R: Absolutamente negativo. Los más perjudicados por las medidas del nuevo Gobierno fueron los trabajadores. Calculamos que para el fin del 2016 habrá 400 mil personas que perdieron su trabajo, sea del Estado o de la actividad privada. Por cada despedido del sector formal contabilizamos uno del sector informal que pierde su trabajo. En igual periodo se da una enorme pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores. El Gobierno propone compensarlo con un bono de 2000 pesos –unos 130 dólares- para fin de año. Nuestros cálculos indican una pérdida salarial acumulada en estos doce meses de entre 12 mil y 14 mil pesos (800 a 950 dólares). Constituyen golpes durísimos a los sectores populares de parte de un Gobierno donde la mayoría de su gabinete proviene de grandes empresas trasnacionales y donde el conjunto de las principales medidas económicas y financieras son antipopulares.
P: Es decir…
R: Decretaron una devaluación de casi el 40% de la moneda nacional lo que licuó el poder adquisitivo de los salarios. En paralelo decidieron quitar las retenciones a los exportadores de materias primas –incluidos los dos ramos principales, es decir granos y carne- que implicó un aumento del precio interno de los alimentos. Sin olvidar la decisión de pagar a los “fondos buitres” con recursos que hubieran podido ser desinados a atenuar el efecto de las medidas de ajuste. Y el aumento enorme del endeudamiento externo (ndr: en torno a 50 mil millones de dólares) que supera incluso al de la dictadura militar de los años setenta.
P: ¿Un modelo económico que desmantela el Estado social?
R: Una de las promesas electorales de Macri fue llegar a la pobreza cero . La realidad nos indica que la pobreza aumentó significativamente en estos últimos doce meses. Todos estos elementos definen la política de shock que aplican. Ellos buscaban enfriar la economía con el objetivo de bajar la inflación. En realidad es como tratar de resolver la presión arterial de un enfermo poniéndolo dentro de una heladera… Puede bajar pero a costo de su propia agonía.
P: ¿Ha habido reacciones sociales ante esta nueva realidad?
R: La base social, los trabajadores, los sectores populares e incluso un sector de la clase media, se han movilizado activamente en estos últimos doce meses. El 24 de marzo se realizó una marcha de repudio a los 40 años del Golpe de 1976, que fue la más masiva de estas conmemoraciones en los últimos años. El 29 de abril se realizó una marcha conjunta de las centrales sindicales –por el 1ero de mayo- que fue multitudinaria. Más tarde la Marcha Federal de septiembre, sorprendentemente masiva. La movilización logró impulsar una Ley Anti-despidos que fue aprobada en el parlamento y luego vetada por Macri quien siguió promoviendo su programa de ajuste con despedidos. En estos meses, el Gobierno ha debido ceder ante conflictos sindicales o sociales, en contra del cierre de empresas etc. En varias ocasiones retrocedió al darse cuenta que, de lo contrario, la única opción que le quedaba era la represión a gran escala y eso podía significar abrir una Caja de Pandora explosiva de proporciones y decidió conceder. Sin duda estas movilizaciones son el resultado de la experiencia acumulada en los 13 años anteriores que se caracterizaron por una fuerte participación social .
P: Las perspectivas para 2017…
R: Algunos analistas afirman que el verdadero ajuste todavía no comenzó. Que todo lo que vivimos es solo una etapa previa. Y que el Gobierno especula en aplicarlo una vez pasadas las elecciones intermedias del año próximo que tendrán una gran trascendencia para medir los campos políticos. Nosotros, en tanto sindicalismo combativo, no podemos negar que venimos de una derrota electoral. Nuestro gran desafío es que el desgaste social que intenta agudizar el Gobierno no nos termine convirtiendo en una simple expresión de voluntarismo político. Debemos seguir junto con la gente. Interpretando y dando respuesta al instinto de los trabajadores de movilizarse para defender sus conquistas y sus reivindicaciones. Atentos a cada movimiento y señal que nos lanza la realidad para coadyuvar a modificarla… Interpretando también el carácter represivo del Gobierno que se traduce, por ejemplo, en la represión contra Milagro Salas y otros dirigentes sociales detenidos injustamente en Jujuy. Es una señal a no subestimar. Una advertencia a todo el movimiento sindical y social. A pesar incluso de la reacción de la comunidad internacional, incluyendo las Naciones Unidas, que la consideran una presa política y piden su libertad inmediata.
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