Revista Tesis 11 (nº 114)
(elecciones 2015)
Isaac Grober*
Nudo esencial de la diferenciación entre los dos proyectos políticos de país y de conformación de la sociedad. Sentido de la disputa en un año electoral.
La disputa entre los dos diferenciados proyectos políticos de país es de vieja data. No obstante, este conflicto está en parte oscurecido como tal porque el debate y la mirada se centran en aspectos puntuales, a veces anecdóticos y en las medidas que uno y otro postulan como si fueran hechos asilados y desvinculados de una raíz determinante de una concepción global, de un rumbo determinado.
Es un modo de razonamiento y de valoración resultante de una raigambre ideológica, cultural.
Por eso queda oculto el hecho de que se trata de una lucha política encaminada a construir un distinto modelo de país y de conformación de la sociedad y por tanto, un conflicto por sentar las bases de un poder real diferente por su composición social.
Vale por tanto ubicar el punto esencial a partir del cual se diseñan las vías de construcción de estos dos proyectos de país y de sociedad y de las fuerzas que se enfrentan. En otras palabras, cuál es el meollo de esta contradicción principal y determinante en gran parte de todas las demás.
Concretamente, se trata de la disputa por quién debe tener el poder de decisión en lo concerniente a la distribución del excedente económico que se genera en la sociedad, lo que conlleva a qué se hace con ese excedente y a manos de quien se destina.
Al respecto están de un lado quienes argumentan en favor del mercado, entelequia a la que le adjudican la virtud intrínseca para asignar de forma más racional y eficiente ese excedente Por ello su idolatría al dogma de la libertad de mercado, a la supresión de toda interferencia o regulación estatal y su apego a denostar como déspota, autoritario y hasta dictadura a aquellos gobiernos que articulan políticas regulatorias y de control.
En la vereda de enfrente están precisamente quienes para esa función atribuyen una responsabilidad de peso al Estado, tanto más cuando éste exprese un contenido más popular, nacional y democrático.
Pero ¿qué es mercado en Argentina en esta era de la historia? Es el funcionamiento de una estructura sometida al dominio de monopolios y oligopolios en todas sus ramas y sectores y la subordinación del resto a los dictados del capital concentrado, presidido en gran parte por el de origen externo.
En consecuencia, abogar por la libertad de mercado es pronunciarse por despejar las restricciones para que ese capital se asegure para sí la apropiación de mayores porciones y proporciones de la renta nacional y de allí la razón determinante del crecimiento de la desigualdad social y regional, del desempleo, la desindustrialización y desaparición de empresas, del mayor endeudamiento externo y de la pérdida de soberanía. Es la experiencia ya conocida y padecida por los argentinos.
Derivado de esta concepción y del objetivo aquí explicitado, debe entonces entenderse su oposición a la siguiente serie de medidas de política económica y social que citamos sólo a título ilustrativo:
– destinar parte de la renta nacional a la cobertura – vía gasto público – de necesidades sociales (AUH, PROCREAR, subsidios a embarazadas, etc) y a la ampliación y extensión de otros derechos
– impulso oficial a los convenios colectivos de trabajo y al sostén de un salario mínimo, vital y móvil
– regulación de precios y mucho menos su control
– intervención en el mercado cambiario y control del manejo de divisas (“cepo cambiario”, fuga de capitales)
– regulaciones y control del comercio exterior (cuotas de importación y exportación, derechos de exportación, etc)
– estatización de empresas (AYSA, YPF, AFJP, AEROLINEAS ARGENTINAS)
– rol activo del Banco Central orientando el destino del crédito y de los objetivos al emitir moneda.
– Reformas con sentido de progresividad del régimen tributario.
Para los impulsores de esta concepción todo ha de medirse y jerarquizarse de acuerdo a la valoración y criterio mercantil de la rentabilidad del propietario del capital, lo que significa desechar, no computar, no considerar, la rentabilidad social de las políticas.
Es la concepción que preside el Consenso de Washington, vademécum del neoliberalismo, que para su imposición en Argentina, como política global, hubo que doblegar a nuestro pueblo con la sanguinaria dictadura cívico militar de 1976 y cuya máxima expresión es, en estos días, el caso de Grecia y de varios países integrantes de la Unidad Europea.
Es éste un año electoral en el que la disputa entre ambos proyectos tiene un ingrediente adicional. Es que el poder concentrado cree tener la posibilidad de recuperar el gobierno y reunir así, institucionalmente, por el mecanismo del voto, el control sobre las decisiones gubernamentales con el poder fáctico que hoy detenta. Está en los ciudadanos, hoy con el voto, explicitar el proyecto de país y de sociedad al que aspira, más aun cuando lo recorrido durante los 12 últimos años exige se profundicen las transformaciones para consolidar el proyecto entonces iniciado.
*Isaac Grober, Contador Público y Magister en Economía, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.
Totalemente de acuerdo con lo expresado por el analista Grober.El pueblo debe potenciar con su voto el proyecto en curso y de esa forma profundizarlo.Gracias
Hoy sigue vigente lo expuesto por el analista Grober y a mi respuesta del 25/7agregó que los
últimos hechos sucedidos nos confirman que la potencia de la respuesta popular deberá ser
contundente, que no dejé ninguna duda que NO PASARAN e indudablemente se debe ganar en
primera vuelta, sin vueltas……