"AINDA QUE TARDIA"**

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Dossier: “Mirando al Sur” (artículo 2 de 3).

Valter Pomar*

El avance de la izquierda en América Latina sufriría un traspié si Lula fuera derrotado en las próximas elecciones; pero su reelección no es suficiente. Este artículo trata sobre las condiciones políticas que deben crearse hacia un “posneoliberalismo” en la perspectiva socialista.

Este texto es una versión ampliada del artículo que será publicado en la revista Teoría y Debate.

 

Vivimos un período de avance de la izquierda política y social en nuestro continente.

Una fuerte señal de eso es la presencia simultánea en los gobiernos de sus países, de los presidentes Lula, Chavez, Evo Morales, Kirchner, Michele Bachelet y Tabaré Vasquez.

Además De Fidel Castro como es obvio.

Este avance podrá ser profundizado en el 2006, principalmente con el resultado de las elecciones en el El Salvador ( marzo), Perú (abril), Colombia (mayo), Mexico (julio), Ecuador (octubre), y Nicaragua ( noviembre).

Pero también podrá ser retardado o revertido, especialmente si perdemos las posiciones conquistadas en Brasil (octubre), y en Venezuela (diciembre).

Consolidar y profundizar el giro a la izquierda en el continente es uno de los dos motivos por los cuales debemos luchar por un segundo mandato presidencial.

Hay otros motivos: lo que hacemos en el gobierno o lo que dejamos de hacer, más lo que podemos realizar en un segundo mandato. Y principalmente, la onda reaccionaria que resultaría de una eventual victoria de los partidos neoliberales.

Las declaraciones facistas y racistas del senador Bornhausen (PFL-SC), y las amenazas de la diputada Zulaiê Cobra (PSDB-SP) a la CUT y los ataques de la derecha en el CPMI de la tierra muestran lo que nos espera, si algo sale errado.

En el 2006 precisamos más que la reelección de Lula: necesitamos crear las condiciones políticas, institucionales y sociales que nos permitan realizar un segundo mandato superior al primero. Un mandato que sea la trancisión rumbo al “posneoliberalismo”.

Esto exigirá más fuerza institucional, a través de la elección de senadores, diputados federales, gobernadores y diputados estaduales de izquierda, en particular petistas.

Exigirá combinar alianzas institucionales con una sólida alianza con los movimientos sociales, y con la intelectualidad progresista.

Exigirá organizar los sectores populares que se identifican con nuestro gobierno y con el presidente Lula.

Finalmente, pero no por último, exigirá una campaña que apueste a la polarización social, política y programática entre el campo democrático y popular y las fuerzas neoliberales.

Una campaña que analice la herencia dejada por los gobiernos tucanos y conservadores, que enfrente las alternativas programáticas presentadas por el PSDB-PFL, que reconozca las realizaciones y los límites del gobierno de Lula.

 

La polarización

Las encuestas comprueban que hay una polarización de clase entre el candidato del PT y el candidato del PSDB. Uno de nuestros desafios, en ese terreno, es mantener el electorado popular y recuperar el apoyo de sectores medios que votaron por nosotros en el 2002 y se alejaron a lo largo de los últimos tres años y medio.

También está clara la existencia de una polarización política, en la disputa presidencial, entre el PT y el PSDB.

Uno de nuestros desafíos en ese terreno, es impedir que se consolide una tercera vía, que en un segundo turno tendría el apoyo de los neoliberales contra el PT- como ocurrió en la elección de Rio Grande do Sul en el 2004.

Algunos piensan en hacer esto, realizando desde ahora una alianza electoral más amplia que aquella con la que disputamos el primer turno del 2002. Los que piensan eso defienden alianzas que no suman.

El camino para ampliar de manera consistente, pasa por consolidar la polarización social y política, a través de la polarización programática, dejando para un segundo turno una ampliación de las coaliciones electorales.

Así como existe una clara polarización social y política, no es tan clara la polarización programática.

Las opciones realizadas por el gobierno y por el partido, aun para los menos confundidos en el 2005, combinados con los ataques de la derecha y con la percepción popular de la crisis. embarullaron las cartas programáticas.

Si queremos realizar una campaña militante, que tenga un núcleo duro compuesto por la izquierda política y social, que sea capaz de atraer el apoyo de los sectores medios y de impedir el surgimiento de una tercera vía, precisamos volver a confrontar el programa democrático y popular con el programa neoliberal.

Esta confrontación tiene cuatro dimensiones:

a)el debate de la herencia dejada por el gobierno de FHC y por los gobiernos conservadores que lo precedieron.

b)el debate de las realizaciones y también de los límites del gobierno de Lula

c)el debate de las alternativas propuestas hoy, por la oposición tucano-pefelista y por los demás partidos

d)el debate de las directrices de un segundo mandato de Lula (2007-2010)

No es preciso decir que el debate de la “herencia maldita” es indisociable de un balance del primer mandato de Lula (2003-2006).

 

El balance

Un balance completo del gobierno de Lula es una tarea para el futuro, sea porque el gobierno aún no concluyó su mandato, sea porque este balance dependerá en parte del resultado  de las elecciones del 2006; y también porque un balance completo abarcará la reconstitución sistemática de la acción de gobierno en un análisis comparado con otros gobiernos similares al nuestro.

Este balance deberá  tener en cuenta el contexto histórico en que actuamos, marcado por la hegemonía neoliberal, por la crisis del socialismo, por una secular deuda social y democrática, y también  por el reflujo de las organizaciones y de la lucha de la clase trabajadora, incluso desde el punto de vista ideológico.

Teniendo en cuenta todo esto, el balance que podemos y debemos hacer ahora, tiene un carácter asumidamente instrumental, a saber, servir de sustento para la elaboración de las directrices del programa de gobierno 2007 – 2010, y, también, como elemento de cohesión de la militancia, para que abrace con voluntad la misión de vencer en la elecciones del 2006.

Nuestro desafío es presentar un balance crítico(sin el cual no habrá cómo avanzar, cómo hacer algo mejor), mas al mismo tiempo capaz de sustentar la defensa del voto a Lula y a los demás candidatos del PT.

Defender el gobierno de Lula no es presentar un rol de sus realizaciones aunque ellas  puedan constituir un elemento de defensa del gobierno. Defender el gobierno de Lula es también no exagerar las acciones de la administración federal.

Claro que están los que piensan que, frente a un balance negativo o simplemente realista, sólo restaría como alternativa hacer oposición.

En este sentido y paradojalmente, este “gobernismo acrítico” compartiría con el izquierdismo del PSTU y del PSOL un presupuesto básico: acreditar que la defensa del voto a Lula en el 2006 pasa única o principalmente por las realizaciones positivas de su gobierno. Y como dicen “si el gobierno no fue lo máximo, no merece ser defendido”. No perciben que la necesidad de derrotar a la derecha y la posibilidad de construir un futuro diferente también son factores de motivación.

Es preciso reafirmar lo obvio: en un país, en un mundo que siguen bajo la hegemonía del capital financiero, del imperialismo y de las ideas neoliberales, nuestra presencia en el gobierno, aún con todas las limitaciones, es objetivamente positiva, sea porque dislocamos fuerzas políticas y sociales que ocupaban el gobierno durante el tucanato, sea porque detuvimos o retardamos procesos que estaban en curso en el gobierno anterior ( el programa de privatizaciones, la represión a los movimientos sociales, la adhesión acelerada al ALCA).

Por otro lado, faltó al gobierno de Lula tener o seguir un plan estratégico que tuviese como objetivo superar la hegemonía neoliberal.

Este objetivo estaba explícito en las resoluciones del XIIº Encuentro Nacional del PT, que se expresaba en ruptura con el neoliberalismo. Estaba presente incluso en las posiciones que, en el 2003 hablaban de una transición de modelo. Pero eso nunca llegó a ser parte de la práctica – además de desaparecer rápidamente del discurso – de la mal denominada “área económica” cuyos encargados en lugar de ruptura y transición, pasaron a practicar un ajuste fiscal permanente y a hablar de déficit cero.

Esto no sería tan grave si, desde el 2004 hasta el final del 2005 Hacienda y el Banco Central no hubiesen sido colocados en la condición de “pilares” del gobierno, compitiendo incluso con el presidente electo.

Como la política monetaria desarrollada por el Ministerio de Hacienda contiene medidas innegablemente impopulares – tales como las altas tasas de interés y el superávit primario, corte y contingenciamiento ( no cumplir el presupuesto aprobado por el congreso) de partidas presupuestarias, reducción de las inversiones, etc. -, eso contaminó al conjunto del gobierno con un discurso y una práctica que chocan pesadamente con las expectativas de las bases partidarias, electorales y sociales del campo democrático y popular.

Este conflicto (que se trataba de minimizar hablando de los efectos positivos de la contención de la inflación)  viene creciendo desde el iniico del 2003, en parte debido al enorme éxito con que el ministerio de Hacienda y el Banco Central transfieren recursos de la sociedad brasilera para el capital financiero, a través de la tasa de interés y del superávit primario. Esta transferencia es tan intensa que otorga a la política del Banco Central y del Ministerio de Hacienda total predominio sobre el conjunto de lo que podemos denominar como “política económica del gobierno”. Como resultado se posterga no sólo la ruptura, sino inclusive el enfrentamiento consecuente con la hegemonía del capital financiero sobre la economía nacional.

Es claro que hay componentes contradictorios en la política económica, que permiten la aventura de intentar defenderla “por izquierda”, citando entre otras medidas la recontrucción del Estado y de su capacidad de planeamiento, la interrupción del programa de privatizaciones, la política energética, la recuperación y la política de crédito barato de los bancoas públicos, los saldos en la balanza comercial, la relación deuda PBI.

Eso para no hablar del argumento según el cual los fundamentos de la política económica serían correctos, habiendo problemas y exageraciones en la “operación”. O la propaganda entusiasmada del pago anticipado de la deuda con el FMI y la recompra de títulos.

En todas estas medidas hay un poco de verdad de efectos positivos: ocurre que tomadas en conjunto, no consiguen quebrar la lógica impuesta por el capital financiero a toda la sociedad brasileña.

 

Otra orientación

La tarea central de nuestro gobierno era y sigue siendo servir de punto de apoyo para la construcción de un Brasil pos-neoliberal.

Ésta no es una tarea “económica”, por el contrario: derrotar la hegemonía neoliberal exige construir una contra-hegemonía política y cultural, sin la que no se logrará destronar la dictadura del capital financiero.

Por esto mismo nunca podríamos dejar al gobierno como prisionero de los límites tanto del discurso como de la acción asumidamente continuista del Ministerio de Hacienda y del Banco Central.

Las mejores áreas del gobierno son exactamente aquellas como la política externa y la cultura, donde se consiguió mantener algún nivel de autonomía, por lo menos frente al discurso economicista.

Nuestro segundo mandato necesita por tanto, mucho más que otra política económica. Precisamos de una nueva orientación política global, que parta de algunos presupuestos:

 

a)     En Brasil y en toda América Latina continúa puesta en el orden del día la tarea de superar la hegemonía neoliberal, en sus tres dimensiones: el dominio imperial norteamericano, la dictadura del capital financiero y la tara del Estado mínimo, cuyo enfrentamiento exige profundizar y radicalizar las iniciativas de integración latinoamericana y Caribeña.

b)     Dos décadas perdidas, una de ellas de hegemonía neoliberal, produjeron una tragedia que está lejos de ser develada y que solo lo será a través de reformas estruturales y de políticas sociales universalizantes;

c)     Es preciso democratizar radicalmente el país, lo que incluye cambios en el modelo de Estado, mecanismos de control social, reforma política, combate al monopòlio de los medios de comunicación, fuertes políticas de cultura y educación;

d)     Precisamos de un desarrollo centrado en la ampliación de lo público y de lo social, de la producción y del mercado interno de masas, lo que exige grandes inversiones estatales en infra-estructura, políticas sociales y reformas estructurales (destacando  las reformas agraria y urbana). El PPA debe apuntar desde ya al crecimiento del presupuesto de estas áreas en detrimento de las obligaciones de la deuda financiera;

e)     El Banco Central debe perseguir metas combinadas de inflación, crecimiento y empleo. Las tasas de interés determinadas por el Copom, deben ser compatibles con las metas de crecimiento y empleo. La reducción de la relación deuda – PBI, será buscada, no a través de altas tasas de superávit primario sino a través del crecimiento del producto interno.

Los límites

A amplios sectores del partido les gustaria aprovechar el 13 Encuentro para hacer un balance profundo de la crisis que vivimos en el 2005 y de nuestra experiencia de gobierno. Otros quieren realizar un debate sobre la concepción, el funcionamiento y la estrategia del Partido.

Todas esta cuestiones son relevantes y es fundamental que el Partido las enfrente.

Como ya dije en otro lugar, es preciso desmontar un enorme edificio programático e ideológico, construido a lo largo de los últimos 10 años.

Pero el espacio para realizar este debate con la profundidad necesaria, será el Tercer Congreso del Partido, que debe realizarse en el 2007.

En el 13 Encuentro programado para abril de este año, estas y otras cuestiones serán tratadas en forma coherente con el objetivo central del Partido en el 2006:vencer en las elecciones presidenciales.

Hablando claro: no será ahora que haremos el necesario ajuste de cuentas con las concepciones estratégicas que estuvieron en vigor en el Pt entre 1995-2005 .

Esta es una tarea que debe ser llevada a cabo después de la victoria. La tarea de ahora es impedir que la coalición neoliberal (PSDB-PFL) reconquiste el gobierno.Lo que por el contrario nos ayudará a dejar atrás la política conducida por la dupla Palocci-Meireles.

Precisamos de una estrategia política no solo comprometida, sino principalmente organizada en torno de tres grandes objetivos: la integración nacional, la democratización política y el cambio del modelo económico y social, en una dirección posneoliberal y con un horizonte socialista.

Este debe ser el sentido de las directrices del mandato 2007-2010: iniciar la transición, ahora, en dirección al posneoliberalismo.

 

**NT : Ainda que Tardia (antes que sea tarde), frase de Tiradentes un luchador  brasileño que fue asesinado cuando los brasileños luchaban por ser una república independiente.

 

*Valter Pomar- Secretario de Relaciones Internacionales del PT   

 

         Traducido del portugués por Amado Heller   

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