Francia: Tensiones sociales… con telón de fondo de final de un ciclo político!

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Revista Tesis 11 (nº 118)

Dossier: situación en Francia (1 de 3)

Hédi Sraieb*

Traducido del francés por Carlos Mendoza**

Las políticas neoliberales implementadas por el gobierno de derecha de Sarkozy y continuadas por el gobierno socialdemócrata de Hollande. Sus consecuencias en el sector asalariado y demás sectores populares y su reacción.

La involución del Partido Socialista Francés, desde posiciones socialistas hacia un liberalismo de centro en lo político y de derecha en lo económico y social.En estos tiempos de fiesta futbolística, la Eurocopa-2016, organizada en todo el territorio francés y que debería tener lugar a lo largo de Junio para terminar en apoteosis con la final el 10 de julio, el corazón de los sectores populares no está ahí!!!

Al menos para grandes sectores de los estratos asalariados involucrados en una verdadera pulseada, durante casi tres meses, con el gobierno socialista. A pesar de la decoración de ocasión, París y las ciudades provinciales no parecen participar de esta fiesta. Transporte público interrumpido, la recolección de basura suspendida, escasez de combustible, manifestaciones en todo el territorio. Un conflicto que se originó en un proyecto de nueva ley laboral.

Un movimiento social en una escala sin precedentes bajo un gobierno socialista. Sólo los gobiernos de derecha en 2006 (Contrato Primer Empleo) y en 2010 (jubilaciones) habían experimentado tal descontento;  que los llevó por otro lado a abandonar esos proyectos.

Sin embargo, la elección de François Hollande y su amplia mayoría parlamentarian había suscitado muchas esperanzas, después del quinquenio cínico y desastroso de Nicolas Sarkozy (2007-2012). Afuera entonces la derecha más reaccionaria y más desinhibida para mostrarse abiertamente del lado de las grandes empresas. Con la elección de Hollande y su fuerte mayoría parlamentaria, las capas medias y bajas creían deshacerse de las políticas sociales regresivas que habían aumentado el desempleo y reducido significativamente el gasto público. Un “estado de gracia” que iba a ser de corta duración. Muy pronto el gobierno socialista que se había comprometido a renegociar los tratados de la UE iba a renunciar a su promesa. Hollande y su gobierno aceptarían el “tratado fiscal” que prohíbe el déficit público más allá del 3% y un techo de la deuda pública no superior a 60% del PBI, so pena de sanciones. Peor aún, dan la espalda a la promesa reformista -el corazón de esa corriente política- de sostener el poder adquisitivo de los salarios, mejorar los servicios públicos y darle un tratamiento social al desempleo. Un giro de 180° nunca visto en los “socialistas franceses”.

A partir de 2012 los dirigentes socialistas van a optar deliberadamente por una política que vamos a calificar provisionalmente de “social-liberal” y que vamos a explicar un poco más adelante en este artículo.

Qué pasó? ¿Por qué el gobierno de Hollande  eligió bruscamente alinearse con la visión más ultraliberal fuertemente instalada en las instituciones europeas como en la conducta de muchos estados europeos?

El discurso mismo de los socialistas franceses ha cambiado. Abandona la fraseología de izquierda, que tenía hasta poco tiempo (mi único enemigo es la finanza decía Hollande), para adoptar sin el más mínimo matiz la de las grandes empresas y la sociedad dominante. Así, los socialistas serán los defensores de los recortes de impuestos para las empresas, de la reducción de las contribuciones a la seguridad social y de los recortes de gastos en los sectores de salud y educación (aun cuando gran parte de esos sectores constituyen su electorado). Pronto, tal como una represa que cede bajo los golpes de sucesivas olas (los de la patronal y de las instituciones europeas), el liderazgo socialista cambia de discurso y opta por medidas que sabe que serán impopulares!

¿Por qué estos renunciamientos y huida hacia adelante para satisfacer las exigencias de las grandes empresas y los bancos, a quienes no les iba nada mal a juzgar por la insolente salud de la Bolsa de París? Esta última experimentó su tercer año consecutivo de alzas!

Un cambio que ciertamente no es el único ni el primero en Europa. Es parte de una lógica en gran medida común a los partidos socialdemócratas europeos: el abandono del marco socialista.

El discurso socialista no habla más que de “reequilibrio de las cuentas nacionales” de “competitividad”, de reducir el “costo laboral” de “apoyo a la inversión” y de “rigurosidad en el gasto”. La social-democracia a la francesa, no parece haber aprendido de los demás partidos socialistas europeos que la precedieron en este cambio de orientación política ostensiblemente liberal. Ya, como presagio, el “New Labor” de Blair, supuestamente una “tercera vía”, había colapsado. Luego, los socialistas españoles, griegos, alemanes, vieron también colapsar literalmente sus bases electorales.

Sin embargo, con el refuerzo de jóvenes tecnócratas liberales, el gobierno socialista se atreve a dar ese paso. Ataca el derecho del trabajo, piedra angular e histórica de las relaciones sociales. Persiste en su deseo de imponer su reforma del código laboral. Por la fuerza si es necesario (procedimiento previsto en el artículo 49-3 de la Constitución, que permite evitar el voto parlamentario) en caso de no lograr mayoría para aprobar esta ley. La mayor parte de las fuerzas sindicales se opondrán a esta ley malvada. Un inmenso movimiento social alcanzará una escala sin precedentes. De hecho, la situación es crítica a un año de las elecciones presidenciales, seguida de las elecciones parlamentarias. Una onda de descontento se levantó incluso en las filas de los parlamentarios socialistas. Divisiones internas como esta en la formación socialista rara vez se conocen en su larga historia.

¿Qué puede pasar en uno de los conflictos laborales más largos y difíciles en curso? ¿Qué puede salir de las urnas?: ¿Un retorno al poder de la derecha más reaccionaria que surfea el descontento y las divisiones de la izquierda? ¿La elección de la extrema derecha ultranacionalista a quien se le acredita casi el 26% de los votos? ¿Es posible una alternativa política y económica, luego de una reorganización de las fuerzas progresistas? ¿Alrededor de una “segunda izquierda”, para usar un término de moda?

¿Estamos ante la liquidación histórica de la socialdemocracia francesa? De hecho, se requirió que llegara más lejos que cualquier gobierno de derecha para que dicha liquidación fuera posible. En otras palabras, es la obstinación neoliberal del Partido Socialista que ha llevado al gobierno a proponer una serie de medidas malthusianas que ningún gobierno de derecha se hubiera atrevido a presentar. Esto muestra el estado de decadencia intelectual y de destrucción ideológica en ese partido que ya no tiene con el resto de la izquierda más que conflictos abiertos. Pero peor aún que su confinamiento ideológico, ese partido parece haber completamente perdido contacto con el estado real de la sociedad, e ignorar todo el sufrimiento y la inseguridad general en que está atrapado el sector asalariado, para tener la insensata idea de profundizarlo aun más.

Es al conjunto de estas preguntas que vamos a tratar de responder.

1- El legado económico y social calamitoso de la derecha desinhibida

Sería demasiado largo hablar sobre los efectos en Europa de la crisis financiera y bancaria que se inició en los Estados Unidos (2007-2008). Muy pronto los estados europeos se vieron obligados a rescatar a sus bancos al borde de la asfixia. Estos habían acumulado en sus cuentas montañas de productos derivados tóxicos incobrables. Así fue que poco a poco, esta crisis dio lugar a una profunda recesión económica acompañada de una regresión social sin precedentes, especialmente en los países más frágiles, sobre todo en el sur de Europa. Además, todos los Estados que rescataron a sus sistemas bancarios se quedaron con un déficit y un nivel de deuda, como no se había conocido antes.

Francia tampoco estuvo a salvo. El descenso de la actividad fue del 2,7% en 2007, del 0,8% en 2009 y del 0,1% en 2012. Esos efectos fueron devastadores. La tasa de desempleo se disparó. Pasó de 8,4% en 2007 a 10,2% en 2012. Se llegó a 4,5 millones de desempleados, 600.000 más que cuatro años antes. La industria perdió a su vez 350.000 puestos de trabajo. Las deslocalizaciones de empresas y los planes sociales de desempleos llegaron a niveles récord.

El déficit comercial voló de 39 a 75 mil millones de euros, la deuda pública saltó de 63,4% a 90,3% del PBI en el mismo período. El déficit público que debía estar contenido en torno al 3%, explotó: Pasó de -2,7% a   -5,7% en 2012, y a -7,3% en dos años consecutivos.

A pesar del rápido deterioro de la situación económica y las cuentas del país, el gobierno de Sarkozy, básicamente, inició una contrarrevolución impositiva. Un frenesí de generosidades para con las grandes fortunas y grandes empresas del grupo denominado CAC 40: la reducción del umbral del “escudo fiscal” que limita los impuestos a 50% (-20 mil millones de euros), la reducción del impuesto de solidaridad sobre la riqueza (ISF) y la herencia (-4 mil millones de euros). Todo acompañado por una disminución de la tributación directa de las empresas (-15 mil millones de euros), sobre las ganancias de los capitales (-20 mil millones de euros) y la supresión de la tasa profesional para aprendices (30 mil millones de euros).

De 2007 a 2012, el déficit para la comunidad francesa sería de cerca de 200 mil millones de euros.

Con tal suma, y como ilustración, Sarkozy habría podido construir 2 millones de viviendas o crear 6 millones de empleos (educación, salud, cultura) con un salario mensual neto de € 1.500. Regalos fiscales que hacen decir que “Sarkozy es un Robin Hood al revés: Les quita a los pobres y les da a los ricos”, y todo con un telón de fondo de evasión impositiva que sigue creciendo… 50 mil millones de euros!

Hubo una serie de bajos rendimientos macroeconómicos ante los cuales sin embargo las autoridades de Bruselas harían la vista gorda. Sarkozy también implementó en su último mandato una atroz austeridad. Los incentivos fiscales para el capital y los ricos, coincidirían con el aumento de los aportes de las capas medias y populares, incluido un aumento del IVA del 18% al 20%. A continuación, como parte de la revisión general de las políticas públicas, dictaría el reemplazo de solo uno de cada dos funcionarios que se jubilaran.

Son cerca de 150.000 puestos de trabajo públicos y de servicios públicos que iban a desaparecer.

Los trágicos hechos de enero de 2015 (matanza de Charlie Hebdo y supermercados, 19 muertos), luego, los de noviembre de 2015 (130 muertos, 413 heridos) pondrán de relieve lo absurdo de semejante “rigor contable”: Los servicios de policía desorganizados y los equipos de rescate con poco personal!

En total, el mandato de Sarkozy, más que ningún otro, habrá acelerado la “revolución liberal sin inhibiciones”, provocando la reducción de personal de la educación nacional (-65.000 docentes), de la salud (-30.000), y reduciendo drásticamente los reembolsos por atención sanitaria y medicamentos. Se endurecieron las condiciones de estadía de los inmigrantes y de los criterios de elegibilidad de la nacionalidad francesa. Desde el inicio de este período de cinco años son más de 400.000 personas que han caído bajo la línea de pobreza, con lo que la población empobrecida pasó a casi 8,5 millones (12% de la población).

Hemos hecho esta larga introducción, porque la consideramos esencial para comprender mejor cómo los socialistas iban a encarar esta crisis y su profundización luego del legado dejado por Sarkozy. Un fracaso de la “derecha sin inhibiciones”, pero que tiene un gran peso e hipoteca de entrada los márgenes de maniobra imaginados por la nueva mayoría socialista después de las elecciones de 2012.

2-La mutación sociológica del Partido Socialista

La socialdemocracia a la francesa durante mucho tiempo ha estado impregnada de consideraciones próximas al marxismo, compartiendo a menudo con los comunistas problemáticas similares: Papel central del Estado, importancia estratégica del sector público, prioridad al poder adquisitivo y al empleo, reducción de las desigualdades sociales… Desde que llegaron al gobierno con los comunistas en 1981, los socialistas han cambiado mucho. El Partido Socialista de 2012 tiene muy poco que ver con el de 1972 (Congreso de Epinay) que había consagrado como necesaria la ruptura con el capitalismo. Luego, el partido confrontado a diferentes niveles de la gestión de los asuntos del país ha considerablemente cambiado sociológicamente. Sus cuadros dirigentes provienen en su mayoría de los grandes cuerpos formativos del estado (Grandes Ecoles). Sus cuadros intermedios ejercen funciones electivas locales y regionales. Es ahora un partido en el que la representación obrera y popular ha desaparecido por completo.-

Un cuerpo doctrinal en el que también se percibe su evolución en el tiempo. Una mutación que se produce con el aumento de la dificultad, cada vez que llegan al gobierno, de controlar y dirigir la política económica hacia el progreso social. El discurso sobre la ruptura con el capitalismo da paso a otra temática más “social” en torno a los derechos humanos, o al firme compromiso con la construcción de Europa. Una mutación que conduce al partido a convertirse en el de la emancipación de los grupos minoritarios (género, orientación sexual, origen étnico y racial…).

Una evolución que le permitió, hasta su actual mandato gubernamental, mantener una forma de unidad entre sus miembros y con otros partidos dentro de la izquierda, mientras que las divisiones se hacían más profunda sobre los derechos económicos y sociales, especialmente en vista de la integración europea. Tengamos en cuenta que los socialistas se han convertido en europeístas convencidos. A pesar de la  deriva burocrática y liberal de las instituciones, los socialistas no emitirán más que comentarios superficiales.

3- “Terra Nova”: Presentación de una nueva estrategia para el partido socialista

Tal vez sería útil recordar también que los socialistas han teorizado esta nueva “orientación política”. Una teorización que no fue el resultado de deliberaciones internas, sino del grupo de reflexión denominado “Terra Nova”. Este último ha emitido un documento (88 páginas) que tendría un gran impacto, incluso más allá del partido socialista. ¿Qué dice ese documento?

Según “Terra Nova”, la izquierda socialdemócrata se habría divorciado de las categorías populares y ya no tendría oportunidad de recuperarlas. La constatación del divorcio de los obreros y empleados con los socialistas no es nueva, pero sí es novedad la teorización del fenómeno y su traducción en acciones políticas y programáticas. De acuerdo con “Terra Nova” las clases bajas sin duda se han inclinado hacia la derecha. Ellos no compartirían ya los mismos valores que la izquierda. El nuevo núcleo de la izquierda se compondría ahora de mujeres, de jóvenes, de las “minorías”. “Terra Nova” añade: “Lo que se abandona entonces es la estrategia del frente de clase”. Por tanto, ese grupo de reflexión teoriza que lo que el PS no se atreve a confesar ni a admitir a sí mismo.  A fuerza de no oponerse a la globalización y la financierización, perdió el contacto con el pueblo. Ya no puede esperar ganar las elecciones más que por las divisiones del adversario y el apoyo de grupos minoritarios y heterogéneos.

Durante la campaña el candidato socialista Hollande hizo al menos 60 promesas. Ellas cubren un amplio espectro del que desapareció la nacionalización de los grandes medios de producción y de los grandes bancos (programa común de 1981). Una colección de medidas en las que no se encuentra ni una coherencia global ni el estímulo poderoso que nos haría salir del bache.

Con respecto a los recursos para el estado, el candidato Hollande se proponía revertir los regalos fiscales que había hecho Sarkozy. No se trataba sin embargo de la revolución fiscal tan esperada por los franceses, sino de ajustes marginales: Creación de un impuesto del 45% sobre un rango elevado de ganancias, vuelta a la anterior escala del impuesto sobre la riqueza. Hollande pretendía poder conciliar la recuperación de la actividad y la creación de empleo con un rápido retorno al equilibrio en las finanzas públicas (criterios de Maastricht reforzados). Probablemente una contradicción insuficientemente percibida por la opinión pública y los votantes!

4- La promesa de una inversión de la curva de desempleo

Los socialistas, sin embargo, hicieron de la inversión de la curva de desempleo el tema central de la elección. F Hollande llegó incluso a decir que no se va a presentar para un nuevo mandato si la curva de desempleo no se ha invertido. Pero, para reducir el desempleo hay que salir de la recesión y comenzar una recuperación. Pero, contrariamente, el gobierno de Jean-Marc Ayrault, entonces primer ministro, buscó principalmente reducir el déficit público. Se aplicó una punción fiscal de alrededor de 30 mil millones de euros a los asalariados, capas medias y pequeños y medianos empresarios, no acompañada de un plan de recuperación de la actividad y de sostenimiento de la demanda (congelación de bajos salarios, rigor presupuestario).

Como consecuencia, la economía colapsa y explota el número de desempleados a finales de 2012.

Cabe recordar aquí que el primer año del regreso de los socialistas al gobierno coincide también con las medidas de fortalecimiento del “pacto de estabilidad” acordado en Bruselas por la Comisión Europea. Esta aprovechó la oportunidad para elevar el tono y amenazar de sanción a Francia. El corsé de austeridad se estrecha alrededor de los últimos márgenes de maniobra de las políticas fiscales. Los Estados europeos se vieron obligados a aplicar medidas automáticas e indiscriminadas de reducción de sus déficits y de sus niveles de deuda (que estaban muy por encima del máximo requerido del 60% del PBI). Este nuevo paquete de medidas fue cínicamente llamado “nueva regla de oro” (no lo podemos explicar aquí detalladamente), y que ahora se aplica también a las colectividades regionales.

Teniendo en cuenta el legado fiscal de Sarkozy descrito anteriormente (déficit de 5,2%, deuda del 90% del PBI), el nuevo gobierno socialista toma consciencia de que su margen de maniobra se reduce a nada. François Hollande amenaza entonces con bloquear el “pacto fiscal” europeo si no se acompaña de un plan de recuperación a escala europea.

En este momento crucial de comienzos de su mandato, Hollande y su gobierno, aprovechando el “período de gracia”, tienen los medios para encarar una pulseada de hierro con la Comisión Europea y Alemania. No es lo que va a suceder.
Sin embargo, tenía los medios para hacerlo. Francia sigue siendo la sexta potencia mundial y la segunda en el continente europeo, con casi el 20% de la riqueza global de la zona. Evidentemente Hollande disponía de ese importante activo. Podría haber conseguido una relajación de la política de austeridad, incluso con el apoyo de los países del sur (Italia, España, Portugal, Grecia), convencer de aplicar un plan de recuperación y modernización de la infraestructura europea!
El gobierno socialista se inclinará, en cambio, por hacer vagas promesas de un plan de recuperación que nunca va a ver el día. Un gobierno socialista, por lo tanto, que se negó al enfrentamiento con la intransigente e inflexible cancillería alemana en cuestiones de disciplina presupuestaria (la crisis griega lo confirmará algún tiempo después). Un primer retroceso, pero fatal, que la izquierda entera va a recordar! Paul Krugman hizo el siguiente comentario: “Europa necesita desesperadamente que el líder de una economía importante levante la cabeza y diga que la austeridad está matando la perspectiva económica del viejo continente. Hollande podría y debería haber sido ese líder, pero no lo es”. Pero a pesar de este amargo fracaso -al menos a los ojos del electorado de izquierda- el gobierno socialista esperaba aun salir de la crisis con un nuevo enfoque.

5- El nuevo credo socialista: la política de la oferta

Una estrategia anticíclica que ya no se apoya en la lógica neo-keynesiana de sostener la demanda, ya que este camino está cerrado por los tratados europeos, sino en una “lógica de la oferta”, de apoyo a la “competitividad” de las empresas. Un evidente giro de 180 °, una fuerte inversión de la doxa de la socialdemocracia a la francesa, que se había negado hasta ahora a seguir el canto de sirena del neoliberalismo. ¿Que contiene esta “economía de la oferta” que no sea en la práctica y por lo tanto en política económica, más que otro nombre del liberalismo?

Los “economía de la oferta” o “política de la oferta” es una actualización ideológica del pensamiento liberal, que sostiene que el débil crecimiento económico en ciertos períodos es debido al aumento de los frenos y obstáculos a la iniciativa privada para producir los efectos virtuosos que se esperan de ella: Creación de riqueza y empleo, contribución al equilibrio de la balanza del comercio exterior. Por lo tanto, una continuación de la doctrina liberal que se originó durante los años 1975, durante la virulenta oposición a los gravámenes en los Estados Unidos.

6. Reducción de los costos de mano de obra: eje central de la nueva ortodoxia socialista

El Gobierno socialista implementó el CICE (crédito fiscal para la competitividad y el empleo). El crédito fiscal para la competitividad y el empleo es un beneficio fiscal equivalente a una disminución de las cargas sociales para las empresas. El CICE cubre toda remuneración pagada a los empleados durante un año, que no supere 2,5 veces el salario mínimo calculado sobre la base de la duración legal de la jornada de trabajo, más cualquier adicional o tiempo extra laboral. El porcentaje de crédito impositivo es del 4% de las remuneraciones pagadas en 2013 y del 6% de las remuneraciones pagadas desde el año 2014. El costo total para el gobierno se estima en 15 mil millones de € en 2013 y en 20 miles de millones de € para 2014 y años posteriores. Nuevos costos para el estado que en sentido estricto (el pacto de estabilidad obliga) se compensan con un aumento del IVA y de los impuestos ecológicos. La OFCE estima que el CICE ha reducido los costos de mano de obra en un 2,6% en promedio. De acuerdo con el mismo instituto de estadísticas, esta disminución permitiría, en última instancia, crear 150 000 puestos de trabajo, ganar 0,1 puntos de crecimiento del PIB y reducir el déficit. Pero nada de esto sucede. Si bien el costo de la mano de obra bajó a la media de la UE, la curva de desempleo no se invirtió. Ninguna creación neta de empleo. Pero peor aún, el PIB se estancó en el 0,2% y las finanzas públicas no se recuperaron. En cuanto al comercio exterior, el déficit se mantiene sin cambios. Los socialistas descubren con asombro lo que siguen diciendo todos los economistas: No existe ninguna correlación entre el costo de la mano de obra y la capacidad de exportación.

Pero los líderes socialistas, con su elección de apoyar la “economía de oferta” no terminan ahí. En enero 2014 François Hollande anunció la creación de un “pacto de responsabilidad y solidaridad” que implica la eliminación completa y sin contrapartida de las contribuciones familiares del empleador (-4 mil millones de euros). En 2015, el gobierno ofrece una sobreamortización de las inversiones del 40%, un nuevo ahorro de impuestos para las empresas (-3 mil millones de euros). En total, las empresas francesas cosecharán más de 40 mil millones de euros. Claro que, para financiar este Pacto, se previó un plan de ahorro estatal de una cantidad equivalente a lo largo de tres años. Se divide entre los diferentes actores públicos: 18 mil millones de euros de ahorro para el estado, 11 mil millones de € para los gobiernos locales, 10 mil millones € para el seguro de salud y 11 mil millones de € para la protección social. Un plan de austeridad y de reducción drástica del gasto público sin equivalente en la 5ª República. Los recortes en los presupuestos de las comunidades locales implican una brutal reducción de sus programas de inversiones para las colectividades. Efectos sobre las economías regionales difícil de medir, pero que, contradictoriamente, retroalimentan la reducción de adjudicaciones de obras a las PYMEs y, por lo tanto, de su capacidad para contratar mano de obra.

Esta política de regresión social, también se ilustra mediante el bloqueo de las jubilaciones los funcionarios con el congelamiento de sus reajustes.

Este plan de ahorro mantiene la reducción del empleo del sector público (con exclusión de la educación nacional, la justicia, la policía, la cárcel), la no revalorización de las jubilaciones y el congelamiento de otras prestaciones sociales (vivienda, familia, invalidez) durante un período de un año, renovable. Es entonces a una increíble puesta en peligro del sistema de cobertura de salud (salud, bienestar) y del de protección social (prestaciones familiares, pensiones, desempleo) a las que se libra el gobierno socialista.

Tres años después de la aplicación de este importante dispositivo de reducción de los costos laborales  no se registra ninguna mejora en la situación económica y social. Una reducción de gravámenes que parece haber servido en última instancia solo para restaurar el ritmo de los márgenes de ganancia empresariales. De hecho, hubo un aumento significativo de los márgenes de ganancia que superaron la barrera de 30% a 31,5%, tras haberse estancado desde 2010 alrededor de 28,5%. Se entiende el desarraigo de la opinión pública y de los votantes que creyeron en este “negocio para tontos” de reducir los gravámenes vinculados a la contratación de mano de obra.

Peor aún, el gobierno socialista conocerá un descontento cada vez mayor, como nunca había conocido.

Cabe señalar en este punto que, cuando regresaron al gobierno, los socialistas disponían de todos los poderes: la mayoría en ambas cámaras, diputados y senadores y en casi todas las regiones y principales aglomeraciones de Francia. Un dominio institucional como la izquierda nunca había conocido en toda su historia, pero que se derretirá como la nieve al sol. El partido socialista va a sufrir severas derrotas en las elecciones locales, regionales, senatoriales. Un capital de simpatía o apoyo desperdiciado en menos de 2 años.

No podemos concluir esta sección sin evocar la ley sobre el “crecimiento y la igualdad de oportunidades”, también llamada ley de Macron, por el apellido del nuevo ministro de Finanzas ex asociado del Banco Rothschild.

Un mosaico de medidas, entre otras, que restaura el trabajo nocturno en y en domingos, autoriza la liberalización del transporte de viajeros por carretera en competencia con la empresa nacional de ferrocarriles. Una ley que prevé también la liquidación de activos de algunas empresas en manos del Estado (de 5 a 10 mil millones de euros). Sin entrar en todas las disposiciones (95 artículos), parece que esta ley fue adoptada para calmar la impaciencia de la Comisión Europea, buscando lograr una segunda postergación en la aplicación de las normas de Bruselas. Fue también una ley que se impuso sin votación del parlamento, con el procedimiento del artículo 49-3 de la constitución!!!

7-La Ley del Trabajo es el último acto de esta reorientación liberal.

El actual proyecto de reforma laboral pretende cambiar profunda y regresivamente las condiciones legales del trabajo en Francia, circunscribiendo los acuerdos laborales al ámbito de las empresas, abandonando así los acuerdos sindicales por rama. A esto se agrega una prolongación de la jornada de trabajo y precarización de la protección contra los despidos.

Esto ha creado la formidable reacción sindical de lucha que sacude a Francia en estas últimas semanas.

Siendo esta situación de tanta importancia, la desarrollamos más ampliamente en el segundo artículo de este dossier publicado en este número.

*Hédi Sraieb, Doctor de Estado de Economía del Desarrollo

**Carlos Mendoza, ingeniero, escritor, miembro del Consejo Editorial de Tesis11

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