EXPRESAMOS
Nuestra profunda preocupación por la crisis generalizada por la que atraviesan los países de la región centroamericana, en términos económicos, políticos, sociales, culturales y ambientales, crisis que en última instancia, atenta contra la dignidad humana y LA VIDA en este territorio. Los mismos estudios realizados por las ciencias sociales en la región -muchos de los cuales fueron presentados en este congreso- han construido evidencias irrefutables de algunas de las expresiones de dicha crisis, entre las que queremos destacar las siguientes:
1. La imposición de un modelo económico que defiende a ultranza al gran capital y a los grupos económicos privilegiados en nuestras sociedades, desdeñando la vida, la justicia, la equidad y la libertad de pueblos, comunidades, grupos sociales y personas en la región. El despojo de territorios, del tiempo y del trabajo afecta cada vez más a los pueblos indígenas y mestizos que hacen resistencia a los megaproyectos en distintos territorios vulnerados, saqueados y empobrecidos por el poder desmedido de unos cuantos, con la aquiescencia de los Estados.
2. La reproducción de un modelo de desarrollo que privilegia el lucro y la acumulación de capital, por encima de la ética de cuidado de LA VIDA, del territorio y de la naturaleza, para el bien común. Lejos de ello, las políticas públicas, siguen propiciando el crecimiento de la desigualdad en la región, condenando a la sobrevivencia a la mayoría de los habitantes de nuestro territorio, a partir de una racionalidad del poder, que degrada la condición humana y subalterniza a algunos sujetos sociales como los pueblos indígenas, los pueblos afrodescendientes, el campesinado, la clase trabajadora y las mujeres.
3. La prevalencia de gobiernos que han dejado de ejercer su función social de gobernar para el bien común y por el contrario, se han coludido con los grupos tradicionalmente poderosos y con las nuevas elites, contribuyendo a acentuar la exclusión económica, legitimando la exclusión cultural, favoreciendo la exclusión social e imponiendo la exclusión política. Dicha lógica del poder gubernamental, ha derivado en una enorme espiral de corrupción que en algunos de nuestros países ha alcanzado a las altas esferas gubernamentales y ha impregnado a todo el aparato de gobierno, implicando el saqueo de las arcas nacionales y un despiadado recorte de la inversión social, que ha tenido costos muy altos, expresados en la pérdida de vidas humanas.
4. La profundización del problema de la violencia, en sus múltiples dimensiones y expresiones, entre las cuales se han mencionado en este congreso: la violencia estructural; la violencia social; la violencia de Estado; la ampliación de las redes del crimen organizado, el narcotráfico, la trata de personas; la vulnerabilización de las personas migrando en situación irregular para escapar de la pobreza y la violencia (niñas, niños, jóvenes, mujeres y hombres); la estigmatización, exclusión y agresión a grupos históricamente excluidos, como la niñez, la juventud, las mujeres, los movimientos estudiantiles, los y las defensoras de derechos humanos, las personas de la diversidad sexual, las personas de la tercera edad y el movimiento social; la criminalización y represión de las protestas, la organización y la movilización social, principalmente de aquellas que son impulsadas por el movimiento magisterial y sindical en las ciudades y por activistas sociales (mujeres, campesinas y campesinos empobrecidos, comunidades indígenas y afrodescendientes y jóvenes) en el campo, en la defensa de los territorios, y resistiendo de forma pacífica al desplazamiento y el despojo impulsados por los gobiernos, los grupos poderosos y las empresas transnacionales en sus territorios ancestrales. En este sentido, queremos expresar nuestra enérgica condena al asesinato de Berta Cáceres y de muchas otras personas luchadoras sociales en nuestros países, cuyas vidas han sido suprimidas desde el poder hegemónico, en el intento de acallar sus justas luchas y sus justas demandas comunitarias y sociales.
5. El aumento de evidencias de la violencia contra las mujeres en la región, principalmente del femicidio. En este punto, queremos expresar nuestra indignación por el asesinato de la compañera socióloga mexicana, Tania Verónica Luna, ocurrido el 29 de septiembre de 2016, en las vísperas de su viaje a Managua, para participar en el XV Congreso Centroamericano de Sociología. Al mismo tiempo manifestamos nuestra solidaridad con la familia de la compañera y con la comunidad académica de la Benemérita Universidad de Puebla, a la cual pertenecía Tania. Solicitamos a las autoridades mexicanas, que se esclarezca ese crimen, y a las autoridades de la región centroamericana, que se investiguen todos los casos de femicidio y muerte violenta de mujeres y que se haga justicia, para evitar que la impunidad siga siendo caldo de cultivo para la proliferación de estos crímenes misóginos en la región.
6. La crisis de las ciencias sociales es propiciada en la actualidad, por un neoconservadurismo, que impone criterios de cientificidad desde la academia, dando cabida a la intolerancia ante la pluralidad teórico-metodológica, la visión monodisciplinar frente a una realidad compleja, la prevalencia de la visión positivista en la construcción del conocimiento, la posición extractivista en la investigación social, la fragmentación del pensamiento social, el predominio del euronorteamericanocentrismo teórico-conceptual en la interpretación de los problemas sociales, y la pérdida de la transformación social como horizonte teleológico y utópico de la ciencia. Esta crisis de las ciencias sociales, nos divide, nos violenta y disminuye nuestra capacidad de construir pensamiento crítico que contribuya a la necesaria transformación social de nuestros pueblos y países, que es nuestro principal desafío.
En medio de esta coyuntura, nos congratulamos por la oportunidad de reunirnos, estudiantes, docentes y profesionales de las ciencias sociales, para colocar en el debate regional, intercultural, intergenérico e intergeneracional, problemáticas invisibilizadas o escasamente abordadas, y avizorar propuestas teórico-metodológicas que contribuyan, desde nuestro quehacer científico social, a la construcción social de la transformación de esta realidad lacerante y compleja, comenzando por una profunda revisión de los planes y currículas para la formación en ciencias sociales en todos sus niveles, para provocar cambios profundos que permitan la formación de nuevas generaciones de profesionales comprometidos con la defensa de la vida, la dignidad, la igualdad, la justicia, la solidaridad y la paz.
Por último, queremos reconocer el esfuerzo y el apoyo institucional de la Universidad Centroamericana (UCA) para la organización y desarrollo del XV Congreso Centroamericano de Sociología; esfuerzo que se ha visto compensado con la asistencia de más de 500 participantes de todos los países de Centroamérica y de otros países latinoamericanos, lo cual constituye una evidencia de la necesidad del diálogo interdisciplinario y transdisciplinario para continuar en la profundización de los debates que nos demanda la compleja realidad en que vivimos, desde unas ciencias sociales comprometidas socialmente y desde una clara conciencia ética, que es una demanda urgente de esta época histórica. |