En pocos días se produjeron dos noticias muy perturbadoras, que hablan de la enfermiza pretensión del Imperio de recapturar el control total de los países de Latinoamérica y el Caribe.Una de ellas tiene que ver con la Argentina, y son las escandalosas declaraciones que el embajador nominado por Joe Biden para este país, Marc Stanley, hiciera en la audiencia de confirmación ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos. Sus palabras expresan un rancio intervencionismo. Ratifican la vigencia de la Doctrina Monroe, que próxima a cumplir dos siglos sigue siendo la referencia fundamental del gobierno de Estados Unidos a la hora de definir sus relaciones con los países del área. Stanley es lobista del estado de Israel, no es diplomático de carrera, es un aportante del Partido Demócrata. En materia económica habló de la recesión que afecta a la economía argentina desde el 2018 y la necesidad de un pronto arreglo con el FMI. Definió al país como un hermoso bus turístico pero cuyas ruedas no funcionan bien y declaró que metería presión sobre el tema de las tecnologías 5-G para evitar que se acreciente la influencia de China en la Argentina y de ese modo impedir que el gigante asiático “acceda a todos los datos e información de los argentinos.” Stanley extremará sus gestiones para lograr que el gobierno argentino se sume a “los Estados Unidos y a otros países que exigen el respeto de los derechos humanos en países como Venezuela, Cuba y Nicaragua.” En suma, como bien lo define Atilio Borón: un abogado irrespetuoso y mandón, que ignora lo establecido en la Convención de Viena que prohíbe a los embajadores intervenir u opinar públicamente sobre los asuntos internos de las naciones. Sería deseable que el gobierno argentino le negara el plácet para impedir que este émulo de Spruille Braden -el embajador que organizó la Unión Democrática para combatir al peronismo en 1945- venga a inmiscuirse descaradamente en la vida política argentina.El diputado nacional y dirigente de la CTA, Hugo Yasky aseguró que las declaraciones de Stanley “son declaraciones de un virrey que tiene una concepción neocolonial”. “Sus expresiones revelan el pensamiento profundo del gobierno de los Estados Unidos. Por más que haya diferencias entre Trump y Biden siguen pensando que América Latina es su patio trasero”, puntualizó. “Siguen pensando que nuestro gobierno tiene que disciplinarse y tiene que aceptar sus mandatos. Para que esto suceda cuentan con esta casta dominante local que representan los gobiernos de derecha”, agregó.La otra mala noticia atañe a Latinoamérica y el Caribe en su conjunto, y tiene que ver con la declaración del general Mark A. Milley, Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. En la ceremonia que tuvo lugar en el Cuartel General del Comando Sur definió al “Hemisferio Occidental” como “un barrio de vecinos. Este hemisferio nos pertenece a nosotros y a nadie más” –aseguró- “y estamos hombro con hombro en esta causa común para proteger a nuestro hemisferio de cualquier amenaza internacional.El vocablo “nosotros” podría interpretarse de varias maneras, pero al mencionar a quiénes podrían ser los potenciales adversarios de tan idílico vecindario: China, Rusia e Irán, se puso de manifiesto que ese “nosotros” se refiere a Estados Unidos y no a las demás naciones. Washington ha caracterizado a esos tres países no sólo como adversarios sino también como enemigos. Milley apeló a una formulación ambigua reproduciendo el sutil juego de lenguaje de la Doctrina Monroe al proclamar aquello de “América para los americanos”, que en realidad quiere decir “para los estadounidenses”. La idea de que Latinoamérica y el Caribe “pertenecen” a Estados Unidos ha sido una constante en discusiones académicas en el último medio siglo.Mientras tanto en PERÚ, en su enfrentamiento con el gobierno de izquierda de Pedro Castillo, el Congreso controlado por la derecha maniobra para maniatar al presidente. El Legislativo ha dado un importante paso en esa dirección promulgando una ley que limita las facultades de Castillo y debilita al mandatario frente a un Parlamento opositor y en buena parte hostil y golpista. Esta ley, que es un ataque directo al presidente, ha sido promulgada cuando en el Congreso sectores radicales de la derecha encabezados por el fujimorismo, complotan para dar un golpe parlamentario. Para eso tienen la ambigua figura de la destitución del presidente por “incapacidad moral”, que puede aplicarse sumariamente en un proceso de pocos días sin necesidad de un juicio político y sin otro argumento que la fuerza de los votos.En los últimos años, con estas figuras de la destitución del presidente por “incapacidad moral” y la disolución del Congreso, el país ha estado en permanente inestabilidad política.
Por RICARDO LUIS PLAUL.