VIDELA NO HA MUERTO
Jorge Rafael Videla, el máximo responsable institucional de un régimen despiadado y genocida, ha muerto. Como debe ser, ha muerto repudiado, condenado a cadena perpetua y alojado en una cárcel común. Es un desenlace derivado de la política del gobierno nacional, pero cuyo mérito incuestionable es patrimonio del movimiento de derechos humanos encabezado por las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que con coraje y perseverancia conmovieron la conciencia de la sociedad, elevando el ejemplo argentino al tope de la consideración mundial
No se la deseamos a nadie ni tampoco nos place la muerte de ningún ser, ni aún de aquellos cuyos sentimientos y conductas, su práctica de vida, como en este caso, degradan a la especie humana. Lamentablemente su muerte interrumpirá juicios y el aporte de pruebas que hubieran servido al menos para esclarecer el padecimiento y destino de decenas de víctimas y a futuro, ilustrar al soberano.
Videla ha muerto, pero en vida y al frente del ejército y el acompañamiento de las restantes ramas de las FF.AA., fue ejecutor de un plan socioeconómico y de transformación cultural diseñado por la oligarquía y el gran capital, nativo y extranjero, en cuyo beneficio esas fuerzas vienen operando desde el siglo XIX, por lo menos desde la llamada Campaña del Desierto, con el exterminio de pueblos originarios y la usurpación de sus tierras y desde entonces, pasando por todos los golpes de Estado o intentos de concretarlos
Videla ha muerto, pero lo que lo rodea y simboliza, su espíritu, en síntesis, su esencia sigue viva y se expresa en prácticas y concepciones que todavía no han sido totalmente eliminadas de nuestra vida social.
Late su corazón en al menos una parte del Poder Judicial con prácticas y esencia corporativa y subordinada a los poderes fácticos, que mientras recita discursos en favor de su independencia y la separación de poderes, cajonea juicios que involucran a criminales de lesa humanidad o retarda escandalosamente la aplicación de leyes aprobadas en democracia por el Parlamento Nacional, cuando no falla sin escrúpulos o favorece la prescripción de causas en beneficio de verdaderas mafias o poderes económicos.
Ese espíritu de Videla también está vivo en las corporaciones mediáticas que ayer lucraban con la dictadura y la sostenían con acción psicológica sobre las mentes del pueblo y hoy se resisten a subordinarse a las leyes de la democracia y a cursos de acción para ampliar la libertad de expresión y la multiplicación de otras voces. Ahora, con motivo del debate y sanción de las leyes para democratizar la Justicia, propalan con desvergüenza el temor a la “dictadura de las mayorías”
El Videlismo está latente y más aún, lo mantienen vivo las cúpulas eclesiásticas que mantuvieron y mantienen un vergonzoso silencio ante los crímenes y vejámenes en los que incluso están involucrados como cómplices sus propios antecesores.
La esencia de lo que simboliza Videla está viva en el poder económico concentrado, que en el pasado utilizó a las FF.AA. como mascarón de proa para implantar a sangre y fuego el proyecto neoliberal y hoy articula acciones desestabilizadoras contra la gobernabilidad y la democracia.
Lo que expresa Videla también seguirá vivo en tanto tengan predicamento dirigentes políticos y sindicales subordinados al mandamiento de las corporaciones mediáticas y otros que, autocalificados de centroizquierda o de izquierda a secas, les son funcionales manipulando a la opinión pública, confundidos como están, respecto de quien es el enemigo principal.
Es su misma esencia la que resurge en las policías provinciales que se autogobiernan, en las respuestas represivas a los reclamos sociales y en toda prédica, práctica o política que tolere el gatillo fácil.
Sombras del espíritu Videlista son las que subyacen y más aún se las alimenta cuando se equipara a despotismo y a dictadura el que el Estado intervenga y regule en beneficio del conjunto, en particular de los más vulnerables.. También está presente en todo sentimiento y práctica discriminatoria en razón de sexo, género, raza, nacionalidad, religión o condición social y en toda resistencia a cualquier medida de ampliación y extensión de derechos o de inclusión social.
Pero por sobre todo los Videla pueden resucitar en tanto no se construya y consolide un amplio y activo movimiento popular consciente y organizado que sostenga las transformaciones democráticas hasta ahora conquistadas e impulse las que faltan instalar. Esto, que es la más alta expresión del cambio de correlación de fuerzas, es lo único que da certezas y garantías de que Videla esté realmente muerto y definitivamente enterrado. Es eso lo que en su momento vamos a celebrar
TESIS 11
CONSEJO EDITORIAL
MAYO DE 2013