El liderazgo, el compromiso y la participación de todos los sectores contribuirían al cumplimiento de las metas de la UNGASS, a la ejecución de programas sensibles y efectivos, sustentables más allá de los mecanismos coyunturales de financiamiento.
Reconocemos el avance que a nivel mundial, regional y local que han tenido los gobiernos, agencias y otras/os actores para la implementación de los acuerdos surgidos, sin embargo, detectamos que a distintos niveles, los proceso de inclusión de la sociedad civil, específicamente de la población de trabajadoras/es sexuales, en los espacios de diseño, implementación y evaluación de políticas y programas no ha sido suficiente, sobre todo si las organizaciones de trabajadoras sexuales no han sido beneficiadas suficientemente como receptora de fondos para trabajar con su población, lo que imposibilita que las trabajadoras sexuales sean reconocidas como actoras estratégicas para disminuir la incidencia del VIH/SIDA.
Sin embargo, el Preámbulo de UNGASS dice: “No obstante, todos debemos recordar que si bien el VIH/SIDA afecta a ricos y pobres, los pobres son mucho más vulnerables a la infección y mucho menos capaces de hacer frente a la enfermedad una vez infectados”. Entonces ¿Qué estaría sucediendo con las más pobres y vulnerables?, las mujeres y trabajadoras sexuales, que debieron enfrentar la violencia social con su cuerpo para alimentar y educar a sus familias pero también las que deben ser sujetos de acción clave para contrarrestar el avance del VIH, y que sin embargo somos las grandes ausentes como población específica y vulnerable en el documento UNGASS y en las acciones. El 80% de las trabajadoras sexuales en la región LAC somos mujeres por debajo de la línea de pobreza, que no tenemos acceso a los sistemas de educación, y somos foco de la violencia social y judicial, y de las prácticas culturales como el machismo, factores que unido a nuestro trabajo nos expone constantemente a la infección del VIH y otras Infecciones de transmisión sexual.
Nuestra población tiene una serie de vulnerabilidades que de no ser atendidas, pondrán en riesgo las estrategias de prevención y atención del VIH/SIDA, tales como:
Represión Institucional
• Policía: Represión en la calle y detención injustificada, así como el Proxenetismo Institucional (agentes de gobierno que cobran soborno).
• Edictos, Leyes y Normas que atentan contra los derechos fundamentales de nuestra población.
• Violencia y Asesinatos, que no son investigados por tratarse de trabajadoras sexuales.
• Explotación sexual infantil, explotación sexual de adultos y trata de personas, actividades en las que estamos en desacuerdo y condenamos enérgicamente.
Discriminación Social
• Estigma y discriminación contra nosotras en los barrios, las escuelas, la familia, la iglesia y las parejas.
• Medios Masivos de Comunicación donde estereotipan nuestra imagen de manera negativa y estigmatizante.
Discriminación Institucional
• En los Sistemas de Salud al recibir maltrato, cobro de carnet sanitario, sin programas específicos para atender nuestra salud integral, incluyendo la salud sexual y reproductiva.
• En las ONG, Grupos Temáticos y Mecanismos Coordinadores de País al saber la ausencia de participación de las nuestras voces, siendo otros y otras las que deciden sin nuestro consentimiento.
• Agencias de Cooperación que no financian o apoyan técnicamente el fortalecimiento de las organizaciones de trabajadoras sexuales.
• Condicionamiento de políticas nacionales de salud pública con “argumentos moralistas” que no permiten trabajar los problemas de fondo, y nos imponen una identidad de “prostitutas” o “mujeres en situación de prostitución”, permitiendo sumar vulnerabilidades en nuestro trabajo. La falta de una visión integral sobre el trabajo sexual refuerza el estigma y la discriminación hacia nosotras.
Discriminación de Género
♀ Mujeres solas que trabajan en la calle expuestas a múltiples vulnerabilidades, poco o nada entendidas por otras mujeres, incluyendo muchas organizaciones sociales de mujeres y otras poblaciones que son vulnerables ante la epidemia del VIH/SIDA.
Solicitamos que no nos miren a las trabajadoras sexuales, sólo como “mano de obra” en la implementación de proyectos, sino como actoras estratégicas para el desarrollo de programas que logren un impacto efectivo para detener la epidemia del VIH/SIDA, ya que somos nosotras las que conocemos nuestro entorno y podemos vincularnos entre iguales en las estrategias cara a cara, con conciencia de nuestras problemáticas y contexto, por ello somos personas clave para se incorporadas como aliadas contra la epidemia.
Pedimos que se respete lo que a lo largo del documento de UNGASS se habla: “la igualdad de género y potenciar el papel de la mujer como elementos fundamentales para reducir la vulnerabilidad y mejorar las acciones de prevención” y destacar que: “el estigma, el silencio, la discriminación y la negación de la realidad socavan los esfuerzos ante la epidemia”.
Sin embargo, para las trabajadoras sexuales organizadas de la región este es sólo un papel con letras escritas, que en la práctica y en lo cotidiano no existe por la falta de un esfuerzo integral y multisectorial que permita a las mujeres, las trabajadoras sexuales y sus organizaciones fortalecerse, a excepción de casos aislados.
En lo referido a los derechos humanos el documento de la UNGASS también habla sobre la importancia de empoderar a la persona como sujeto de derecho: “Sin embargo si se es pobre no se nos considera persona, eres una cosa que no tienes los mismos derechos que los ricos”. (Reynaga, 2005) Desde esta realidad, el acceso a la salud como derecho es un privilegio cuando no se cuenta con recursos económicos para acceder a una asistencia de calidad incluyendo los servicios de salud sexual y tratamiento de ITS.
Solicitamos a los gobiernos la inclusión de las trabajadoras sexuales en los mecanismos de seguimiento de UNGASS y Fondo Global como elemento crucial, ya que las actividades que se hacen día a día desde nuestras organizaciones esta constituido por un grupo de mujeres orgullosas de su trabajo, concientes de su necesaria contribución para combatir la epidemia y capacitadas para no sólo trabajar con su sector, sino también con otros grupos y asociaciones de mujeres.
“Somos buenas para trabajar en los temas de sexualidad, salud sexual y reproductiva; y fundamentalmente en el tema de la violencia, todos esto íntimamente relacionados con el VIH. Porque si una mujer como nosotras puede hacer un cambio positivo en su vida es un ejemplo a replicar en otras comunidades, en las otras mujeres que por serlo son vulnerables. Entonces capacitadas y empoderadas podemos replicar esto en todos los sectores de las mujeres y la comunidad en general”. (Reynaga, 2006)
Pedimos a cada país de la región:
Asegurar el Acceso Universal a la prevención, el tratamiento y la atención de calidad en VIH/SIDA e ITS.
Derogar todas las normas legales que vulneran y exponen a la población de las trabajadoras sexuales.
Reconocer el importante aporte de las trabajadoras sexuales como sujetos de cambio y actoras clave para la prevención del VIH, contribuyendo también al empoderamiento de otras mujeres y de la comunidad.
Promover el fortalecimiento organizacional que permita responder localmente a la epidemia de manera efectiva.
Asegurar y aumentar los recursos destinados a la prevención como medida clave para evitar nuevas infecciones de VIH/SIDA.
Establecer mecanismos que vinculen los servicios de atención de VIH/SIDA a los servicios de salud sexual y reproductiva para promover y ampliar el acceso a estos por parte de las mujeres y otros grupos vulnerables.
Fortalecer mecanismos multisectoriales de respuesta a la epidemia en donde se incluya a las personas que viven con VIH/SIDA y las poblaciones vulnerables a la infección.
Generar programas integrales de atención de la salud, incluyendo la salud sexual y reproductiva, específicos para la población de trabajadoras sexuales y sus familias.
Implementar de manera rápida, todos los acuerdos suscritos en la Declaración de Compromisos, ya que será la única manera en que se cumplan los objetivos planteados en las Metas del Milenio y la declaración de UNGASS.
El liderazgo, el compromiso y la participación de todos los sectores contribuirían al cumplimiento de las metas de la UNGASS, a la ejecución de programas sensibles y efectivos, sustentables más allá de los mecanismos coyunturales de financiamiento.