En los países de América Latina, sobre todo en las últimas décadas, hay una disputa política entre frentes electorales que representan al campo popular, por un lado, y a la alta burguesía, con apoyo mayoritario de las capas medias, por el otro. La cuestión que se plantea es si esos frentes proponen dos modelos diferentes de país, o si en general lo que impulsan, o concretan desde el gobierno, es básicamente el modelo neoliberal que expresa los intereses oligopólicos.
El capitalismo contemporáneo, pasa por una fase de su evolución denominada neoliberal, dentro de su etapa monopolista e imperialista que empezó hace más de un siglo. Consiste, básicamente, en una oligopolización y globalización del capital dominante y su creciente recurrencia a la especulación financiera como forma de redistribuir en su favor la renta producida por el trabajo humano. En este contexto, los oligopolios impulsan, en todos los países capitalistas, la libertad económica irrestricta, argumentando que así el mercado se autorregularía hacia una eficiente asignación de recursos, para el beneficio de todos los sectores sociales, ocultando que la oligopolización generalizada de la economía implica que ya no estamos en épocas de libre competencia y que, la liberalización económica, solo produce un dominio oligárquico absoluto con grave perjuicio para las clases populares. Esto lo han experimentado dolorosamente los sectores populares en América Latina, cuando han gobernado las derechas.
Es decir, entonces, que el principal problema que enfrentan los sectores populares es el neoliberalismo económico y las políticas de las derechas, asimismo denominadas neoliberales, que impulsan la total libertad económica, con el mayor desistimiento del rol del Estado que les sea posible conseguir, cuando llegan al gobierno, o presionando por todos los medios a los gobiernos populares para que contradigan esas políticas lo menos que se pueda.
Por lo tanto, en la medida que los frentes populares, y en particular cuando llegan al gobierno, en general proponen restituir un rol central del Estado en lo económico y social, en beneficio de la mayoría del pueblo, lo que implica regulación económica, creciente participación del Estado como empresario, como mínimo en sectores estratégicos, y política exterior independiente, aprovechando para esto último el creciente multilateralismo generado sobre todo por el extraordinario desarrollo económico de China, entonces los frentes populares y sus gobiernos están objetivamente impulsando, en mayor o menor medida, un modelo alternativo al neoliberal.
Pero, por otro lado, la implementación consecuente del modelo alternativo al neoliberal, enfrentando a los oligopolios, puede llevar a un sistema económico donde el Estado se torne hegemónico en la economía, e imponga las condiciones principales de funcionamiento de la misma; lo cual significa empezar a transitar un camino alternativo al propio capitalismo. Así entonces, la solución del problema principal, el neoliberalismo, en favor del interés de los sectores populares, puede colocar a estos sectores en camino de resolver el problema fundamental, si por tal concebimos la superación de un capitalismo que viene acrecentando y globalizando su crisis desde mediados de los años setenta del siglo pasado.
Además, en los últimos tiempos, los sectores populares, como parte de sus propuestas de modelo alternativo al neoliberalismo, se ven crecientemente confrontados a la necesidad de defender la democracia, la coexistencia política pacífica en sus países y la paz a nivel internacional, debido a que a los sectores oligopólicos les sirven cada vez menos esos valores, ante la crisis del capitalismo en su fase neoliberal y las luchas de los pueblos, lo cual se manifiesta en la tendencia a que sus expresiones políticas se facisticen.
Claro que el avance del modelo alternativo al neoliberalismo, depende de la relación de fuerzas, y esto, a su vez, depende del grado de conciencia, organización, coordinación, movilización e intervención en los gobiernos que representan sus intereses, de las organizaciones del campo popular, principalmente sindicales y sociales, para consensuar e impulsar las políticas de profundas reformas económicas, sociales, comunicacionales, judiciales, educacionales y culturales, en favor del interés de los sectores populares mayoritarios.
En tal sentido, hay una interrelación entre lo que las organizaciones del campo popular impulsan y lo que los gobiernos populares realizan. Pero lo fundamental es lo que las organizaciones populares puedan impulsar desde abajo y su participación en los gobiernos. Es decir, el desarrollo de formas de democracia participativa para el pueblo, con sus organizaciones, es la vía indispensable para que se profundice el modelo alternativo al neoliberal. Las insuficiencias en esto, explican los períodos de avances y retrocesos que han tenido los sectores populares, y sus expresiones frentistas, sucedido en las últimas décadas en los países de América Latina, con la alternancia entre gobiernos populares y gobiernos de derecha.
Tesis 11.