Ideologizados, frustrados, mayores de edad. Estas fueron algunas de las palabras que utilizó para describir a los docentes la ministra de Educación de la Ciudad, Soledad Acuña. Sus definiciones fueron realizadas durante un zoom cuyas imágenes y audios se filtraron. Despertaron un repudio generalizado en la comunidad educativa y otras entidades, como las organizaciones de derechos humanos. “Los conceptos de Acuña develaron un modo de pensar la educación pública que suele estar escondido detrás de las estrategias de comunicación y marketing del Gobierno porteño”, le dijo Gabriel Brener a Diario Z.
Brener es licenciado en ciencias de la educación (UBA), especialista en gestión y conducción del sistema educativo y profesor de primaria en la Escuela Normal 4. Es docente de la cátedra de didáctica general del profesorado en la Facultad de Filosofía y Letras de UBA y co-autor, entre otros libros, de “La escuela inquieta. Explorando nuevas versiones de la enseñanza y del aprendizaje”. Es decir: conoce el tema del derecho y el revés, en la reflexión académica y en el aula.
¿Qué le parecieron las definiciones de Acuña?
Es una de las pocas veces en las que se pudo ver y escuchar realmente lo que piensa la persona que está a cargo de la educación en la Ciudad. Esto es muy distinto de lo que el Gobierno porteño suele mostrar en el marketing. Por otra parte, lo que dijo La ministra tiene cierta aceptación en un sector de la población porteña y del profesorado.
¿No es una lectura de sectores que se forman en instituciones privadas muy caras, muy minoritaria?
Hay una subjetividad mercantil que impregnó a la sociedad y a la pedagogía. Digamos: la idea de que lo privado tiene calidad y lo público es malo impactó en algunos sectores de la sociedad. Sin embargo, también es cierto que durante décadas, por suerte, se ha construido un sentido común que reivindica la escuela pública y la universidad pública. Eso es cierto. Es una trama compleja.
¿Cómo calificaría el nivel de formación de los docentes?
Es algo que hay que evaluar en contexto. El desarrollo de la formación docente en Argentina es muy interesante. Esta enraizado en una herencia muy potente del normalismo argentino. Tiene un bagaje de enormes riquezas culturales y pedagógicas, recoge experiencias muy importantes del resto de América Latina. Lo que ha sucedido en la última década en la Ciudad es un acto de desprecio por la construcción histórica del último siglo y medio de la formación docente.
¿Cree que estas definiciones tienen que ver con el proyecto de la Unicaba para desplazar los institutos de formación?
Sí. Primero trataron de borrarlos de un plumazo y, como no pudieron, ahora la idea es asfixiarlos y reemplazarlos por la Unicaba, a la que ahora definen como Universidad de la Ciudad. El video de Acuña debería mostrarse en varios lugares porque devela el sistema de ideas de muchos de los funcionarios porteños.
Esta visión de la ministra, parece partir de una base de desconfianza en los maestros…
Fueron definiciones que generan un manto de sospecha sobre los docentes. Los considera una amenaza. Dice que no saben enseñar, alguien que desconoce por completo el terreno del que opina. Por eso plantea una relación de control de los padres sobre los maestros. Distribuir la palabra, tarea que los maestros hacemos todo el tiempo, es una acción política. Porque se trata de que no hablen siempre los mismos, de que los que tienen más dificultades para expresarse puedan hacerlo. Coordinar un aula supone enseñar a nuestros alumnos a convivir en sociedad. Es una práctica de ciudadanía y por ende un acto político.
Por Demián Verduga para Diarioz.com.ar