ANTE UN IGNOMINIOSO FALLO JUDICIAL
La condena a prisión que el juez Sergio Moro dictó en perjuicio de Luiz Inácio Lula da Silva, “sin pruebas”, “por convicción”, como oficialmente se reconoció, pone en evidencia que bajo este mecanismo de proscripción yace el temor del bloque de poder real a la capacidad transformadora de un pueblo guiado por un dirigente consustanciado con sus auténticos intereses.
El acoso judicial contra líderes políticos y sociales, al igual que la represión en perjuicio de quienes defienden sus derechos, sumado al trabajo sucio de las corporaciones mediáticas, tanto en Brasil como en la Argentina de estos días, es el método al que recurre el capital concentrado para domesticar al pueblo, eternizar su dominio y así seguir usufructuando de un modo de producir y distribuir riqueza, modo sistémicamente corrupto e históricamente agotado.
La reforma laboral aprobada recientemente allí que retrotrae a un régimen de trabajo propio de hace más de un siglo, la política basada en el ajuste y el endeudamiento, la imposición de la flexibilización laboral y la criminalización de la protesta social son sólo ejemplos ilustrativos de lo que se pretende extender por doquier. Para dimensionar hasta qué punto se llegó en el rumbo de la degradación de derechos, basta citar que el Congreso de Brasil convirtió en ley la extensión de la jornada laboral a 12 horas, eliminó el pago de vacaciones y la indemnización por despido.
Por eso, junto con expresar nuestro repudio a estos modos abominables de hacer política, extendemos nuestro abrazo solidario a Lula y al pueblo brasilero, a la par que exponemos nuestra convicción de que su unidad en la lucha generará la conciencia y la fortaleza necesarias para la construcción de las bases de una sociedad inclusiva, solidaria y en la que rija la democracia participativa. Esa sociedad en la que todos seamos ciudadanos.
CONSEJO EDITORIAL DE TESIS 11
CABA, 13 DE JULIO DE 2017