Manuel Saralegui*
“Cualquier militante de barrio lo sabe: vale más un volante hecho a mano que mil profesionales. La campaña ciudadana es artesanal y en primera persona del plural. Las victorias se construyen por abajo…”
“Hoy desde aquí convocamos a una campaña ciudadana, simple pero profunda.” CFK
El 30 de agosto en el Atenas de La Plata, Cristina Fernández de Kirchner anuncia su victoria en las elecciones primarias de la Provincia de Buenos Aires. Después de un vergonzoso montaje mediático para ocultarlo y un escrutinio definitivo que dio una diferencia a favor por un pelito, Cristina vence a la suma del poder político, económico, mediático y judicial. Por un pelito, pero vence. En ese mismo acto, convoca a la sociedad a una campaña ciudadana, una campaña que movilice no sólo a la militancia, sino a vastos sujetos sociales afectados por las políticas del ajuste.
Muchos escuchamos a Cristina y entendimos al instante a qué se refería. Evocó en nuestra memoria aquel épico balotaje de 2015, donde enormidades de ciudadanos sintieron el peligro de una posible victoria de Mauricio Macri y salieron a tratar de ganar un voto, a persuadir, a convencer, a arrimar el bochín para remontar un partido que parecía perdido antes de jugarlo. Macri contaba con el batacazo de Vidal en la Provincia contra Aníbal, Scioli despertaba dudas entre la tropa propia, y todas las encuestas daban entre 10 y 15 puntos abajo. Y sin embargo ahí hubo un golpe de conciencia popular.
Fue masivo, fue rizomático, fue casi anárquico. Voto a voto, cuadra a cuadra, cena familiar a cena familiar, puesto de trabajo a puesto de trabajo. Algunos fueron a unidades básicas, a locales cercanos, otros ni eso. Salían por su cuenta, en cada esquina en la que doblabas veías alguna intervención. Pintadas callejeras, afiches a mano, volantes caseros, festivales autoconvocados en todas las plazas; no había kirchnerista que no estuviera juntando votos, compartiendo estrategias, incitando a otros a hacerlo también. Las estructuras militantes desbordaban.
Unidad Ciudadana no nació en junio de 2017 en la cancha de Arsenal. Unidad Ciudadana nació el 26 de octubre de 2015. La unidad ciudadana que Cristina comprendió en ese momento, donde el sujeto de transformación no eran necesariamente los partidos políticos, sino los nuevos sujetos sociales. Estudiantes, científicos, comerciantes, trabajadores, jubilados. Sectores que habían adquirido derechos durante los gobiernos populares y tomaban conciencia de los mismos. Cristina les puso un nombre entonces: “empoderados”, un anglicismo que proviene del inglés “empowerment”, y suele referir a sujetos oprimidos que adquieren conciencia de sí y capacidad transformadora de sus condiciones de sujeción. El 22 de noviembre de 2015, al votar en Río Gallegos, Cristina habló de les empoderados. El 9 de diciembre, despidiéndose como Presidenta ante una plaza colmada dijo: si se sienten sin representación, tomen el bastón de mariscal de su mochila y sean ustedes dirigentes de su propio destino.
Luego vino el macrismo, y con él su ajuste económico y la restricción de libertades civiles. La unidad ciudadana que propone Cristina pivotea entre el empoderamiento de los años de kirchnerismo y la toma de conciencia del efecto del ajuste social y cívico del macrismo. Empoderados y ajustados: dos sujetos que no son iguales pero que se complementan para hacerle frente a una derecha antidemocrática mareada de poder que junta muchos votos. Junta muchos votos, por lo que debemos esforzarnos por juntar más votos que elles.
Cristina, como es evidente, no para un instante. Un acto por día, recorridas y caravanas en cada barriada del conurbano, entrevistas en vivo y sin filtro en canales inhóspitos, con periodistas serios pero empleados del poder real. Es difícil a veces resistir la tentación a quedarse en casa, prender la compu y seguir en vivo sus discursos, leer sus telegramas, sentirse abrazado por toda la garra y toda la neurona que le pone. Pero no alcanza.
Lo suele decir Máximo Kirchner. Por ejemplo, en Florencio Varela, hace unos meses: “No alcanza sólo con Cristina, o con aquellos que queramos dar la pelea. Alcanza si cada uno de ustedes se involucra y hace esta pelea suya día a día. Necesitamos la participación de la gente, necesitamos la participación de los compañeros. Necesitamos a las mujeres marchando, necesitamos a los jóvenes marchando. Necesitamos que vayan casa por casa a explicar lo que sucede.” Por más enorme que parezca Cristina, y lo es, con ella sola no alcanza. Pero ese “no alcanza” no significa que necesita de les intendentes, la CGT, les gobernadores, las dirigencias políticas y la militancia partidaria. Obvio, necesitamos de todo eso para hacerle frente al monstruo macrista. Pero más que nada, Cristina necesita del empoderamiento popular, el empoderamiento ciudadano. Necesita que levantemos el culo del sillón, y pongamos un poquito para frenar el ajuste.
Cualquier militante de barrio lo sabe: vale más un volante hecho a mano que mil profesionales. La campaña ciudadana es artesanal y en primera persona del plural. Las victorias se construyen por abajo, como el gol que no fue de Palacio a los alemanes. Quedan dos semanas. A meterle.
*Manuel Saralegui, sociólogo, integrante de La Cámpora
Bienvenido a Tesis “Manu”, me pareció interesante lo planteado en tu artículo, la construcción desde las bases, fundamental en todo proceso revolucionario. Abrazo de Claudio.