Editorial semanal de Tesis 11. Los difíciles equilibrios

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En un mundo convulsionado por la confrontación cada día más abierta entre Estados Unidos y sus aliados con todas las naciones que desafían su ordenamiento imperial, sumidos en una severa crisis social y económica producto de las sucesivas pandemias macrista y del Covid, el gobierno de Alberto Fernández intenta desactivar los diferentes conflictos que atraviesan la realidad nacional, haciendo difíciles equilibrios.

Lograr una mejor distribución del ingreso, equilibrar las cuentas del Tesoro, acumular reservas, reducir la inflación, impulsar el crecimiento económico y asegurar mayores ingresos de divisas para hacer frente el descomunal endeudamiento heredado, entre otros, son objetivos que están planteados en simultáneo y que, para muchos, son mutuamente excluyentes.

Entre otras cosas, por la aguda puja distributiva que afrontamos, debido al apetito voraz de los sectores más concentrados de la economía, que pretenden acentuar la redistribución regresiva del ingreso promovida por el macrismo y resultan refractarios a toda convocatoria al diálogo y la mesura. Se quieren enriquecer más a costa de todos los argentinos y el único patriotismo que conocen es el de la propia billetera.

Una muestra de la dificultad que implican los equilibrios buscados, se puede rastrear en el contrapunto de opiniones vertidas en torno del desarrollo petrolero futuro, destacado como una de las oportunidades abiertas para que Argentina pueda salir de su atolladero, multiplicando sus exportaciones en un mundo ávido de recursos energéticos.

Mientras que en Salliqueló, al firmar los contratos para la construcción de la primera etapa del gasoducto Néstor Kirchner, Fernández dijo “no queremos nunca más” que “las tarifas en la Argentina estén dolarizadas”, el día anterior el embajador norteamericano había dicho en Neuquén que para que haya inversiones que desarrollen el yacimiento de Vaca Muerta, tiene que haber precio de mercado en gas y petróleo, es decir alineado con los valores internacionales.

La opinión del embajador, para un gobierno que depende de ese socio para lograr alguna indulgencia del Fondo Monetario y nuevas inversiones en el país, parece significativa. Más si se procura también su cooperación para ubicar los fondos fugados al exterior por residentes argentinos, que sobrarían para acelerar el desarrollo de Vaca Muerta. Y sobre todo importa si se piensa, como lo declaró el nuevo ministro de Economía, Sergio Massa, que  “Argentina no es un país rico, es un país con recursos. Esa riqueza la tenemos que construir sobre la base de reglas claras, trabajo común y políticas de Estado”.

Esta visión, que no se hace cargo de la injusta distribución del ingreso nacional y del vaciamiento del país realizado por los fugadores y evasores de la cúpula empresaria, posterga la posibilidad de la mejora de las condiciones de vida de las mayorías, como si tuviera que ser un resultado virtuoso del desarrollo futuro.

No fue así con la superación de las consecuencias económicas de la pandemia. Gracias a las inéditas medidas de protección del aparato productivo y de sostenimiento de los ingresos de los sectores populares, se pudo capear lo peor del temporal. Pero apenas asomó la recuperación, los sectores concentrados de la economía se aprovecharon de su posición dominante para recomponer sus ganancias a costa de todo el pueblo. No fueron sólo los “cuatro vivos de siempre”, como los llamó Cristina Fernández. En malón toda la burguesía argentina se lanzó a apoderarse de lo más que pudo.

Como parte de ese juego disruptivo, ahora mismo propician una violenta devaluación, que en gran medida ya impusieron, especulando con la debilidad de un gobierno que se ha quedado casi sin reservas. Debilidad que es ante todo auto infringida, en la medida que no procura asentar su poder en la movilización organizada de los sectores populares que lo ungieron como factor político democrático para ordenar la crisis a favor de las mayorías.  Fernández está a tiempo de crear nuevos equilibrios de fuerza si denuncia a quienes están procurando su fracaso desde el primer día, actúa con energía sobre los resortes de poder que tienen en sus manos y convoca a las fuerzas populares a hacer oír su voz en las calles de la República. No será fácil, seguro. Pero nunca la victoria acompaña a los temerosos. El ejemplo de los padres de la Patria lo evidencia. Sin otros recursos que su determinación y su coraje, fueron capaces de conquistar la independencia.

Tesis 11.

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