Revista Nº 153 (03/2023)
(argentina/latinoamérica)
Carlos Mendoza*
La realización de la cumbre CELAC de presidentes y simultáneamente CELAC Social, en Buenos Aires en enero 2023, motiva reflexionar sobre por qué vías sería más posible concretar los ambiciosos objetivos señalados en los documentos de declaración final de ambas cumbres.
Ante todo, creo pertinente reproducir el texto del editorial que publicamos en Tesis 11 sobre estos importantes eventos:
<La VII cumbre de presidentes de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), con el importante retorno de Brasil a esa institución y la participación por primera vez de los 33 presidentes o sus representantes, significa un nuevo paso en el seguramente largo camino de la integración regional.
Simultáneamente se realizó la denominada CELAC Social, integrada esta vez por más de 200 organizaciones del campo popular (sindicales, sociales y políticas), de la Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Chile, Perú, Colombia, Venezuela, Cuba y otros países de la región, entre las que señalamos las siguientes: CGT, CTA de los Trabajadores, CTA Autónoma, UTEP, La Cámpora, entre muchos otros de Argentina; Central Única dos Trabalhadores, Movimiento Sin Tierra, y otros de Brasil; PITCNT que es la central de trabajadores de Uruguay, entre otros.
La conformación de la CELAC Social es de fundamental importancia, porque las posibilidades de éxito, en el arduo y complejo camino de integración de los países de la región, dependen de que las organizaciones del campo popular se impliquen y movilicen para impulsarlo e incidir en su contenido, como parte del necesario proceso de creciente participación democrática del pueblo en la gestión de lo público hacia una sociedad superadora de la actual.
La integración propuesta por la CELAC es una necesidad objetiva para impulsar un desarrollo económico y social independiente en la región, aprovechando la tendencia a la multipolaridad en el plano internacional. Es una herramienta para, como mínimo, defender la soberanía de la región sobre sus recursos naturales, ante políticas como la enunciada por la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, expresando a propósito de los recursos naturales que “esta región importa, tiene mucho que ver con la seguridad nacional y tenemos que empezar nuestro juego”.
Claro que los primeros pasos dados por la CELAC han sido básicamente declamativos y que costará que se pase a resoluciones sobre asuntos concretos de integración, por ejemplo en el fundamental sector económico. Precisamente, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, en su intervención en la Cumbre, puso el acento en la necesidad de avanzar en acuerdos por asuntos concretos, sugiriendo la protección de la vital región de la Amazonas entre las posibilidades inmediatas.
No obstante, las declaraciones de la CELAC de presidentes y particularmente de la CELAC Social, no dejan de ser importantes, en cuanto expresan un contenido progresista. A su vez, la difusión de esos documentos significa objetivamente un aporte positivo en la formación de conciencia, particularmente en los sectores populares.
En la declaración de la cumbre de presidentes, destacamos lo siguiente: “Reconocemos la necesidad de que los modelos económicos de los países de la región prioricen el desarrollo productivo con inclusión social”; “Reiteramos el más firme respaldo regional a los legítimos derechos de la República Argentina en la disputa de soberanía por las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes”; Reclaman el “fin del bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba”; Saludan los acuerdos en el proceso de diálogo entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición agrupada en la “Plataforma Unitaria de Venezuela”.
A su vez la declaración de la CELAC Social contiene asuntos que, por su claro contenido progresista, es muy valorable que hayan sido acordados por todas las organizaciones participantes. Destacamos los siguientes; “La unidad de América Latina y el Caribe es una condición para alcanzar la verdadera independencia”; “La unidad de nuestra región debe construirse desde el pie, con la participación protagónica de las fuerzas políticas y las organizaciones y movimientos sociales.”; “Reafirmamos los legítimos derechos soberanos de la República Argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes y el Sector Antártico Argentino”; “Solicitamos a los gobiernos de la CELAC iniciar acciones coordinadas para desmantelar las bases militares instaladas por EEUU en América Latina y el Caribe.”; “Repudiamos todo bloqueo ejercido contra cualquier país de la región, y demandamos no solo la finalización de los bloqueos actualmente existentes sino la definición de mecanismos de reparación a los pueblos que los sufren.”; “Señalamos la responsabilidad de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) en tanto instrumentos de una estrategia de sometimiento de los países periféricos al capital transnacional, con el destacado apoyo de los EEUU, en alianza con grupos locales.”; “Demandamos la liberación de todos los presos políticos y todas las presas políticas en la región, sin cuya liberación no hay democracia real. Exigimos la liberación de la dirigenta argentina Milagro Sala.”.
Destacamos particularmente que la declaración de la CELAC Social finaliza con lo siguiente: “Nos comprometemos a articular la solidaridad y la organización de los pueblos para la realización efectiva de lo aquí demandado y con el sostenimiento en el tiempo de espacios como la CELAC social.”. La concreción de ese compromiso es fundamental para que se avance en el camino de la integración de los países y los pueblos de la región.>
Lo fundamental es que la clase social objetivamente interesada en que se concreten los objetivos declarados en ambas cumbres y, más aun, en superar las condiciones actuales de países oligopolizados y dependientes de Latinoamérica, es decir la clase trabajadora, pueda construir la herramienta política independiente que le permita influir de manera determinante en la concreción de tales objetivos.
Para ello es indispensable que las organizaciones sindicales y sociales de carácter progresista, que encuadran al menos a parte de la clase trabajadora en los países de la región, se coordinen y se unan en un movimiento social con objetivos políticos, en lo que ha dado en llamarse movimiento sociopolítico.
Es la herramienta del movimiento sociopolítico lo que debe permitir a la clase trabajadora ser la columna vertebral de frentes populares más amplios, generar las políticas gubernamentales necesarias, determinar las candidaturas electorales, la conformación de los gobiernos y, asunto de gran importancia, movilizarse para impulsar y sostener las políticas de reformas en beneficio de los sectores populares y enfrentar la reacción de los sectores oligopólicos y sus expresiones políticas, mediáticas y judiciales, que serán tanto más virulentas cuanto más profundas sean las reformas que afecten sus intereses.
Los espacios políticos de formación clasista y anticapitalista pueden integrarse con las organizaciones sindicales y sociales progresistas en la construcción de movimientos sociopolíticos, transmitiendo su visión sobre el capitalismo, la necesidad de superarlo mediante un sistema de un carácter social cualitativamente más elevado y, particularmente, sobre el rol histórico de la clase trabajadora en el logro de ese objetivo.
Sin la herramienta política independiente de la clase trabajadora, será extremadamente difícil a los frentes populares llegados a los gobiernos poder hacer las políticas de reformas profundas necesarias, que consoliden los proyectos progresistas y eviten así el retorno a los gobiernos de los espacios políticos neoliberales.
*Carlos Mendoza, ingeniero, escritor, especializado en temas políticos y de economía política, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.
Muy bueno tu artículo sobre las cumbres CELAC. Lo comparto en Facebook