Revista Tesis 11 (nº 117)
Isaac Grober*
El programa económico y el proyecto político del macrismo. Ganadores y perdedores. Modelo de país y conformación de sociedad resultantes. Tareas para el campo popular.
Argentina está inmersa en una severa crisis cuyas exteriorizaciones más evidentes son el lento ritmo de crecimiento del producto en los últimos años y en franca recesión en éste, insuficiente nivel de inversiones, restricción externa y una elevada inflación. No son fenómenos nuevos. La crisis es estructural.
En diciembre pasado, una alianza – Cambiemos – imbuida de distintos valores a los de la precedente – FpV – asumió, legitimada por el voto, la conducción formal del gobierno, desde donde puso en ejecución un proyecto político, del cual lo económico es parte y cuyo análisis es el objetivo de este trabajo.
El contexto
La más adecuada evaluación de este proyecto exige necesariamente considerar el contexto en el que se inserta y la caracterización de la crisis. Para eso destacamos en primer lugar que Argentina es un país capitalista y como tal, es parte del sistema capitalista mundial con el que interactúa en lo comercial, financiero, político y cultural
De esa vinculación se reciben impulsos con repercusiones sobre lo interno acorde con la estructura socioeconómica y en especial en consonancia con la conformación y gravitación del poder real local.
Si reconocemos como contexto al capitalismo como sistema mundial, no podemos obviar la actual existencia de un régimen globalizado subordinado a la acción de estructuras monopólicas con predominio del capital financiero. Ello implica el funcionamiento de un sistema con significativa gravitación de ese capital en la orientación de la producción y distribución de la riqueza, en el cómo, el para qué y hacia dónde fluyen los capitales. Es la era del neoliberalismo como expresión concreta del capitalismo actual a escala mundial y que como paradigma de acumulación prioriza la valorización financiera antes que la que deriva de la producción real.
Es un capitalismo que abrazado al dogma de la libertad de mercado, expone desde hace añares limitaciones para generar incremento de riqueza pero una exuberante facilidad para concentrarla en pocas manos e intensificar por ello la desigualdad social y regional. Es el capitalismo salvaje al que alude el Papa Francisco.
Es un resultado que se fue agravando desde el estallido de 2008, después del colapso de la burbuja inmobiliaria y la quiebra del Lehman Brothers en EE.UU., cuando con el propósito de enfrentar esta crisis se recurre a políticas y medidas iguales a las que la generaron pero en lo esencial destinadas a respaldar al capital financiero. De allí el agravamiento de las condiciones de vida de los pueblos de muchos países, entre ellos varios de la Unión Europea, de los que sobresalen Grecia, España, Portugal, pero que tampoco excluye a Francia y Alemania y a los EE.UU., del otro lado del Atlántico
La primera conclusión indica que cuando un modo de producir y distribuir riqueza, que junto con exhibir una limitación estructural para incrementarla, aumenta sistemáticamente la magnitud de los socialmente excluidos, llega el momento en que objetivamente se torna inviable. Esto es lo que está ocurriendo con el neoliberalismo y es por ello un modo históricamente agotado. Si a pesar de ello subsiste, es porque aún no se conformaron fuerzas políticas con la suficiente envergadura como para bloquear y derrotar políticamente al bloque de poder que lo usufructúa y sostiene y de este modo decrete su fin.
Prueba de una tendencia que permite vislumbrar el agotamiento histórico de un modo de producción, es el persistente declive de EE.UU. en lo económico y político dentro del concierto mundial, no obstante ser aún la primera potencia en lo económico y militar.
La estructura interna
Habida cuenta de este contexto, la estructura socioeconómica interna es también parte esencial de la caracterización de la crisis.
De nuestra estructura resaltamos el alto grado de monopolización y el entrelazamiento entre grupos económicos en todas las ramas de la economía, como lo revela el hecho que en 2012 las 1.000 empresas más grandes facturaban el 76 % del PBI, con una muy elevada participación en ellas del capital extranjero. Tan es así que para ese año, del total de 500 empresas de mayor dimensión, 321 tenían participación de capital de ese origen y con el adicional de que más del 80 % de las utilidades de las firmas más grandes era apropiada por las multinacionales aquí radicadas (1).
La concentración en el sector agropecuario también es ilustrativa. Los 1.000 productores más grandes de Argentina concentran el 30% de la producción, pero ahondando más en los detalles se comprueba que la producción de esos 1.000 productores es 882 veces mayor que la de los 1.000 más chicos, con un área cultivada 191 veces mayor y ventas totales que las superan en más de 695 veces. La superficie de producción que maneja esa cúpula es en promedio de 8.000 ha por explotación contra las 40 ha en promedio de los 1.000 productores más chicos. Por eso no extraña que el 30% de los productores se quede con el 88% de la renta (2)
Pero además, a partir de la producción agraria hay un entramado de intereses y poder sumamente ilustrativo de su capacidad operativa en lo político y económico. Raúl Dellatorre describe sintéticamente este entramado en el que ”la exportación se concentra en pocas manos; la molienda también reconoce a un puñado demasiado chico de actores dominantes que responden a las mismas cerealeras; la comercialización por regiones es controlada por las mismas firmas y, finalmente, un grupo de grandes productores asociados a aquellas, son los que los que ejercen el control sobre las principales zonas de producción a través de la propiedad de los campos o por el manejo directo de las condiciones de arrendamiento (3),
Ocho grandes empresas, cinco de ellas multinacionales, concentran el 70% de los volúmenes exportados, principalmente soja, trigo y maíz. De ellas la más emblemática es la estadounidense Cargill, que además de ser responsable del 15/20% del total exportado, es titular de plantas de molienda, de productoras de aceite, de molinos harineros de trigo, de plantas procesadoras de cebada, de frigoríficos, una planta de fertilizantes y una comercializadora de semillas asociada a la multinacional Monsanto. Para proveerse de granos y cereales que adquiere a los productores, cuenta con más de cuatro docenas de acopiadoras más otras tantas que sin pertenecer a Cargill, trabajan en exclusiva para ella. Corona todo este emporio 5 puertos propios para despachar sus cargamentos al exterior, puertos a los que no tiene acceso ninguna autoridad ni están sujetos a control. Todo un ejemplo de integración vertical, de poder económico y de capacidad de acción política.
Viene a cuento el conflicto con el “campo” a raíz del intento de aplicar retenciones móviles (resolución 125), y el voto “no positivo” del ex Vicepresidente Cobos, hoy aliado al Macrismo, y más actualmente el resultado del compromiso acordado e incumplido entre la conducción económica y los grandes productores y cerealeras referido a la liquidación de divisas. Compromiso, bienvenida la megadevaluación y quita de las retenciones y después pito catalán
Los expuestos son todos fenómenos que vienen de lejos pero que se potenciaron con el neoliberalismo impuesto a sangre y fuego por la dictadura cívico militar, su figura emblemática, Martinez de Hoz y el respaldo mediático, político y militar de los EE.UU.
Caracterizando la crisis
Estos guarismos dan base para entrever el origen y magnitud de la concentración de ingresos, de riqueza y de poder y también para visualizar algunos de los canales de vinculación y subordinación a los centros del poder del capitalismo mundial. Subordinación que adquiere mayor relevancia cuando se computa, como es público y notorio, que las filiales de las multinacionales despliegan su operatoria al son de estrategias y proyectos – económicos y políticos – que con alcance mundial diseñan sus matrices.
Sólo a título de muestra recordemos que en el marco del conflicto judicial con los fondos buitre, la filial local del Citibank, en lugar de ajustar su conducta de conformidad con la ley argentina y las normas de nuestro Banco Central, resolvió pedir autorización y subordinarse a la decisión de su casa matriz y la justicia de Nueva York sobre si pagar o no los servicios de los bonos de deuda externa reestructurada, emitida bajo ley argentina.
Es lo permanente de la historia argentina, porque en tanto la concentración y su contraparte, la desigualdad, son inherentes al desenvolvimiento mismo del capitalismo, la monopolización en Argentina – al igual que la de América Latina toda – se hizo montada en la dependencia, que nació casi junto con la patria.
A propósito. La restricción externa, íntimamente ligada a nuestro desequilibrado tejido industrial, es el subproducto de nuestra dependencia: una burguesía local, ideológica y económicamente sometida, mezquina a la hora de invertir y que cuando lo hace, muchas veces opta o es inducida o forzada a hacerlo con una tecnología anticuada y para una escala inapropiada. Y además, en cuanto puede, especula financieramente, evade o transfiere legal o ilegalmente al exterior. Cuando se trata de multinacionales, se subordinan a la estrategia mundial de su matriz y cometen los mismos pecados como los recién citados.
El hecho a resaltar es que en el contexto de un sistema mundial en crisis, del que Argentina es parte y en lo interno, una estructura con una gravitación determinante del capital concentrado y extranjerizado, se han potenciado las restricciones y soportes de nuestra crisis. Desde el exterior, limitaciones para generar mayores ingresos genuinos por efecto del secular deterioro de los términos de intercambio más la depresión de una demanda mundial golpeada por la crisis. En lo interno, fruto de la concentración de la riqueza y los ingresos, computemos el deterioro del consumo, el débil caudal de inversiones, la depresión del mercado interno y con ello, el proceso que terminó socavando y desequilibrando el tejido industrial. Súmesele a todo lo anterior el peso de los servicios y condicionamientos asociados a la deuda externa y tendremos un panorama que se va acercando a la realidad.
Para que se tenga una idea de la dimensión del deterioro generado por las gestiones aferradas al neoliberalismo durante sucesivos gobiernos, indiquemos que en 2001 la participación de la industria en el PBI total se había reducido al 15%, menos que la que tenía un cuarto de siglo atrás.
A todo lo anterior hay que sumar, en el marco de la vigencia del dogma neoliberal, un Estado que por decisión política no generó recursos para sí y deliberadamente se mantuvo ausente.
Con este encuadre las consecuencias fueron ineludibles: creciente desempleo, cierre de empresas, mayor pobreza e indigencia, exclusión y conflictividad social. Y cuando ante este cuadro, el bloque de poder quiso aferrarse al status quo y sostenerlo, acudió a la represión o al golpe de Estado y por lo general con el respaldo de una embajada.
Enfoque del FpV
Resaltemos que lo que exponemos es una síntesis de un recorrido, de un proceso de décadas, del que hay que excluir, dadas las diferencias, la gestión de 12 años desplegada por el FpV. Es que éste fue un proyecto político para un determinado modelo de país y de sociedad que se fue armando apoyado en 4 principios emblemáticos y de clara orientación posneoliberal:
- Los derechos humanos como pivote y soporte de una organización social profundamente democrática, en desarrollo. Por ello quedó excluida desde el gobierno nacional la práctica de la represión a la protesta social. Libertad de expresión, de prensa y de información con un alcance inédito en la historia nacional, de lo cual son muestras el impulso a la sanción de la ley de Servicio de Comunicación Audiovisual y la sanción, en 2009, de la reforma al Código para despenalizar a los periodistas de los delitos de calumnias e injurias, reclamados por ese gremio
- La promoción del empleo y del mercado interno como base para el desarrollo económico, en particular el de la industria y la inclusión social. Esta es una de las finalidades del variado régimen de subsidios a las personas, a los servicios públicos, a ciertas empresas, a lo que hay que sumar el financiamiento al ampliado gasto social y una acrecentada inversión pública.
- Solidaridad, ampliación y extensión de derechos, como pilares de la igualdad.
- Política exterior como prolongación de la política interior, asentada en la recuperación y ejercicio de la soberanía plena y la integración regional. De allí la activa participación en el impulso a la política latinoamericana de rechazo al ALCA, la diversificación de los vínculos comerciales y financieros internacionales (ej. China, Rusia), en la constitución y desempeño en la CELAC, la UNASUR y el MERCOSUR, la cancelación de la deuda con el FMI y la resistencia a doblegarse ante la extorsión política, financiera y jurídica originadas en los fondos buitre.
Bajo estas premisas, el proyecto político encarado por el FpV pudo aprovechar las ventajas derivadas de la suspensión y luego reducción de pagos de los servicios de la deuda externa reestructurada, más los provenientes del ciclo de altos precios internacionales de las materas primas.
Fruto de esta orientación política no sólo pudo remontarse la devastadora herencia del neoliberalismo, sino que al cabo de 12 años Cambiemos se hace cargo de un gobierno para dirigir un país que aunque tiene áreas en tensión, como la de la restricción externa, cuenta con el hándicap de recibir un país con bajísimos índices de endeudamiento externo y de desempleo; alta inflación pero en descenso; un producto que aunque con un ritmo de crecimiento bajo en los últimos años, es de signo positivo a contrapelo de lo que ocurre fronteras afuera tanto en los países centrales como en los de las economías más grandes de América; logros científicos y tecnológicos de trascendencia; cultura y artes revividas en toda la extensión del país y un clima sociopolítico y económico totalmente alejado de las vivencias de caos con que asumieron todos los gobiernos que lo precedieron desde la recuperación de la democracia. Seguro ninguno de estos “detalles” integra la pesada herencia a que alude el nuevo gobierno.
Subsistencia de la crisis
Tras estos 12 años, aún computando errores, inconsistencias e insuficiencias, se cosecharon logros indudables, pero las bases estructurales de la crisis están lejos de haber sido removidas. Es que si frente a una demanda mundial deprimida y una estructura interna con tanta incidencia del capital concentrado y para peor extranjerizado, se pretendiera continuar con una política orientada a ampliar y dinamizar el mercado interno, a extender y profundizar el desarrollo industrial y reducir aún más la magnitud de los excluidos socialmente recurriendo a los mismos criterios y canales para hacerse de recursos como los hasta ahora utilizados, se verá que a poco de andar se chocaría contra limitaciones materiales y objetivas . Es que es muy elevada y creciente la proporción de ingresos concentrados y baja la propensión a invertir de la capa superior de la estructura. Concretar aquellos objetivos de progreso, sólo será posible con una mayor y más activa participación estatal como coordinador de los esfuerzos del sector privado, pero en particular se necesitará vigorizar el rol de un Estado como inversor y operador directo en la producción y comercialización de rubros y servicios vitales, sea como empresa de exclusiva propiedad pública o en sociedad con privados.
Es que el capital privado, por sí solo, aún en épocas de gran rentabilidad – y la que concluyó en 2015, para el capital concentrado lo fue – muchas veces se abstuvo y prefirió volcar los excedentes a la especulación financiera, a repatriar utilidades y a la fuga de capitales al exterior, contando para ello con la complicidad y a veces hasta con el impulso, de la banca privada (ejemplos, sólo algunos, el HSBC, el JP Morgan). Diversas fuentes coinciden en estimar en u$s 400.000 millones la magnitud de capitales de argentinos en el exterior.
Lo que el país necesita es inversión calificada por destino y con parámetros tecnológicos y de escala adecuados a nuestras necesidades. No se trata sólo de la magnitud de la inversión.
Tampoco lo decisivo es siempre la propiedad, en manos de quien está. Lo fundamental son los objetivos de su operatoria, cuál es la finalidad que preside la orientación de la inversión. Ello probablemente obligue a que, para remover las trabas al progreso, haya que imponer restricciones al funcionamiento de ciertos emprendimientos privados y sustituirlos por una organización más consustanciada con el interés social.
Enfoque de Cambiemos
También parte de premisas. La principal es la de atribuir al mercado libre de interferencias el atributo de ser el mejor y más eficiente asignador de recursos.
Es un imaginario de mercado en el que, contrariando la realidad, los integrantes del campo de la demanda como los de la parte que oferta, son atomizados. Ninguno por si sólo es tan grande como para tener incidencia en los resultados. No existen en esa fantasía de mercado monopolios ni otras dimensiones de capital concentrado, por lo que el origen de las interferencias y desajustes, cuando los hay, son de origen estatal.
Por falsa, esta premisa del neoliberalismo se transforma en mera consigna publicitaria. Para esta visión, ejercer el gobierno está restringido al concepto empresario de gestión. En consecuencia, la política estatal como expresión de acción volcada a incidir sobre las clases sociales, no debe existir. Sólo deben actuar libremente las fuerzas del mercado. Con este relato se oculta y mimetiza a los capitales concentrados, que son los actores determinantes de la escena.
Con este enfoque se propagandiza que la gestión de gobierno debe ser neutral. Más aún, el objetivo de la conducción del Estado debe asemejarse al de una empresa ya que el criterio rector de las decisiones debe ser para ambos la rentabilidad y su magnitud, índice de la calidad de la gestión. De allí la valorización en abstracto de la consigna del equilibrio fiscal, la condena al déficit fiscal y el énfasis en suprimir el gasto y la inversión públicas que atiendan necesidades sociales. De allí también la justificación para que eminentes y experimentados directivos de grandes empresas, muchas multinacionales, sean nombrados para ocupar las primeras líneas de responsabilidad de gobierno
Bajo el paraguas de este discurso, en gran parte discurso para la tribuna, se desregularon desde el pasado 10 de diciembre los mercados cambiario, financiero y bancario, se dispuso la apertura comercial externa y en los hechos desapareció la regulación de precios para el comercio interno.
Es la creación de condiciones o el “acomodar la basura heredada” – argumenta el ex J.P. Morgan, hoy ministro de Hacienda– para generar mayor competitividad, confianza y atractivos para invertir, promoviendo así la producción y el empleo. La vieja y miles de veces desmentida en los hechos, teoría del derrame.
Algunos de los efectos ya se conocen y también son evidentes quienes serán los ganadores y quienes los perdedores. También se cuenta con los elementos que permiten anticipar con suficiente certeza cuál será – si esta orientación perdura – el modelo de país y de configuración de la sociedad al que vamos.
Ganadores y Perdedores
Dado lo ya instrumentado y puesto en marcha, el programa económico de Cambiemos pretende impulsar la producción primaria exportable y su exportación (agropecuaria y minera), como también la de la agroindustria y la de las grandes empresas industriales proveedoras de insumos difundidos (acero, aluminio, etc.)
Fue con este propósito que se eliminaron los regímenes de retención a las exportaciones y los de regulación del mercado cambiario (el llamado “cepo cambiario”) generando una monumental devaluación y como consecuencia una violenta depresión del costo laboral medido en término de divisas. El despido masivo de empleados públicos, carga de presión negativa sobre el mercado de trabajo, también apunta, entre otros, a reforzar este objetivo.
En el caso de los exportadores agropecuarios también se los benefició con la supresión del régimen de cuotificación de exportaciones (ROE), diseñado en el pasado para asegurar el abastecimiento y satisfacción a las necesidades del consumo interno.
Como contrapartida de este conjunto de normas desregulatorias, de la cual la devaluación es una consecuencia, se promovió una inflación descontrolada que viene erosionando a tambor batiente el poder de compra de la inmensa mayoría de la sociedad, desde asalariados y otros perceptores de ingresos fijos, sectores medios y pymes, en particular industriales, vinculadas por lo general al mercado interno, penurias que irán evolucionando según el ritmo futuro del avance de los precios y los acuerdos salariales resultantes de las paritarias.
Como si este ataque al mercado interno no fuera suficiente, se derogó – como en anteriores gestiones neoliberales – lo fundamental del régimen de administración de importaciones, agravando la situación de la industria local expuesta ahora a la desventajosa competencia externa que opera con mayor productividad y con precios más bajos como instrumento de penetración en terceros mercados en medio de la caída de la demanda mundial.
Penoso futuro para nuestra industria, para sus trabajadores y para el resto de la población ocupada en otras actividades pero cuya sobrevivencia económica depende de la evolución del mercado interno. De paso enfatizamos el llamado de atención sobre el anunciado propósito de suscribir tratados de libre comercio, como el de la Alianza del Pacífico, nueva y actualizada versión del ALCA
El gobierno también se propone atraer a la inversión extranjera directa. Argumentando la necesidad de otorgar confianza y certidumbre al inversor, derogó los regímenes que regulaban el mercado cambiario y financiero y a través del Bance Central, instrumentó medidas para abultar los beneficios de las entidades bancarias.(encarecimiento del crédito y aumento de la brecha entre tasas activas y pasivas, entre otras)
Todo esto significó decretar la libre circulación de divisas desde y hacia el exterior, sin límites de cantidad y la potenciación, desde ahora legitimada, de la operatoria especulativo-financiera (la “bicicleta”) y la fuga de capitales.
Lo especulativo-financiero va en línea con la necesidad de divisas para cubrir sin emisión los desequilibrios fiscales, meta no negociable para el neoliberalismo – por lo menos en su teoría– pero en lo esencial para cubrir la repatriación de capitales y dividendos y lo más significativo, tener caja en divisas para bancar la fuga de capitales, fuente principal de la restricción externa. De esto ni se habla.
Por ahora este esquema tiene una restricción: aún reconociendo una muy alta tasa de interés, la lógica de la bicicleta financiera – traer divisas, convertirlas a pesos para comprar bonos del Tesoro o del Banco Central y al vencimiento, una vez restituido el capital en pesos de esos bonos, se convierten nuevamente a divisas – exige mantener estable el tipo de cambio y por tanto el nivel de los precios internos. Para este especulador la ganancia se mide en divisas.
La explosión inflacionaria, cumplida en lo esencial su función de transferir una fabulosa masa de ingresos al bloque de poder, más tarde o más temprano será domesticada con la depresión del consumo y la demanda. Para eso también sirve el ajuste y la recesión.
Pero además, con este esquema de funcionamiento los requerimientos en divisas pueden no alcanzar. Deberán recurrir al mercado financiero mundial y contratar préstamos. Aquí una nueva restricción: antes, como país sometido y gobernado con las mismas premisas que rigen los programas subordinados a los intereses del capital financiero, hay que pagar a los fondos buitre cumpliendo el acuerdo que el gobierno nacional acepó de rodillas, acosado por la urgencias que impone el programa económico que el mismo gobierno instauró.
De aquí en más y en las condiciones de la economía mundial y local que hemos descrito, se reinicia un ciclo de endeudamiento y empobrecimiento impredecible de mensurar ya que se necesitarán nuevos créditos para pagar los viejos, más intereses y comisiones y lo que es peor tener que enfrentar la extorsión de los condicionamientos impuestos por el FMI y el capital financiero mundial, esto es la reinserción plena del país en la lógica del sistema financiero internacional. Por esto el beneplácito de Barack Obama, actual titular de la Casa Blanca, cuando en su reciente visita felicitó al Mauricio Macri porque “se movió rápido en las reformas para reconectar a la Argentina con la comunidad internacional”
De todos modos, volviendo al tema de la afluencia de inversión extranjera directa, en la actualidad es de una magnitud difícil de prever, máxime cuando tanto el mercado mundial como el local seguirán deprimidos. La Argentina como atractivo para esos capitales, sólo podría radicar en el pase de manos de determinas empresas y en la desnacionalización de recursos naturales de los que nuestro país está muy dotado.
En cuanto a las obras de infraestructura, promesa genérica de la conducción económica, muy probablemente se financie con el legado dejado por el gobierno anterior. Son créditos de un valor que ronda los u$s 30.000 millones, acordados con organismos multilaterales (BID, BANCO MUNDIAL, CORPORACIÓN ANDINA DE FOMENTO, etc.) y los de la República Popular China para el financiamiento de las centrales hidroeléctricas de Santa Cruz y una central nuclear.
Resumiendo
La plena ejecución de este programa económico – siempre que la lucha impulsada por un movimiento popular consciente, unido y organizado no diga lo contrario – apunta a reforzar un bloque de poder conformado por un capital todavía más concentrado, compuesto por los grandes productores agropecuarios y mineros, los de la agroindustria, las grandes empresas industriales proveedoras de insumos difundidos y las grandes exportadoras (cerealeras, aceiteras, mineras, etc.) , entrelazadas y asociadas muchas veces con los anteriores y la gran banca privada, todo con mayor predomino aún del capital foráneo.
En cuanto a la composición de la producción, castigada la industria, será la de un país con producción y exportación primarizada.
La contrapartida será el empobrecimiento de toda actividad dependiente del mercado interno sea industria, comercio o servicios y aún también la de los pequeños y medianos productores del campo y los de las economías regionales, dependientes de lo que reciban de mayoristas, acopiadoras y exportadoras, como ya lo prueban los del alto valle de Rio Negro que arrojaron miles de toneladas de pera a la ruta en protesta por los precios que recibían, igual que los productores de trigo que acusaron a las exportadoras y acopiadoras de quedarse con parte del precio FAS que les corresponde. Además, si por la devaluación y la eliminación de las retenciones, aumentó el precio en pesos de lo que producen y venden, también se incrementó el costo de los servicios que contratan, el interés de los créditos, el costo de los insumos, de las semillas, del gas oil, todo monopolizado o al servicio de una política que favorece al monopolio y al capital financiero. Además por lo general no tienen silo bosas ni espaldas tan anchas como para retener especulativamente cosechas.
En cuanto a los asalariados, los que mantengan el trabajo o si la empresa en la que trabajan no cierra, verán reducido su poder de compra y probablemente la capacidad de hacer valer sus derechos. La precariedad laboral y el trabajo en negro, recibirán impulsos. Las organizaciones sindicales, concebidas como entidades para defender y promover los derechos del trabajador y sus condiciones de vida, quedarán debilitadas como producto del desempleo, que ya es masivo y esto recién empieza. Este es también uno de los objetivos políticos del proyecto de Cambiemos. En fin, un país para pocos con más dependencia económica, menor soberanía política, más pobreza e indigencia y más desigualdad. Un país para pocos con destino de neocolonia.
El para qué de los despidos del Estado
Es parte del vademécum del ajuste neoliberal achicar el Estado, reducir el gasto, eliminar el déficit y en consecuencia despedir personal.
Como adición, ya lo mencionamos, busca un plus: promover con la desocupación la formación de un ejército de reserva que presione a la baja al salario y paralelamente debilite la capacidad combativa del movimiento sindical.
Pensamos además que en el caso argentino se requiere hurgar también en las tareas que cumplían las dependencias desde las cuales se expulsa personal.
Hay casos de dependencias dedicadas a funciones que al despedir empleados pone de manifiesto que se lo hace porque políticamente la conducción del Estado resolvió no hacerse cargo de la función que venían cumpliendo. Desde ahora esa área quedará desguarnecida. A título de ejemplo vale mencionar el despido de personal asociado al servicio de salud como hospitales o el servicio de atención sanitaria montado sobre camiones que recorrían y se estacionaban en lugares apartados del interior donde los pacientes no tienen otro modo de acceder a la atención médica. Otro ejemplo es el del personal perteneciente a entidades de investigación científica y técnica, a los talleres de la Biblioteca Nacional, del Ministerio de Cultura y del Centro Cultural Kirchner. Ejemplos propios de un gasto social pero que para el concepto neoliberal de Estado, es un gasto que carece de sentido o no tiene prioridad porque al Estado no le reditúa.
Pero también se ha despedido personal de ciertas dependencias y en una cantidad tal que en los hechos significa que han sido desmanteladas y todo hace suponer una intencionalidad política de hacer cesar la consecución de los objetivos para los cuales esas dependencias funcionaban.
Es el caso del personal del Banco Central y de direcciones de la Comisión Nacional de Valores que investigaban la responsabilidad empresaria durante el terrorismo de Estado o los de la unidad Memoria , Verdad y Justicia del Ministerio de Justicia cuyas investigaciones sirven de sustento y apoyatura en los juicios de lesa humanidad o los expulsados de direcciones del Ministerio de Seguridad dedicados a la identificación de cadáveres. También el caso de dependencias que cumplían funciones de apoyo terapéutico a testigos y familiares de víctimas del terrorismo de Estado. Viene a cuento el pedido de Macri de “terminar con el curro de los derechos humanos” y la abstención del PRO en oportunidad de votarse en el Congreso Nacional la constitución en él de la comisión bicameral para “la identificación de las Complicidades Económicas y Financieras durante la última dictadura Militar”.
El mismo razonamiento cabe aplicar al despido del personal de la UIF, dedicada a investigar y llevar a juicio a los responsables de lavado de dinero, mientras se designa para ocupar la dirección de esa entidad a la abogada del HCBC que hasta antes de asumir era quien en nombre de esa entidad, la defendía en los juicios por promover y organizar el lavado de dinero.
En este caso surgen interrogantes sobre cómo se compadece esta actitud referida a la UIF frente a la proclamada alarma del crecimiento del narcotráfico y la declaración de la emergencia de seguridad nacional y la emisión de protocolos para combatirlo, siendo que el narcotráfico recurre al lavado de dinero para blanquearlo y para luego operar a lo grande en el mercado especulativo financiero
Los objetivos políticos
En el marco de la crisis del capitalismo como sistema mundial, varios países suramericanos iniciaron desde comienzos de este siglo a recorrer un proceso de convergencia con sentido emancipatorio y dirección posneoliberal, aunque cada uno ajustado a su especificidad.
Producto de estos objetivos nacieron o modificaron su rumbo organismos multilaterales como CELAC, UNASUR y MERCOSUR.
El neoliberalismo y en particular EE.UU, advierten en este proceso el riesgo de sumar un mayor deterioro a su hegemonía y Cambiemos, dispuesto a reconducir las relaciones internacionales de Argentina en dirección a un realineamiento hacia EE.UU., asume la tarea de zapa contra ese proyecto de convergencia, lo que va de la mano con el pago a los fondos buitre y el retorno de las relaciones con los organismos multilaterales de crédito. Años ha, esta política se denominaba como de relaciones carnales. Ahora, caída en desprestigio tal expresión, se rebautiza como relaciones maduras, premiadas por Obama porque según dijo en la conferencia de prensa durante su visita “Argentina está reasumiendo su rol de liderazgo en el mundo”. Un halago casi textual del que recibió Menem.
Una muestra de lo que afirmamos es la interpelación a Venezuela por el arbitrario – según Macri – encarcelamiento de opositores políticos juzgados y condenados por la convulsión y matanza de 43 personas, que ellos promovieron con ánimo destituyente, y apoyado en tal hecho amenazó a ese país con solicitar la aplicación de la clausula democrática para excluirlo como miembro pleno del MERCOSUR, sabiendo de antemano la inviabilidad jurídica y política de la propuesta.
Fronteras adentro la derecha sabe por elemental recuerdo de experiencia histórica, que el rumbo de su política generará – ya genera – masivas reacciones de rechazo
Contradiciendo los discursos de campaña y el marketing que pretende seguir vendiendo la ”revolución de la alegría”, se dispuso tan sólo horas después de asumir el gobierno, medidas dirigidas a organizar una campaña de desinformación, a limitar la libertad de expresión, a criminalizar y reprimir la protesta social, llegando incluso a contradecir la prohibición legal de militarizar la seguridad interior. Ya hubo casos de represión salvaje y gratuita, incluso contra niños integrantes de una murga y el inaudito escándalo del encarcelamiento arbitrario e ilegal de Milagro Sala. Sintetizando, esto es violencia estatal e intolerancia ideológica, con muestras palpables de revanchismo, tanto que una nota publicada el pasado 23 de marzo en el NEW YORK TIMES resumía diciendo que ”el gobierno de Macri está socavando los derechos humanos y las instituciones democráticas”.
Esta violencia se suma a la que es el despido masivo de empleados públicos, denostados e insultados moralmente como ñoquis y grasa y para peor sin darles una razón, impidiéndoles ingresar –sin previo aviso – a su lugar de trabajo, frenados al ingreso por un pelotón de fuerzas de seguridad y sólo por figurar en una lista que así lo dispone.
Este proceder del gobierno nacional, por lo generalizado y reiterado, no puede concebirse como que no sea deliberado. Son conscientes de la bronca que estos destratos generan. Tienen alguna idea de los ánimos enervados por las repercusiones de las medidas económicas, contrastadas con los mensajes justificatorios y cínicamente falsos que subestiman la sensibilidad y la inteligencia del ciudadano. Buscan pues que esa masa de seres humanos angustiada y presionada por esa bronca termine convencida que las reglas impuestas por este gobierno responden a una correlación de fuerza inamovible. Quieren imponer un nunca más a la mera idea de una posibilidad futura de gobierno popular que atienda e impulse el reconocimiento y la satisfacción de derechos de los sectores populares.
Tras ese objetivo están dispuestos a todo y a arrasar contra lo que se les cruce. Para eso cuentan con la capacidad de acción manipuladora de los medios nacionales y mundiales, las ramificaciones internacionales del gran capital y en lo interno, la rama judicial del poder real. Por eso, entre otros, los intentos de reflotar la denuncia contra la ex presidente que en vida presentó el ex fiscal Alberto Nisman, y la de alimentar la hipótesis de crimen en el caso de la muerte de este último…
Este recorrido sin embargo no es ineludible y mucho menos certero. La política del ajuste eterno durará hasta tanto los ajustados no alcancen con su lucha a construir la organización, la unidad y la coordinación necesarias como para decir BASTA y hacer tronar el escarmiento. Y esta es la tarea a que el presente los convoca.
*Isaac Grober, Contador Público y Magister en Economía, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11
(1)ENGHE – Encuesta a Grandes Empresas
(2)David Cufré: “El Club de los 1000”, Página 12 – Marzo 2015
(3)Raúl Dellatorre “Mesa de Enlace en Acción. Exportadores en el Control, ”Pagina12. –Enero 2014