Horacio Ramos*
Nadie puede dudar que algo muy serio está ocurriendo en la América mestiza. Este territorio extenso, habitado por millones de descendientes de los dueños originarios y de aquellos que arribaron a estas playas desde la vieja Europa corridos por el hambre y la persecución, está cruzado hoy por un viento de cambios tumultuoso que ha comenzado por atizar, con persistencia, el fuego impenitente que aún entibia nuestra insobornable esperanza. Los emisarios de Washington que recorrieron la región en los últimos meses y la publicitada visita de Bush, muestran el afán del Imperio por lograr introducir algún “Caballo de Troya” en esta incipiente unidad sudamericana, simbolizada por el trabajoso Mercosur que tanto nos cuesta edificar en forma definitiva.
Sin embargo, los fogoneros del nuevo tiempo que despunta en el horizonte, no cesan de alimentar el sendero por el que transitan, con frente alta y corazón abierto, una heterogénea caravana de dirigentes comprometidos con su pueblo: se llaman Lula y Chávez; Evo y Bachelet; Tabaré, Correa y Kirchner. Resisten y sueñan, empeñados en la búsqueda de un amanecer sin trampas, para que éste nos permita consolidar una Patria Grande, unida y solidaria, como nos enseñaron a diseñarla con su ejemplo San Martín y Bolívar, Artigas, O’Higgins y Tiradentes. En los días que vendrán, tal vez podamos comprobar si hemos sabido desarticular la antigua balcanización que nos impusieran los “gringos”, para que entonces podamos volver a sentirnos apasionadamente latinoamericanos.
*Horacio Ramos, periodista, escritor, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.