Editorial semanal de Tesis 11. MOVILIZACIÓN POPULAR COMO RESPUESTA

Compartir:

La extraordinaria crisis que atraviesa la sociedad argentina a causa del hundimiento deliberado de su economía nuevamente en la trampa de la deuda y del saqueo del estado hecho por el macrismo y además, por la irrupción de la pandemia, tensiona también al Frente de Todos.

No puede ser de otro modo. Se conjugan en él múltiples expresiones sociales, políticas y sindicales, cada una con sus liderazgos, su repertorio de reivindicaciones sectoriales y sus expectativas. Esa es su fortaleza, porque le permitió conjugar una mayoría para prevalecer en las elecciones. Pero también puede ser su debilidad, si no encuentra rápidamente el camino de la necesaria institucionalización de su debate interno.

No es un problema que afecte notoriamente a la cúpula de su dirigencia, que tiene canales institucionales de articulación y puesta en común de las divergencias, naturales en cualquier construcción colectiva. Se presenta sobre todo en la periferia, poco organizada y proclive a expresarse en las redes sociales o en los medios, como si ese no fuera un espacio de acción política privilegiado por los enemigos del pueblo, interesados como están en propiciar el desgranamiento y la desilusión entre los adherentes del Frente.

Muchos de esos planteos adoptan la lógica del cliente: “¡Esto no es lo que yo voté! Yo quiero un gobierno con autoridad política, que asegure la gobernanza!”, reclaman. Esa posición de reclamo, tributaria del individualismo neoliberal, no asume al gobierno como algo también integrado, aunque de otra forma, por la trama de organizaciones populares que lo empoderan para que ejerza la autoridad que reclaman.    

No se trata de pretender un imposible. Es claro, que no se puede encorsetar la polémica entre cuatro paredes. Pero sí es factible propiciar espacios de reflexión compartida entre la dirigencia y la militancia. Y también el surgimiento, desde las bases movilizadas y preocupadas por el rumbo de los acontecimientos, de iniciativas que modifiquen la correlación de fuerzas en dirección de facilitar el cambio de rumbo que resiste el poder económico. Depositar toda la responsabilidad en los funcionarios por los problemas que no se resuelven, es delegar, no participar.

En otro difícil momento que atravesamos, no hace tanto, la autonomía de esa militancia supo generar y movilizar una reacción social que le sirvió de apoyo al gobierno popular, en tiempos que era asediado por el bloque de poder que hoy de nuevo se expresa en el macrismo. El surgimiento de Carta Abierta no fue una iniciativa del liderazgo de Néstor Kirchner. Pero salió a su encuentro y significó una bocanada de aire fresco para el gobierno popular.

Es cierto que nuestros dirigentes no deben hacerse ilusiones con la “racionalidad” del bloque de poder económico. Desde el primer día echan mano de todos sus recursos para voltear el gobierno o hacerlo fracasar. Sólo serán racionales en la medida que sean disciplinados por el poder popular. Pero ese poder popular no se construye sólo de arriba hacia abajo, sino que también emerge de la movilización social. Tenemos una larga historia de ganar la calle, en dictadura y en democracia, para imponer un rumbo con nuestra lucha.

La confrontación con el poder concentrado es inevitable. ¿Sólo depende del gobierno? ¿Sabotear a los saboteadores de la salud pública puede ser una iniciativa gubernamental? Claro que no tiene que ser con violencia, sino haciendo pedagogía política. Una ciudadanía comprometida aseguró la persistencia de la política de memoria, verdad y justicia que tantos obstáculos enfrentó y enfrenta hoy. No fue una política del Estado más que en algunos momentos de nuestra historia democrática.

En esa lucha se educaron generaciones. Ese ejemplo moral debe servir de inspiración a millones, en momentos que peligra la profundidad y la continuidad del proceso de reconstrucción de la justicia social en nuestro país. No basta con hacer buenos diagnósticos, que por supuesto son imprescindibles. De nuevo la cuestión es ¿qué hacer? No sólo que sería bueno y desearíamos que hagan los funcionarios, si no también qué hacemos los militantes del campo nacional y popular para ensanchar la base de sustentación política que le dimos a nuestro gobierno.

Tampoco se trata sólo de mayor cantidad de votos en las próximas elecciones. Así como los apropiadores de la riqueza nacional votan todos los días en los llamados “mercados”, el movimiento popular puede y debe construir agenda política con su movilización permanente. La campaña debe ser esa, denunciando el profundo carácter antipopular y antinacional de la derecha procesista que se organizó en la coalición macrista.

Es imprescindible que las organizaciones del campo popular que apoyan al gobierno, principalmente sindicales y sociales, consensuen un centro coordinador que organice el debate, las propuestas y reclamos y, sobre todo, la movilización popular de apoyo e impulso al gobierno para concretar los logros que se pretenden. Con solo advertir, criticar y proponer no alcanza.

Movilizados, con un debate político institucionalizado al interior del Frente de Todos y de las organizaciones populares coordinadas, y convergiendo con el accionar de nuestro gobierno, habremos de superar las dificultades presentes y futuras del proceso transformador que necesitamos.     

Deja una respuesta