“La historia no tiene punto final. Sólo puntos suspensivos…”/ L. Marechal
A veces uno elige de qué
lado estar, simplemente
viendo quiénes están del otro lado.
Leonard Cohen
*Crónicas anticipatorias
Dicen los que saben, “que la historia es la política de ayer, así como la política de hoy será la historia de mañana.” Por eso, rescatar de la memoria de nuestro pueblo algunos momentos lacerantes que fueron salpicando nuestra vida institucional, es un ejercicio de razonamiento colectivo que siempre nos ayuda a crecer como país. Recurriremos, por lo tanto, a la “Historia de la Argentina” (T. II) de Norberto Galasso, para que arroje un poco de luz sobre algunos recovecos del pasado.
I.- Derrocamiento de Yrigoyen (1930)
“El castigo se verificó anoche con severidad inexorable por la enorme muchedumbre que apostrofó al gobierno caído, culpable de delitos de sangre que sublevaron a las conciencias honradas. El ejecutivo y las mayorías legislativas adictas han hecho gala de esa prepotencia, la han exhibido con orgullo, con una soberbia, con una vanidad que producía estupor. Orden y justicia habían sido anulados.”
(“La Prensa” – 7/9/30)
“Ayer, en un movimiento popular, verdadera apoteosis cívica, Buenos Aires ha enterrado para siempre el régimen instaurado por el señor Yrigoyen. Hasta pocas horas antes de su caída, parecía firmemente asentado sobre la realidad, la sumisión y el desprecio de la inteligencia.”
(“La Nación” – 7/9/30)
II.- Derrocamiento de Perón (1955)
“El antiperonismo ha conducido a católicos y liberales a un abrazo fervoroso y a un coincidente proyecto económico en el sentido de concluir con la política peronista, pero disienten tácticamente: los primeros sostienen que, de un modo u otro, hay que convivir con ‘el monstruo’ –según la original calificación de Borges en el cuento ‘La fiesta del monstruo’-; los liberales, en cambio, viven ansiosos por lograr el aniquilamiento de ese movimiento popular. La vieja clase dominante, por más vieja y más sabia, participa a la expectativa, confiando en que la Marina, con el apoyo de algún general de prosapia mitrista –al estilo de Agustín P. Justo- sea capaz de devolver a la Argentina a aquellos gloriosos ‘Tiempos de la República’, como Federico Pinedo denominara a la ‘Década Infame’.”
(Norberto Galasso – Ob.cit.)
Hoy y aquí, 18 de febrero de 2015
-La marcha destituyente-
Llueve en Buenos Aires. No obstante, el repiqueteo televisivo de los medios hegemónicos invitando a la marcha logró, indudablemente, que ella tuviera un carácter masivo. Una alfombra negra de paraguas protegía el reconocido sentimiento de odio de quienes, a lo largo de los años, nunca concibieron una Nación para todos sino, por el contrario, sólo para algunos miles de argentinos que antes tenían la mirada puesta en la vieja Europa y, ahora, tiemblan de emoción cuando contemplan los rascacielos que apuntan al cielo de Nueva York. Pero volviendo a esa noche de este verano “pasado por agua”, convengamos que la misma tenía un muestrario que asombraba al más pintado: un pequeño grupo de fiscales separados de la causa AMIA y, además, legendarios “cajoneadores” de litigios justos; algún dirigente sindical desmemoriado; dueños de vacas, tierras y silos con soja “en clandestinidad”; dirigentes políticos de organizaciones ligadas a cuanto atropello se realizó contra la democracia. Y por último, una multitud de jóvenes, pero ausentes sin aviso. Todas y todos, congregados para rendir homenaje al fiscal fallecido.
Pero, ¿les importaba realmente la muerte de Alberto Nisman? ¿Sabían, acaso, de las estrechas relaciones del fiscal con los “servicios” (SI – CIA- Mossad) y la articulación directa con la Embajada de EE.UU.? ¿No estaban enterados que “la denuncia” había sido desacreditada por todos los juristas del más alto renombre del país (Julio Maier, León Arslanián, Eugenio Zaffaroni, Luis Moreno Ocampo)? ¿No observaron que las afirmaciones sobre las “alertas rojas” con que han tratado de incriminar al canciller Héctor Timerman, son totalmente falsas como lo indicara el ex secretario general de Interpol, Ronald K. Noble? ¿Y que el supuesto “canje” de petróleo por granos jamás existió, dado que el producto de Irán no nos sirve y el Estado nacional no vende lo que no posee? A propósito, por si faltara algo, el 26 de febrero el Juez Daniel Rafecas, desestimó en forma contundente la presentación del fiscal Gerardo Pollicita que reemplazó a Alberto Nisman: “Carece de todo asidero. Tanto desde el punto de vista de los hechos, como especialmente desde el Derecho.” Y agregó: “El gobierno agotó todas las instancias para que la causa AMIA avance.” ¿Se preguntaron por qué no concurrirían los familiares de las víctimas de AMIA? ¿Creyeron, acaso, que podrían suplirlos con la presencia de la dirigencia de AMIA, DAIA o un rabino diligentemente opositor, quienes hace rato arrojaron al olvido al entrañable humanismo judío? Se percibe que sí, que también conocían perfectamente las carencias jurídicas de “la denuncia”, y que además no les importaba nada el destino final que tuvo la existencia de Nisman. A ellos les interesa, solamente, tratar de paralizar el avance del proyecto que comenzó a transformar la Argentina, socavar a quien ejerce su liderazgo, así como también quebrar al equipo que lo acompaña tesoneramente. Y no comprenden, y tampoco los seduce comprender que, de ese modo, dañan las raíces mismas de nuestra soberanía nacional, y agreden a los millones de compatriotas que se hallan comprometidos en la búsqueda de una sociedad cada día mejor, más inclusiva, más igualitaria. En síntesis, más humana. Pero no podrán. Más allá de la próxima jornada electoral de octubre, y sea cual fuere su resultado, no podrán. Porque el kirchnerismo es el nombre que adoptó el Movimiento Nacional, Popular y Democrático en esta época, y no lograrán borrarlo de las mentes y los corazones de sus militantes, como tampoco podrán impedir que el viento emancipador siga soplando a lo largo y ancho de la Patria Grande.
La historia la hacen los jóvenes,
con la ayuda de algunos viejos,
a pesar de muchos viejos,
y también de algunos jóvenes.
Eugenio Petit-Muñoz
Asamblea Legislativa del 1º de marzo de 2015
La frase del epígrafe se reflejaba nítidamente en la Plaza de los Dos Congresos. En efecto, miles y miles de jóvenes algunos recién arribados a la militancia, estrechaban sus ganas junto a las de muchos veteranos de mil batallas. Era una emocionante simbiosis de generaciones que se habían dado cita frente al Parlamento, para ratificar su apoyo a Cristina Fernández de Kirchner, en la apertura de las sesiones ordinarias del Poder Legislativo, el que además habría de atesorar el último discurso, en ese recinto, de la presidenta de la Nación. Cristina habló durante cuatro horas y reveló, a lo largo de sus palabras, por qué se la considera, por propios y extraños, una estadista que reviste una notable proyección más allá de nuestras fronteras. Es decir, asistimos no sólo a un informe que permitió descubrir la eficiencia de su gestión, sino que el mismo incursionó en temas delicados que mostró, sin duda, su amplia versación en asuntos de carácter internacional como, seguro, no posee la pléyade de políticos de nuestro país.
Como frutilla del postre, comunicó el envío de un proyecto de ley que tiende a nacionalizar los ferrocarriles, con la creación de una empresa estatal que conduzca a buen puerto tamaña tarea. Rescata así, la decisión adoptada por el primer gobierno de Juan Perón en 1947. El grito de “Patria sí, colonia no” en la voz de la juventud, hizo caer alguna lágrima a los viejos luchadores en la defensa del patrimonio nacional.
Lo cierto es que esta noticia que mencionamos, y la afirmación de Cristina de su ya legendario combate en la búsqueda de la verdad sobre las voladuras de los edificios de AMIA y de la Embajada de Israel, fueron dos hitos testimoniales que hicieron del acto del primer domingo de marzo en nuestra Capital, una ceremonia inolvidable de cantos, consignas y alegría desatada, que supieron hilvanarse con la pasión que anidaba en el corazón de cada uno de los protagonistas. La articulación del liderazgo con su pueblo, bajo un cielo plomizo, nos descubría a todas y a todos, que estábamos asistiendo a un día histórico para los argentinos.
En la tierra de San Martín, Belgrano y Mariano Moreno, el recuerdo permanente de un compañero como Néstor Kirchner estimula siempre nuestra conciencia, así como alimentan nuestra esperanza en los días que vendrán, los conceptos que Cristina grabó a fuego en el centro mismo de nuestra crónica institucional: “Desde este lugar al que jamás soñé llegar, honraré mi compromiso militante de toda la vida. Creo en las convicciones, sueños y utopías, que me llevaron a considerar a la política como un instrumento de dignidad.”
Horacio Ramos Hugo Claudio Vidal
Director Editor
Horacio Ramos es miembro del Consejo Editorial de Tesis11