrentar las amenazas del “tiempo del miedo”. La memoria del pasado reciente está activa en muchos de nosotros y nuestras conciencias, más afloradas que nunca. Sus intentos de paralizarnos con el miedo no llegarán a término. Sabemos que el pueblo siempre se movilizó aún en los momentos más sangrientos de la historia, y sabemos también que, paradójicamente, son ellos los que hoy sienten miedo.. ” miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue, y a lo que puede ser, miedo de morir, miedo de vivir…” nosotros no. Somos muchos. Estuvimos, estamos y estaremos, como el 9 de Diciembre, y como hicimos siempre.