“El partido Alianza por Brasil consolida la unión del poder militar con el poder miliciano y paramilitar para imponer una nueva forma de dominación del espacio estatal.”
Fernando Frazao/ Agencia Brasil
El gobierno Bolsonaro construyó una narrativa autoritaria que establece la orden de matar, exento de responsabilidad por ilícitos y, en perspectiva, con la mira puesta a un golpe de Estado que se anuncia con un repertorio de hechos coincidentes con la libertad para el uso de armas de fuego. Esta narrativa se agrava con la aprensión de 117 fusiles con milicianos en el condominio de lujo en el que reside Bolsonaro; con militares traficando cocaína en el avión presidencial; con los hijos de Bolsonaro defendiendo la memoria de dictadores y torturadores; con la relación de los hijos con grupos milicianos; con amenazas de revivir el AI-5; con el ex juez y ministro de justicia que actúa como un capitán del monte; con apoyo a milicianos que invaden embajadas; con militares que amenazan al ministro del Superior Tribunal Federal y que no reconocen que hubo un golpe militar en 1964 – para ellos, el golpe fue la salvación de Brasil del comunismo; con militares que apoyan el golpe militar en los países de América Latina, entre otros. Esa narrativa evidencia la marcha de la insensatez hacia la consolidación de un gobierno militar-miliciano, que se organiza públicamente, con afrentas a los Poderes Legislativo y Judicial.
El partido Alianza por Brasil consolida la unión del poder militar (institucional) con el poder miliciano y paramilitar (estado paralelo) para imponer una nueva forma de dominación del espacio estatal en Brasil, como ocurre en Bolivia.
El eje militar-miliciano se hizo cargo del gobierno y vigila a cualquiera que intervenga. Es la unión del Estado Institucional (militar) y del Estado Paralelo (milicianos) contra las clases populares, la clase trabajadora y contra la propia clase media. Es un proyecto de muerte contra los sueños de liberación del pueblo brasileño y latinoamericano. Es necesario leer el laberinto, percibir las contradicciones y señalar las posibilidades de estrategias, tácticas y alternativas de movilización del pueblo brasileño, porque el mensaje del gobierno apunta hacia una intervención autoritaria. La cuestión central que orienta nuestro análisis es ¿sobre que narrativa la izquierda brasileña propone contener y enfrentar esta escalada armada e ideológica del gobierno Bolsonaro?
La primera estrategia es superar la visión ingenua de democracia y comprender los elementos que sustentan la democracia liberal, que se confunde con formas autoritarias de gobiernos militares-milicianos y reconstruir el lugar de la sociedad civil en la organización de una nueva plataforma democrática. La segunda, es contextualizar que esta ofensiva de la ultraderecha en América Latina, tiene raíces históricas en las intenciones de dominación europea, cuyo marco fue la invasión colonial, pero que aún se perpetúa con los intentos de golpe del imperialismo estadounidense. Estas ideas pueblan América Latina con el avance neoliberal (proyecto económico), neocolonial (proyecto territorial) y neopentecostal (proyecto religioso), siempre con apoyo de la élite colonial y esclavista.
Este proyecto de muerte encuentra terreno fértil con los avances de los grupos militares-milicianos que actúan en dos frentes: en el campo institucional, con la fuerzas armadas que no abandonaron el ideario autoritario en la disputa del Estado con la trama de los golpes militares; en el campo de lo social, los militares amplían su fuerza armada con el apoyo de la organización de grupos milicianos o paramilitares que trafican armas, drogas y dominan territorios, como ocurre en Rio de Janeiro. Este contexto tiene el apoyo y la participación de la élite esclavista, que se organiza en el asfalto para dominar y subyugar a los pobres y subalternizados en las periferias de Brasil bajo la lógica de la vieja reproducción Casa Grande X Senzala. No hay golpe militar sin armas, ejercito, policía y proyecto político de dominación.
La izquierda necesita analizar esta coyuntura, que combina el uso de armas y violencia para tomar el poder estatal, reprimir y perseguir a sus opositores, los movimientos y las organizaciones sociales progresistas. Este grupo militar-miliciano tiene como objetivo dominar al Estado para garantizar el enriquecimiento de las élites nacionales, con la destitución del sentido público estatal, con la privatizaciones; la expropiación de las tierras; y el exterminio de los pueblos originarios y raciales, como indígenas, negros, quilombolas (esclavos en resistencia). No podemos subestimar la determinación de los aliados de Bolsonaro, tampoco de los militares que componen el gobierno y las ideas de preservación de privilegios de las élites nacionales.
Después de más de 500 años, América Latina continua en soledad su lucha por la liberación de los dominios coloniales e imperiales que avanzan sobre nuestras tierras, nuestra biodiversidad, nuestras aguas, nuestras riquezas y, con mayor intensidad, sobre la esperanza y los sueños de nuestra gente. A pesar de eso, la memoria de liberación del dominio hispánico y portugués continúa siendo el mayor legado de organización del pueblo latinoamericano en la resistencia y en la conquista de la independencia colonial. Dos puntos de resistencia en América Latina pueden ir en apoyo de nuestra lectura sobre las dimensiones y las estrategias de organización de la izquierda en Brasil, a pesar de sus especificidades.
En Bolivia, el reciente golpe de Estado y en Venezuela, los intentos fracasados de golpe. En Bolivia, prevaleció la combinación militar-miliciana como fuerza central de destitución del gobierno de Evo Morales y la instalación de un régimen autoritario, con la efectiva participación de la Organización de Estados Americanos (OEA), o sea, con intervención estadounidense en apoyo de las fuerzas de extrema derecha del continente. Esto necesita ser analizado por la izquierda latinoamericana.
América Latina enfrenta una lucha de correlación de fuerzas de extremos, con alternancia entre gobiernos democráticos y gobiernos de extrema derecha, marcados por el autoritarismo, por la violencia policial y por la intervención militar y miliciana. En Venezuela, la combinación popular-institucional avanza contra los intentos de golpe de Estado, o sea, hay organización de las clases populares para la defensa de la soberanía nacional, con el legado de liberación del colonialismo, liderado por Simón Bolivar, y el avance .en la derrota del imperialismo por el chavismo.
No hay resistencia sin memoria, autoconocimiento y formación de una identidad propia que este fuera del centro estadounidense y europeo. Lo institucional, porque el chavismo condujo las reformas necesarias de sus instituciones como el parlamento, el poder judicial y las fuerzas armadas, a pesar del modelo de democracia que quieren imponer en aquel país. La forma de democracia que ha prevalecido es la popular, el fortalecimiento de las instituciones y de un amplio frente de defensa de la soberanía nacional de Venezuela. El poder militar-miliciano de extrema derecha y antinacional, con apoyo del gobierno de EE.UU, ha sido derrotado sucesivamente en sus intentos de golpe. A pesar de las sanciones a Venezuela, es una experiencia de resistencia que puede contribuir a enfrentar el eje de la muerte militar-miliciano de Bolsonaro La extrema derecha, liderado por el gobierno Bolsonaro, quiere imponer las ideas de la dictadura que corre por las venas del grupo militar-miliciano. En Brasil la tensión aumenta con cada afirmación del gobierno de retornar al AI-5, la cuestión central es como la izquierda se articula para vencer los ideales de autoritarismo y la eminencia de la dictadura proclamada por el eje militar-miliciano que toma la dirección política del Estado brasileño.