Revista Tesis 11 (nº 116)
(Argentina/elecciones 2015)
Ricardo Rouvier*
Si observamos los acontecimientos de las últimas elecciones nacionales, podemos ver que la real derrota del FpV se produce el 25 de octubre y es ese hecho el que precipita el resultado del posterior balotaje. En octubre, la situación fue paradójica porque a nivel nacional el FpV ganaba pero en realidad perdía, y Cambiemos al revés. Había un clima previo favorable a que Scioli tenía una distancia mayor sobre Macri o ganaba en primera vuelta.
Claro que el fracaso del FpV en el principal distrito nacional fue decisivo, (no sólo por su peso poblacional sino también) por el carácter de bastión peronista que tiene la Prov. de Bs.As. Ya desde las PASO se empezaron a mezclar las idas y vueltas en la interna del Partido, primero con Randazzo y después con la disputa interna sobre la gobernación de la Prov. de Bs.As. y sus consecuencias entre Aníbal Fernández y Julián Domínguez. En las PASO ganó como candidato a Gobernador precisamente quien no tenía chance de ganar por afuera del FpV. Toda la estrategia electoral respecto al distrito más importante fue desacertada y fue el factor clave de la derrota nacional del FpV.
Con mucha anticipación se sabía que el balotaje era el peor escenario para el oficialismo y lo ideal era ganar en primera vuelta. Scioli logró imponerse en su territorio, pero las diferencias tan escasas muestran que la penetración del voto macrista que ya se había hecho presente el 25 se mantuvo.
Un tema especial que debería ser considerado y analizado es la composición del voto de Cambiemos, más específicamente del voto a Macri y examinar los consensos populares al Proyecto del kirchnerismo en espacios de concentración urbana como el conurbano bonaerense, el gran Rosario, o en la periferia de Córdoba y Mendoza.
Macri obtuvo un 24,28% de votos propios en las PASO del 14 de agosto, creció 10 puntos el 25 de octubre; o sea superaba el tercio de votos, pero no mucho más. Scioli, en cambio desciende su porcentaje en las elecciones nacionales; había obtenido en las PASO, sin competencia interna, un 38,41% y pierde un poco más de un punto en Octubre. En el balotaje Macri crece 17 puntos, provenientes sobre todo del voto a Massa, a Rodríguez Saá, a Stolbizer; al voto en blanco o de los que no votaron. Scioli creció 12 puntos. O sea, ningún candidato arrasaba o ganaba con holgura como fue en el 2011 o en el 2007. La oposición alcanzaba apenas a ganarle al oficialismo kirchnerista, y Scioli no lograba pasar el 50%, retenido por los factores negativos de un voto por la continuidad, ya que no se lo receptaba como suficientemente libre para conquistar votos independientes. No obstante, Scioli creció y terminó haciendo una buena elección, evitando un efecto muy negativo sobre él y sobre CFK.
Sería un error creer que los votos obtenidos por el ex gobernador son todos de CFK, o que los votos son genuinos votos a Scioli. En ese 48,6% hay una porción de votos negativos a Macri.
Podemos decir que en el largo plazo, los tres períodos continuados del kirchnerismo. muestran la eficacia del espacio para construir y conservar poder legal dentro de un proyecto populista que sufre la incomodidad del régimen liberal; que impone sus reglas con el cronograma democrático y el sistema de representación. Esta situación de participar en el intrasistema y cuestionarlo es clave para comprender las contradicciones en la evolución del progresismo latinoamericano.
Es indudable que un desgaste natural por el tiempo transcurrido retaceó el apoyo de algunos votos al FpV, también la disminución de las expectativas económicas, aunque en esta elección este último factor tan crítico no ha jugado en forma decisiva. Sí ha sido un factor más determinante en lo regional, en sectores productivos del interior que están afectados por la caída internacional de los precios primarios, el tipo de cambio y la presión impositiva. Macri, en las regiones de mayor actividad agropecuaria obtuvo ventajas considerables; sobre todo teniendo en cuenta la irresolución de un conflicto entre el gobierno de Cristina y el campo que llevó 7 años.
El perfil del voto a Macri , en el balotaje, mostró un ensanchamiento de sus bases sociales, pero en la avanzada final la clase media jugó un papel importante. Hubo un voto transversal para el actual Pte., que abarcó a los sectores medios altos y altos, pero también, y este es un dato central, una fuerte penetración en los sectores medios bajos y bajos. Esto último se considera, en clave política, como votos perdidos por el peronismo / kirchnerismo, sobre todo en el trabajo territorial. La distribución sociodemográfica del voto a Macri muestra que en el 2do y 3er cordón del connurbano, el gran Rosario, y en otros espacios sociales de bajos ingresos; ganó o hizo una buena performance.
Esta elección fue la culminación de una consolidación de la oposición al k. (el PRO como columna vertebral de Cambiemos) que venía constituyéndose desde hace más de una década, pero que por varios años no había trascendido el espacio municipal porteño. Surgió como oposición al proyecto kirchnerista y, por lo tanto, se ubicaba más allá de su autodefinición, en una alternativa a centro-derecha. Decimos, más allá de sus definiciones porque como ocurre en buena parte del mundo con la nueva derecha se caracteriza por la falta de la asunción de un perfil ideológico. Se ubica en el tiempo de la pospolítica en que la ideología es sustituida por la gestión. Pero, finalmente, es una expresión moderna de la ideología de derecha en momentos post guerra fría, y a la falta de alternativa a la hegemonía capitalista en el mundo.
También hay que mencionar méritos en la candidatura de Daniel Scioli, porque a pesar de tantas vicisitudes vividas desde mucho antes de ser candidato, cuando la convivencia con Néstor y Cristina no fue un lecho de rosas, tuvo la voluntad presidencial y se lanzó a conquistarla con la ambición de un político, inclusive superior, a él mismo. Desde el momento en que expresó su intención, muchos kirchneristas se encargaron de señalarle los defectos y las distancias con la pureza ideológica y la carencia de representación del gobernador.
Esto no niega reconocer las limitaciones de Scioli en relación al proyecto kirchnerista, pero se castigó con fuego amigo a Scioli como si fuera un paracaidista polaco. La gran pregunta que hay que hacer es: ¿Porqué el kirchnerismo no tuvo sucesión kichnerista?. Sabemos que el k. sin el peronismo perdería competencia electoral. Pero, también hay que señalar que el peronismo estaba a la deriva en el 2003 (con tres neolemas en las elecciones de entonces), hasta que Néstor Kirchner lo rescató.
Hoy se va desplegando la agenda de Cambiemos en la que figura con urgencia y prioridad, las cuestiones de la macroeconomía que supone aplicar lo anunciado en materia cambiaria y fiscal. Y también su reacomodamiento en las alianzas internacionales, despejando el camino para una relación directa y mejor con los EEUU, con la Alianza del Pacífico y con el Brasil, pero no con los países progresistas.
Con una legitimidad indiscutible pero acotada, Macri comenzará su gobierno, contando con un poder institucional-legislativo limitado. Por lo tanto, es tan urgente definir el tipo de cambio, o la cuestión del cepo, como construir poder. En ese camino, el Frente Renovador es la primera meta, junto con bloques más pequeños como los de R.Saá, o del MPN neuquino, etc. Por supuesto que Massa colabora, pero con un ojo puesto en la interna peronista, partido al cual el ex intendente de Tigre quiere conducir. Aunque también quieren conducir al peronismo: Urtubey, Randazzo, De la Sota, y otros. Todos quieren superar la derrota produciendo una renovación interna en el PJ, pero hay que considerar que CFK , a pesar de su negativa a conducir en forma institucional al Partido, sigue siendo la protagonista de mayor poder. La capacidad de convocatoria en Plaza de Mayo a horas de su finalización de mandato es demostrativa de que no hay, todavía, ninguna figura que la pueda eclipsar. Sin embargo, en el peronismo hay un estado deliberativo mayor al que recogen los medios.
Las elecciones generaron un cambio de gobierno y también un cambio de signo político. En nuestra opinión, la mitad de la población no voto por la “derecha”. Pero eso sí, su voto tendrá consecuencias favorables a la élite de derecha compuesta por empresarios (sectores agropecuarios, industriales y financieros), políticos, grandes medios de comunicación y otros. Poco a poco, el mercado irá tomando mayor dominio sobre la dinámica económica.
Se abre un escenario problemático tanto en el oficialismo, que tiene que construir poder con un programa económico no popular, como en la oposición que tiene que reorganizarse. La alianza tácita peronismo / kirchnerismo deberá ser ratificada y reformada. ¿Reformada?. ¿ Cómo articulará Cristina a los distintos sectores del FpV.?. ¿El peronismo de los gobernadores, intendentes y sindicalistas harán un replanteo de la alianza con el kirchnerismo?. Sea cual sea el futuro de la reconstitución, se necesitaría una visión más amplia y de mayor participación de las organizaciones y de los adherentes de la que se ha ejercicio en estos últimos años. Más democracia interna y menos encierro puede ser una buena fórmula para recomenzar.
*Ricardo Rouvier, sociólogo, analista político.