Paul Boccara*
Traducido del francés por Carlos Mendoza**
Análisis de la crisis europea, de su agravamiento por las medidas de austeridad y de restricciones para los trabajadores y sectores populares, impuestas por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI, que ahondan la recesión. Propuestas para aplicar una política progresista de nuevo tipo, para salir de la crisis, a favor del pueblo europeo y de cómo movilizar y coordinar las fuerzas sindicales, políticas y sociales necesarias para ello.
Luego de la crisis financiera mundial originada en EE.UU en el 2008 y la recesión planetaria del 2009, estalló la crisis de deudas públicas de países europeos de la zona euro, desde el 2010 hasta ahora, generando fundamentales desafíos para la construcción de la Unión Europea. A pesar de algunas mejorías con alguna calma en los mercados financieros, producto de ciertas medidas de sostén adoptadas desde el otoño europeo del 2012, la zona euro está todavía en profunda crisis. De donde la necesidad de avanzar hacia una convergencia de propuestas audaces para salir de la crisis de deudas públicas europeas y de graves dificultades de crecimiento del PBI, para un crecimiento solidario de progreso social. Esto debería fundamentarse muy particularmente en otro tipo de intervención del Banco Central Europeo.
En efecto, la « zona euro » (17 países sobre 27 y notablemente sin el Reino Unido) tiene graves dificultades de crecimiento y de empleo, aun cuando la parte sur (Grecia, España, Portugal, Italia) es la más afectada.
Desde el eslabón débil que es Grecia hasta las grandes dificultades del sur de la Unión Europea.
Grecia es la más golpeada por la crisis. Esto debido principalmente, como en otros países europeos, a las facilidades para el endeudamiento público gracias a la moneda común europea, el euro, sobre todo para las importaciones desde Alemania, además de las manipulaciones de las cifras presupuestarias, la importancia del fraude fiscal, etc. La formidable alza de las tasas de interés frente a los enormes endeudamientos para contraer nuevas deudas, a fin de pagar vencimientos de deuda anterior, provocó presiones de los mercados para imponer austeridad presupuestaria y social, relevadas por las presiones de ayudas condicionales de Estados de la zona euro, pretendiendo reducir los déficits públicos mediante la reducción del gasto público, las jubilaciones, los salarios, emprender privatizaciones, etc. Esto provocó la caída del PBI y de los ingresos estatales retroalimentando los déficits. Finalmente, desde comienzos del 2012 se planteó incluso la cuestión de la salida de Grecia de la zona euro.
Sin embargo, no es conveniente para los griegos salir de la zona euro. Sería grave para ellos y para toda Europa. Por otro lado hay una posición muy neta de los dirigentes europeos por que Grecia se quede en la zona euro. Sin embargo, esos dirigentes han declarado que Grecia debe « respetar sus compromisos » mediante planes de austeridad de una gravedad extrema: reducción del gasto público, gastos sociales, salarios, jubilaciones, servicios públicos, etc. Hubo una suerte de chantaje ejercido al afirmar « o bien ustedes aceptan los compromisos de austeridad o no habrá sostén europeo para vuestra deuda pública » Contrariamente, tanto para Grecia como para todos los países europeos, es necesario romper con los planes de austeridad. Es necesario organizar una solidaridad de propuestas de luchas. Por otro lado, Syriza, el frente de izquierda griego, está por la Unión Europea y contra la salida del euro, pero por una Europa diferente.
¿Que consecuencias tendría la salida de Grecia del euro?
Sería catastrófico para Grecia y muy peligroso para los otros países europeos. Grecia volvería al dracma con una fuerte devaluación respecto del euro: Los expertos la evalúan entre 50 y 60%. Habría una inflación considerable, una recesión mucho más brutal que la que ya ha habido, siendo que ya ha perdido 1/5 de su PBI desde el 2008! Esto provocaría una nueva contracción del gasto público y social y, por lo tanto, males agravados para el pueblo griego. Todos los países europeos se verían concernidos. Los préstamos a Grecia, de proveedores de préstamos, del Banco Central Europeo, del FMI, de la Comisión Europea, del Fondo de Estabilidad Financiera, serían reconsiderados, con pérdidas considerables para todos, en particular para los países contribuyentes.
Otra consecuencia: Los riesgos de contagio para los países del sur de Europa. España está ya en muy seria dificultad, con el desmoronamiento de la construcción inmobiliaria especulativa, los problemas de sus bancos, el alza de las tasas de interés de sus colocaciones de deuda pública. España sería arrastrada por la tormenta y es una porción mucho mayor que Grecia. Italia, aun más importante, sería también arrastrada, sin contar las consecuencias para otros países de la zona, incluida Francia.
Nuevas medidas de austeridad fueron adoptadas en Grecia el 7 de Noviembre del 2012, por 18 mil millones de euros de reducción de gastos públicos y sociales, debido a que la « troika » (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) había impuesto eso como condición previa para el aporte de un nuevo tramo de ayuda de 31 mil millones de euros. Fueron votadas por la coalición gubernamental de partidos conservadores, de donde salió el actual primer ministro griego, al igual que por el partido socialista. Se decidió el aumento de la edad de jubilación de 65 a 67 años, la disminución de las jubilaciones superiores a 1000 euros, la reducción de salarios del sector público, nuevas reglas disminuyendo el salario mínimo, entre otras medidas.
Sin embargo, los sindicatos y los partidos de la oposición, particularmente la izquierda radical Syriza y el Partido Comunista Griego, movilizaron ampliamente la protesta social, mediante grandes manifestaciones y huelgas generales.
Con el aumento de graves dificultades de crecimiento, de la desocupación y de las medidas de austeridad contra el gasto público y social, los movimientos de protesta popular, con grandes manifestaciones políticas y sindicales, progresaron también en los otros países del sur de la Unión Europea. Pero no logran aun vencer. Y aun cuando tienen influencia política e ideológica, esta es ampliamente contrarrestada y rechazada.
La exigencia de un nuevo tipo de crecimiento y la gravedad de las medidas en sentido contrario deben ser replanteadas.
El presidente de Francia, François Hollande, había pretendido colocar la cuestión del crecimiento como asunto central para las decisiones europeas, colocando esto en el corazón de su campaña presidencial. Pero ha retrocedido luego de su elección presidencial y se ha unido a las medidas de sentido contrario.
En efecto, siendo que según la OCDE, en Junio, el conjunto de la zona podía entrar en recesión en 2012, con un decrecimiento del PBI del 0,1%, se entró oficialmente en recesión en Noviembre, luego de los retrocesos del segundo y tercer trimestres. El crecimiento sería muy débil en el 2013, e incluso sería nulo según la agencia Standard & Poor’s. En Agosto había 18.186.000 desocupados en la zona euro, o sea 2.144.000 más que un año antes. En Junio del 2012 la tasa de desocupación alcanza 25,1% de la población activa en España, 24,4% en Grecia y 15,9% en Portugal. Incluso Alemania, la mejor provista, sufre el golpe, ya que 45 % de sus exportaciones van a la zona euro.
Las medidas de austeridad, de reducción de gastos públicos y sociales, pretendiendo reducir los déficits públicos y con ello la necesidad de nuevos endeudamientos, al bajar la demanda contribuyen fuertemente a reducir el crecimiento e incluso a la recesión. Esas medidas agudizan las dificultades y, al reducir los recursos fiscales, relanzan los endeudamientos públicos.
La posición de François Hollande era muy contradictoria y fundamentalmente a terminado por ceder a las exigencias de los mercados. Por un lado, se había pronunciado durante la campaña electoral por una renegociación con Alemania del « tratado » y del « pacto presupuestario » europeos, que limitan fuertemente los gastos presupuestarios. Pero retrocedió respecto de su promesa y en Junio del 2012, se conformó con un agregado muy limitado de medidas de « crecimiento » en ese pacto, que fue conservado. Hay una contradicción muy grande entre conservar las medidas de austeridad y de reducción de gastos públicos y pretender agregar medidas de crecimiento. Por otro lado, el presidente francés mantiene para Francia la reducción del déficit a 3% en 2013 y a 0% en 2017, con importantes medidas contra el gasto público. Se necesitan medidas lo suficientemente audaces por la eficacia de un nuevo y necesario crecimiento.
Esas contradicciones no deben conducir a considerar que no se puede hacer nada. Conviene actuar movilizando los trabajadores y los ciudadanos por otra orientación. Hay que preguntarse asimismo de que crecimiento se trata. Guido Westerwelle, ministro alemán de relaciones exteriores, ha evocado como condición para el crecimiento, una mayor apertura del mercado de trabajo, con más flexibilidad, reduciendo asimismo los gastos públicos. Esto se opone a un crecimiento real fundamentado en el progreso social, el empleo, la formación y el gasto para los servicios públicos, en solidaridad.
François Hollande a propuesto la emisión de « eurobonos », emisiones en común de obligaciones europeas públicas, para permitir gastos públicos que favorezcan el crecimiento, pero dependientes de los mercados financieros. Pero hay oposición de Angela Merkel en Alemania. Ella dice que los eurobonos no son una solución para el crecimiento y que son contrarios a los tratados europeos. Sin embargo, la herramienta principal de un verdadero crecimiento europeo, sería otro tipo de acción del Banco Central Europeo. François Hollande lo había dicho en la campaña presidencial, particularmente frente al presidente saliente Sarkozy. Se puede por cierto utilizar además préstamos solidarios para el crecimiento. Sin embargo, se requeriría sobre todo de títulos de deuda pública que no fueran financiados por el mercado financiero sino por el Banco Central Europeo. Se puede también pensar en préstamos a nivel europeo y de diferentes países, pero deberían ser obligatorios, por ejemplo para las compañías aseguradoras, no negociables y a muy bajas tasas de interés.
Para sostener préstamos europeos a tasas de interés reducidas, a cambio de compromisos de reducción de gastos públicos y sociales, fue confirmado en Junio de 2012 el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y se estableció su prolongación amplificada mediante el Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera, ambos financiados por los mercados financieros, con garantías de los Estados más importantes como Alemania y Francia.
Al mismo tiempo, acompañando el retroceso francés ante Alemania sobre el tan restrictivo Tratado Presupuestario Europeo, se estableció un « Pacto por el Crecimiento y el Empleo ». Este promete financiar 120 mil millones de euros de inversiones en tres años en la zona euro, recurriendo al mercado financiero, particularmente al Banco Europeo de Inversión y mediante la movilización de Fondos Estructurales Europeos. Es un muy bajo porcentaje del PBI de la zona y hay que compararlo con los 436 mil millones de euros a reducir presupuestariamente en 5 años mediante los principales planes de austeridad europeos.
Pero lo que constituye un corset muy apretado de limitación de los presupuestos públicos, es el « Tratado por la Estabilidad, la Coordinación y la Gobernabilidad » (TSCG), decidido el 9 de Diciembre del 2011, firmado el 2 de Marzo del 2012 y ratificado ya por numerosos Estados de la zona, incluido Francia y Alemania. Las medidas del « pacto de estabilidad » anterior (limitación a 3% del PBI para los déficits presupuestarios y a 60% del PBI para las deudas públicas) fueron gravemente reforzadas. Se limita a un 0,5% el « déficit estructural » (definido como el resultado presupuestario corregido por variaciones coyunturales). Incluye sanciones automáticas con penalidades muy importantes. Peor aun, hay que someter los presupuestos provisorios nacionales a la Comisión Europea, que puede forzar medidas de retorsión. Es un avance hacia un dominio federalista y tecnocrático por el neoliberalismo, contra los Parlamentos nacionales. La cuestión crucial es entonces de impulsar nuevas medidas nacionales y nuevas negociaciones internacionales para enfrentar esas medidas y finalmente hacerlas saltar, o al menos para contrarrestarlas mediante nuevas disposiciones institucionales. Lo cual exige movilizaciones que vayan mucho más allá que las protestas populares, sindicales y políticas, actuales, frente a las dificultades sociales que se agravan.
Por una nueva orientación de los financiamientos, las deudas públicas y el crédito bancario
Una eventual anulación gradual y concertada de las medidas de austeridad no es suficiente. Se necesita otro tipo de financiamiento para un crecimiento real, ligado a un progreso social. La cuestión crucial es la intervención del Banco Central Europeo (BCE). En cuanto al BCE, hay que cambiar la visión, por otro tipo de orientación de su gestión. Hay que emanciparse del dominio de los mercados financieros sobre las deudas públicas, ya se trate del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, del Mecanismo de Estabilización, o de deudas estatales, para utilizar sobre todo la creación monetaria del BCE.
Contrariando sus propios dogmas, el BCE se ha visto ya obligado a intervenir en razón de la gravedad de la crisis. Ha debido adquirir muchos títulos de deuda pública europea: 207 mil millones de euros entre 2010 y fines del 2011 (55 mil millones de Grecia). Se alcanzó 212 mil millones a comienzos del 2012 y luego hubo una especie de freno. El BCE tiene capacidades considerables. Por otro lado, la FED norteamericana y el Banco de Inglaterra compran sistemáticamente deudas públicas. Pero, evidentemente la cuestión es que se afecte tal endeudamiento a un crecimiento real y de progreso social.
Debido a la gravedad de la crisis, el BCE ha debido relanzar en Septiembre del 2012 un nuevo programa de compras de títulos de deudas públicas europeas. Se trata de compras en el mercado secundario de títulos de deuda pública, pero solo de 1 a 3 años y no de títulos considerables a 10 años, en manos de bancos, compañías de seguro y fondos de inversión. Por un lado, el BCE a declarado que este programa podría concernir una cantidad « ilimitada » de compras. Pero, por otro lado impone condiciones de austeridad y de control y ha decidido « esterilizar » el impacto sobre el mercado monetario.
Sin embargo, hay otro proceso posible, respecto de las deudas públicas, que podría encarar el BCE. Es necesario que emita moneda para adquirir títulos públicos, como aporte de fondos a los Estados europeos, con tasas de interés muy bajas, 1% por ejemplo, por una institución financiera de nuevo tipo que tenga como objetivo el desarrollo de los servicios públicos, la educación, la salud, la investigación. A esto podría corresponder el Fondo Europeo de Desarrollo Social y Ecológico que ha sido propuesto por el Partido de la Izquierda Europea, con el Partido Comunista Francés, el Frente de Izquierda Francés, Syriza de Grecia, Izquierda Unida de España y otros, pero que ha sido rechazado. Sin embargo, con una transformación de este tipo habría no solamente la financiación de la demanda, sino también otro tipo de productividad y otro tipo de oferta, gracias a la formación, la investigación, etc. para un nuevo tipo de crecimiento. Destaquemos que la creación monetaria no desarrolla inflación si sostiene un crecimiento real eficaz.
Serían necesarios además dos conjuntos de medidas fundamentales:
En primer lugar, se trata del crédito y de los bancos. Aquí también el BCE puede intervenir, ya que refinancia a los bancos. Podría bajar sus tasas de interés de refinanciación condicionándolo a que los bancos bajen a su vez sus tasas de interés en la medida en que sus préstamos sean utilizados para inversiones reales, no especulativas, inversiones materiales y de investigación, con tasas tanto más bajas cuanto más generen empleo y formación. Contrariamente a esto, el BCE a prestado un billón de euros a los bancos europeos a 3 años, al 1%, pero estos a su vez le prestaron una parte importante de eso a los Estados europeos al 5% o incluso al 10% o, incluso, hicieron colocaciones de parte de ese dinero en el mismo BCE.
Hay una necesidad admitida en todos los países europeos de recapitalizar los bancos y se ha constituido una « Unión Bancaria Europea » de supervisión y recapitalización con la ayuda del Mecanismo Europeo de Estabilización ». Pero, la cuestión de las recapitalizaciones necesarias deberían estar vinculadas a la institución de controles públicos democratizados, a la estatización de ciertos bancos y a otros criterios crediticios. En España, el Estado tuvo que recapitalizar públicamente el gran establecimiento Bankia y solicitar ayudas europeas para sanear y recapitalizar los bancos. En Francia, nosotros proponemos « un polo público-financiero » reagrupando importantes instituciones financieras y renacionalizar ciertos bancos. También hay que luchar contra la especulación de los bancos. François Hollande ha propuesto para ello una separación entre bancos de depósitos y bancos de negocios. Ha establecido un Banco Público de Inversión. Pero sus criterios de intervención y de control van en el sentido del social-liberalismo y no de la democracia social. La cuestión que se plantea es su articulación con otros bancos y, sobre todo, los criterios de intervención por un crecimiento real y del empleo y no para favorecer la rentabilidad financiera de las empresas.
En segundo lugar, se trata de los gastos presupuestarios y su suficiente amplitud. Es conveniente oponerse, fundamentalmente, a la idea de que no debería haber ningún déficit y ningún endeudamiento estatal. Puede haber endeudamientos estatales beneficiosos si se utiliza el dinero para el crecimiento y el progreso social. Hay que actuar entonces contra las políticas de austeridad y contra el Tratado Presupuestario Europeo, para favorecer gastos presupuestarios eficaces y en cooperación.
Se trata finalmente de una promoción audaz del « modelo social europeo » y cooperaciones internacionales de nuevo tipo. Respecto al modelo social, se trata de actuar contra las medidas que otorgan facilidades para el despido de asalariados y contra el empleo precario, promover medidas para la « seguridad de las trayectorias profesionales » de los asalariados, penalizando recurrir al empleo precario, favoreciendo los empleos estables y una gran progresión de las actividades de formación eficaces y remuneradas. Se trata igualmente de una expansión de los servicios públicos, tradicionales y nuevos, en cooperación, con poderes de participación de los usuarios. Para las relaciones internacionales, se trata de promover nuevos acuerdos de cooperación, de reciprocidad, de compensaciones, contra la competencia destructiva y por acuerdos de co-desarrollo. Ya sean acuerdos de compensaciones contra los excesos sociales y ecológicos, o de deslocalizaciones empresarias que afectan el empleo, o bien acuerdos de cesiones tecnológicas, o de ayudas financieras para compras recíprocas, acuerdos que desarrollen el empleo en ambas partes, como por ejemplo en ambas partes de la zona « euro-mediterránea »
¿Como reunir fuerzas, en la zona euro y más allá, para desarrollar las luchas alrededor de esas ideas y propuestas?
Se requiere dar grandes batallas y acciones convergentes en Europa. Muy particularmente, debe popularizarse la idea de creación monetaria por el Banco Central Europeo, en lugar de recurrir al mercado financiero, para responder a las necesidades sociales, al sufrimiento de la desocupación y a las dificultades de los servicios públicos. Actualmente, hay que rechazar los licenciamientos de personal, que se multiplican, reclamar moratorias, levantar contrapropuestas, colocando en primer lugar las soluciones financieras alternativas posibles. Esto concierne particularmente a los sindicatos. En tal sentido, la Confederación Europea de Sindicatos (CES), a través de Bernardette Ségol, su secretaria general, ha insistido en la necesidad del crecimiento, oponiéndose a la austeridad, la flexibilidad laboral y llamando a desarrollar convergencias de luchas y de discusiones comunes en la Unión Europea. ¿Porque no un coloquio europeo en ese sentido, con sindicalistas, legisladores, asociaciones, economistas, etc.? Muchas asociaciones de economistas han creado la « Red Europea de Economistas Progresistas ». Asimismo, el Foro Social Europeo, de Noviembre del 2012, con representantes de sindicatos, incluida la CES, partidos políticos de izquierda y asociaciones ciudadanas, a decidido un « Altersummit » para Junio del 2013, a fin de constituir un Frente Social Europeo de luchas.
Entre los múltiples movimientos sociales, hay que señalar la importancia de la jornada europea de manifestaciones del 14 de Noviembre del 2012, con la participación de la CES, muy particularmente en España, Grecia, Portugal e Italia.
La cuestión está planteada de otro tipo de construcción política de la Unión Europea, por una solidaridad de progreso social, con poderes de democracia participativa, empezando por las empresas públicas y los servicios públicos, un rol acrecentado del Parlamento Europeo y los Parlamentos nacionales, una limitación de poderes y un control democrático de la Comisión Europea. Se necesitaría una confederación europea de Estados asociados, cooperando, solidarios, en lugar de un federalismo al servicio del neoliberalismo y de las finanzas ; una democracia social, participativa, internacionalista, particularmente contra la dominación de Alemania, aliada con Francia, pero dominándola igualmente.
Esto se vincula asimismo con transformaciones en el plano mundial. No es posible considerar Europa sin el mundo. Por otro lado, la cuestión del crecimiento europeo es muy importante para el mundo entero, como lo ha reconocido Obama, desde los países emergentes a los EE.UU., para quién la Unión Europea es el mercado más importante. Esto nos envía asimismo a la cuestión de la creación monetaria del FMI. Este ha debido ya sostener a los Estados europeos en dificultad. Pero se trataría de un cambio en su orientación y de su democratización. Se requiere de otro tipo de creación monetaria del FMI, por empezar mediante sus Derechos Especiales de Giro y, a partir de ellos, crear una moneda mundial común, no vinculada a un solo país como es actualmente el dólar, como fue propuesto en el 2009 por China, apoyada por países emergentes como Brasil, o incluso Rusia. Esto permitiría refinanciar los bancos centrales nacionales, o zonales como el BCE, por un codesarrollo de los pueblos y contribuir así a nuevos financiamientos para desarrollar los servicios públicos y los bienes comunes públicos de toda la humanidad.
*Paul Boccara, economista e historiador francés, marxista, profesor y conferencista universitario, escritor, director de la Escuela de la Regulación Sistémica en Francia, miembro del Frente de Izquierda francés.
**Carlos Mendoza, ingeniero, especializado en temas de economía política, escritor, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11