Eduardo Anguita*
El autor reflexiona lúcidamente sobre las catastróficas inundaciones en La Plata y Ciudad de Buenos Aires, las responsabilidades y actitudes políticas, las obras postergadas, la solidaridad y la activa participación y trabajo en conjunto de organizaciones sociales.
La superficie y lo que va por debajo.
La Facultad de Periodismo de La Plata fue uno de los epicentros de la solidaridad con las víctimas de la inundación. La juventud, convocada allí y en otros tantísimos lugares, fue protagonista central de estas jornadas. Un hecho cultural que debe mirarse como lo que emerge de estos años de intensos cambios políticos. Va a tono con lo que pasó en octubre de 2012 cuando murió Néstor Kirchner. Con una diferencia: en aquella oportunidad fue una adhesión masiva por el dolor de desaparición física de un líder político, esta vez se trató de una autoconvocatoria para cargarse la mochila y ser protagonistas colectivos. La mayoría de las veces que la juventud estuvo en la escena central -desde la mitad del siglo pasado y hasta diciembre de 2001 y las muertes de Kosteki y Santillán- fue por su capacidad de resistir y luchar contra un modelo autoritario y excluyente. Una cultura de participación solidaria con los pobres y necesitados es un dato político cultural insoslayable.
Los intendentes fueron, en la cultura política bonaerense, los referentes territoriales excluyentes. Esta vez, el intendente de La Plata Pablo Bruera quedó a la vista como alguien completamente incapaz. Por la mentira respecto de que estaba dando ayuda solidaria pero también por la incapacidad de gestión y de movilización de la militancia que lo apoya que se mostró completamente dividida y sin presencia.
Respecto de las fuerzas sindicales, muchos gremios platenses fueron parte de los brazos solidarios. Con una excepción criminal: una patota del gremio de la construcción que responde al Pata Medina agredió en Tolosa a una veintena de militantes de La Cámpora, de los cuales dos quedaron heridos.
No solo Unidos y Organizados tuvo entidad política. No solo La Cámpora se puso la pechera. Cada sector se mostró en La Plata con su propia identidad sectorial o partidaria dejando en evidencia que conviven la Red Solidaria, Cáritas y la Cruz Roja con agrupaciones militantes. Por caso, algunos sacerdotes de la Catedral platense, que está bajo la órbita diocesana del obispo Héctor Aguer, no se privaron de decir barbaridades del gobierno nacional a quienes se acercaban a cobijarse allí.
Cristina Kirchner y Daniel Scioli.
La presidenta y el gobernador bonaerense se mostraron juntos. Un hombre cercano a Cristina decía, con acierto, “de una tragedia nadie sale fortalecido, pero hay que poner el cuerpo”. Quizá algunos referentes políticos, menos experimentados, creen que pueden capitalizar la presencia en el lugar de la catástrofe. Es un dato insoslayable que el Papa decidió llamar solo a Daniel Scioli para marcar su solidaridad ante los hechos. No lo hizo con la Presidenta y con el jefe de Gobierno porteño. No se pueden hacer mayores especulaciones sobre si esto es la primera movida de Francisco en la arena política electoral y habrá que seguir la próxima visita del gobernador al Vaticano.
Lo cierto es que la prensa opositora no dejó de sentirse incómoda por la actividad conjunta entre los funcionarios nacionales y provinciales. Además, la presencia conjunta de las dos figuras institucionales y políticas de mayor peso nacional disminuye cualquier impacto negativo. Pero, por sobre todo, les permite a ambos tomar dimensión, de que la agenda pública necesita ser drásticamente modificada en lo referente a darle importancia a las obras hidráulicas, a la organización de las emergencias y a configurar espacios metropolitanos donde convivan la planificación del largo plazo con el día a día de la gestión municipal, provincial o nacional. Pedro Del Piero, presidente de la Fundación Metropolitana, en un artículo de 2010 (“Construyendo gobernabilidad para la Metrópoli”) cita un informe de la Subsecretaría de Urbanismo y Vivienda bonaerense que le pone cifras al territorio: “En casi 14 mil kilómetros cuadrados viven alrededor de 13 millones de habitantes (36% del país) gobernados localmente por 40 municipios y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con competencias jurisdiccionales de la provincia y del gobierno nacional. La mancha urbana tiene una superficie de casi 2.500 kilómetros cuadrados. Aporta al PBI el 46% del total nacional y equivale al 95% de la provincia”.
La especulación inmobiliaria en los últimos años creció en zonas inundables y no se modificó la cantidad de asentamientos precarios en las cuencas. Es imprescindible que el Estado tome el toro por las astas y se tomen todos los alertas
Lo que el agua no se llevó.
Ese es el título de un documental realizado en 2012 por alumnos del Taller de Producción Audiovisual II de la Facultad de Periodismo de La Plata. Es un testimonio demoledor del grado de contaminación en el Arroyo del Gato. Sus autores, los alumnos Dayana Aydé, Gonzalo De Feliche, Facundo Miranda, Juan José Pache, Luisina Quiroga y Damián Sosa, con recursos mínimos, ponen en el tapete lo imprescindible de abrir las voces y las miradas sobre la realidad. Con una cámara que muestra las pestilencias y las aguas estancadas, más unos pocos testimonios y material de archivo, se convierten en un testigo incómodo de que en ese arroyo no se hizo nada y tiene un cauce estrecho que impidió que el agua se retirara con rapidez. El Departamento de Hidráulica de la Facultad de Ingeniería de la misma universidad, advirtió hasta el cansancio esta situación y en 2007 presentó un informe detallando los problemas del arroyo del Gato.
Los ingenieros Pablo Romanazzi y Arturo Urbiztondo salieron estos días a los medios a explicar lo que habían dicho innumerables veces pero que no fue atendido por las autoridades. Mario Hernández, profesor de Hidrogeología, en la misma dirección, apunta que el crecimiento de las construcciones no se acompañó de la ampliación del sistema de desagües pluviales”. Cabe recordar que en 2008 hubo una inundación que afectó a casi 100 mil platenses y el intendente Bruera se había comprometido a realizar las obras necesarias.
Gabriel Mariotto.
Hubo una operación para intentar desprestigiar al vicegobernador bonaerense basada en que estaba de vacaciones en San Martín de los Andes. Eran los primeros días de descanso que Mariotto se tomaba en los últimos cinco años. No bien tuvo noticias del desastre volvió en auto desde el sur y llegó al día siguiente, miércoles 3 al mediodía. Estuvo en contacto todo el tiempo que duró el viaje con Marcelo Torres, secretario de Relaciones Institucionales del Senado provincial quien puso en marcha las instrucciones de Mariotto que incluían girar subsidios (del Senado) más agua más colchones a los barrios afectados. Eso fue a las 10 de la mañana. Dos horas después, Mariotto llegaba a su oficina y desde entonces estuvo en actividad. Si hay que buscar interesados en confundir sobre el vicegobernador no hay que buscar en el entorno del Gobernador sino entre quienes, con intereses en medios privados no alejados del Gobierno, quieren fortalecer la idea de unos pocos medios para ocupar espacios acríticos. Cabe recordar que Mariotto fue el impulsor del llamado a concurso para 220 licencias de televisión –la mayoría sin fines de lucro- y que ese anuncio coincidió con el lanzamiento de Cristina a la reelección. Luego, se cayeron las licencias y nunca más se volvieron a convocar.
Macri en bajada.
El jefe de Gobierno porteño quedó demasiado expuesto. Dejó colapsada la Ciudad durante tres semanas para montar el espectáculo del TC2000 cuya realización coincidió nada menos que con el torrencial y la inundación. El nivel de improvisación de la emergencia fue tan grande como la subejecución del Presupuesto. Volvió de sus vacaciones en Brasil y, pocos días después, al visitar a Margarita Barrientos en Los Piletones, el auto en que se retiraba, a las apuradas, se llevó por delante a dos personas que estaban en el lugar en momento en que se acercaba un grupo de vecinos encabezado por Mónica Ruejas, enfrentada con Barrientos, la única referente de la militancia villera cercana a Macri pero ya sin representación territorial sino al frente de una fundación financiada por el PRO.
Pese a ser ingeniero, Macri nunca realizó las obras del arroyo Vega, que desagota hacia el Río de la Plata hacia el norte. Justificó la paralización en que debían encararse las obras con préstamos del Banco Mundial. Se trata de un monto de 120 millones de dólares. Macri tuvo, finalmente, el aval del gobierno nacional. Otro tanto sucede con el Medrano, el otro arroyo cuyas obras no se iniciaron y que está más al norte aún que el Vega. No es casual que las zonas más inundadas de la Ciudad fueron las que están sobre ambos cauces subterráneos. Además de sufrir que las aguas no fluyeran por falta de obras, en el barrio Mitre, que está en esa zona, se repitió el desagote del Shopping Dot sobre las casas del barrio. La inundación en el Mitre fue la causa de la muerte de una vecina durante la inundación. Los vecinos, hace cuatro años que denuncian esto, y en mayo pasado ya habían presentado demandas al Dot por vía judicial. A raíz de eso, el gobierno de Macri había sido intimado a realizar obras para paliar el problema pero jamás se hizo nada. Cabe consignar que hace cuatro meses, en pleno diluvio, un grupo de vecinos fue a protestar al Dot. Diversos medios lo trataron como un problema de “inseguridad”; es decir, acusando a los vecinos de intentar robar en los comercios del shopping.
*Eduardo Anguita, licenciado en comunicación, periodista, docente universitario, director de “Miradas al Sur”