Carlos Mendoza*
Marx pensaba que las células de una sociedad superadora deben nacer y desarrollarse en el seno de la sociedad anterior, cuando esta entra en decadencia debido a que ha agotado su rol histórico progresista.
Mattini, en su artículo, retoma el pensamiento de Marx según el cual “la sociedad solo puede transformarse desde abajo”. Afirma que “la riqueza material y espiritual, está aquí, a nuestro lado” y sugiere que el desafío es preservarla de la “destrucción capitalista” para poder “repartirla”. El comunismo estaría así “en el aquí y ahora”, en tanto posibilidad material y espiritual objetiva.
En tal sentido, se podría agregar que Marx pensaba que las células de una sociedad superadora deben nacer y desarrollarse en el seno de la sociedad anterior, cuando esta entra en decadencia debido a que ha agotado su rol histórico progresista (en el sentido evolutivo de la sociedad humana de desarrollar medios para satisfacer sus crecientes necesidades materiales y espirituales) y entonces objetivamente se transforma en una amenaza retrograda y en ese sentido destructiva.
El capitalismo actual, del monopolismo generalizado que niega la competencia, incorpora las nuevas fuerzas productivas de la “revolución informacional”, macro sustitutivas de fuerza de trabajo, aplicando los mismos criterios de regulación económica de la época de la libre competencia y de la revolución industrial, con lo cual potencia su propia crisis: Crea desocupación estructural creciente y agudiza, en un nivel cualitativamente nuevo, su tendencia a generar sobreproducción para la demanda solvente, caída de la tasa de ganancia en las actividades productivas, exceso de capital invertido para las posibilidades de rentabilidad mínima y consecuente tendencia al parasitismo financiero para obtener ganancias. Por otro lado, compromete la reproducción de la fuerza de trabajo, que necesita explotar para valorizar el capital invertido, razón de su propia existencia, mediante su sobreexplotación y disminución de gastos en educación y salud, por ejemplo, siendo que la revolución informacional requiere de una creciente y constante formación de la fuerza de trabajo, para poder ser incorporada en todas su posibilidades.
A esta crisis en la base económica, se corresponde la actual crisis de las instituciones liberales de la democracia representativa, con utilización, burocratización y corrupción crecientes de las instituciones, incluidos los partidos políticos y sindicatos del sistema, por parte del capital crecientemente monopolizado, globalizado y hegemonizado por su parte parasitaria financiera-especulativa.
Para utilizar las fuerzas productivas de la revolución informacional, se requiere de la comunicación y cooperación crecientes de los “productores directos” y de métodos de gestión participativa, que el propio capitalismo crea, pero que utiliza con los antiguos criterios de regulación basados en la sola tasa de ganancia. Por otro lado, la crisis de la democracia representativa requiere, para su superación según el interés social, de una democracia crecientemente participativa, que la subsuma y a través de este proceso, desarrolle la conciencia social, asunto indispensable para crear una relación de fuerzas favorable a los sectores populares objetivamente interesados en el cambio. La revolución informacional otorga el sostén material que permite la autogestión en lo económico y la democracia participativa en lo sociopoítico, es decir las células de la sociedad autogestionaria superadora, a la que Marx denominó comunismo.
Es en tal sentido que el filósofo marxista francés Lucien Seve, asevera que la etapa necesaria para superar el capitalismo nos es ya el socialismo, como organización de los medios de producción en manos de un estado dirigido por una vanguardia política, delegataria del interés popular, sino el comunismo, como sociedad autogestionaria en lo económico, social y político, con instituciones gestionadas mediante formas democráticoparticipativas, que serían así públicas, pero ya no estatales.
Es tal vez en ese sentido que podemos coincidir con Mattini, cuando dice que “el comunismo está en el aquí y ahora”, es decir, como necesidad y como posibilidad objetivas de aquella construcción social de nuevo tipo, por el camino de un formidable desarrollo de democracia participativa a travez de múltiples organizaciones sociales y políticas trabajando en red.
* Carlos Mendoza, ingeniero, economista, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11