TARIFAZO Y CACEROLAZO
El Gobierno y la maquinaria mediática que lo acompaña justifica con lógica empresarial la razón del brutal tarifazo aplicado sobre servicios imprescindibles para la vida: las viejas tarifas –dicen- estaban muy por debajo de los costos, razón que inhibe a las empresas proveedoras invertir para generar más agua y energía. Tarifas subsidiadas es, para los voceros neoliberales, exteriorización de una mentira.
Con esta lógica, mientras eliminan los subsidios, devalúan, quitan las retenciones a los exportadores, promueven una inflación desorbitada, impulsan despidos y el deterioro de los sueldos y de las condiciones de vida de trabajadores, de jubilados, de sectores medios, de pequeños y medianos empresarios y productores y demuestran que la única redistribución que admiten es la que se hace en favor del bloque de poder –en el que predominan las multinacionales- y en contra de los sectores populares. Hacia esa misma dirección se encamina la liberación de importaciones y los proyectos de acordar tratados de libre comercio.
Es que es un atentado a su lógica empresarial y política financiar los mayores requerimientos con impuestos que graven las rentas y el patrimonio de los más pudientes.
Este tarifazo no es por eso un error ni una medida aislada. Es sólo una pieza de un proyecto global que apunta a una mayor concentración de ingresos y riqueza y a reformular la estructura económica y la sociedad argentina para llegar a ser un apéndice subordinado a la oligarquía que domina las redes del sistema financiero mundial. Para eso también se eliminó el “cepo” cambiario y se desreguló – se liberó – el sistema financiero y el flujo de capitales con el exterior y se designó para gestionarlo un equipo ministerial integrado por ex ejecutivos de la banca internacional y de empresas multinacionales.
La inevitable consecuencia de toda esta política es la desaparición de pequeñas y medianas empresas, el desmantelamiento del tejido industrial, un ejército de desocupados, más pobreza e indigencia, más desigualdad, más giro de dividendos y de fuga de capitales. Esto exige mayor endeudamiento externo. Pero no les importa: los sectores populares pagarán.
Resultado: más dependencia económica y menor soberanía política. Consolidación de un país neocolonial, destino que al presidente Macri parece no disgustarle, como cuando en conmemoración del Bicentenario de la Independencia, al modo de un virrey se dirigió a su “querido rey” interpretando lo que él imagina era la angustia de los próceres, detrás de quienes no habría existido pueblo, declarando la independencia. Toda una definición, como la de Prat Gay disculpándose ante los empresarios de ese país, algunos de ellos presos y condenados, por haber recuperado YPF y Aerolíneas Argentinas, vaciadas previamente por los ex directivos españoles.
Es un proyecto que también tiene como complemento la degradación de la democracia y de las instituciones de la República. De ello dan testimonio por ejemplo, la represión y criminalización de la protesta social (el último en el ingenio Ledesma, Jujuy), la derogación de la ley regulatoria de los servicios de comunicación audiovisual, el apagón informativo, la cadena mediática de desinformación y mentiras, las restricciones a la libertad de expresión como por ejemplo las interferencias a ciertos medios audiovisuales, el levantamiento de programas con voces críticas o la agresión patoteril – protección policial mediante- en contra de los trabajadores del diario Tiempo Argentino, gestionado en cooperativa por los propios trabajadores y designados por el juez depositarios y custodios del inmueble y los bienes. Pero el Ing. Macri, presidente de la Nación, en respaldo de la desleznable acción de la patota, califica como “intrusos” a los trabajadores agredidos.
Es también un insulto a la democracia,la participación de represores y exponentes de la dictadura cívico-militar marchando en el desfile conmemorativo del Bicentenario de la Independencia y la participación de una agrupación neonazi en una reunión de juventudes políticas celebrada en la Casa Rosada, con la presencia del Jefe de Gabinete.
Tampoco puede soslayarse la impúdica naturalidad con que se trata el descubrimiento de fortunas de origen espurio, plata negreada, ocultada en empresas offshore ubicadas en paraísos fiscales y de la que son titulares el presidente y varios de su equipo de gobierno.
La degradación de la justicia, ordenando medidas con un objetivo mediático-político o emitiendo resoluciones y fallos que pretenden apoyarse en el derecho, pero no en la justicia -caso emblemático es el encarcelamiento de Milagro Sala y otros dirigentes de su movimiento- son parte complementaria de este modelo de país que está construyendo Cambiemos.
Lo hasta aquí expuesto, aunque denso, es un resumen. Pero hacia adelante, de seguir con este rumbo, se alimenta una bomba de tiempo de final impredecible.
La inmensa mayoría de la sociedad, cualquiera sea su preferencia política o partidaria, es y será afectada en sus condiciones y calidad de vida y en sus expectativas a futuro.
Parte de la dirigencia política y sindical, sea por ataduras ideológicas o por oportunismo político o personal, ignora o se desentiende de lo que se está viviendo y peor aún, de lo que hay por delante.
La única respuesta que puede garantizar el éxito en la lucha por el cambio de modelo es el protagonismo popular, unido en la acción y en forma coordinada, movilizándose en defensa de sus intereses genuinos, incorporando en esa lucha la participación amplia, diversa, plural, sin discriminaciones, de todos quienes se sientan afectados. Es también la escuela en la que se forma la cultura que imperará en la sociedad futura.
No es delegando en dirigentes que se resolverá este conflicto. El protagonismo popular es irreemplazable. Los líderes son importantes y en algunas coyunturas decisivos, pero nunca para sustituir la participación protagónica de los pueblos, sino para desencadenarla y potenciarla.
El cacerolazo del pasado jueves 14 de julio, es un ejemplo del camino acertado.
Consejo Editorial de Tesis 11
18/07/2016