El gobierno de Alberto Fernández, Cristina Kirchner, el Frente de Todos y la dirigencia política, democrática y popular toda, enfrenta una de las más graves consecuencias de las recetas neoliberales de la “pandemia macrista”; la DEUDA EXTERNA heredada.
Una deuda ilegítima e ilegal de la cual es responsable el gobierno de Mauricio Macri, que la contrajo recurriendo a un procedimiento irregular, sin tratamiento ni autorización del Parlamento, como el FMI que en un corto plazo, violando sus propios estatutos y sin realizar los controles del uso del mismo, la autorizó. Acciones que deben ser denunciadas y quienes las adoptaron responsabilizarse de las mismas.
Se trata de un crédito que por su magnitud supera largamente a cualquier otro otorgado por el FMI a un país en toda su historia y que junto con el exiguo plazo de cancelación estipulado, lo torna imposible de pagar.
¿Cuáles fueron las razones que explican la decisión del FMI y el fuerte y fundamental apoyo del Presidente Donald Trump para autorizar los créditos y en que se usó? Una razón fue la necesidad geopolítica de los EEUU de tener gobiernos sometidos económica y políticamente mediante la subordinación al capital financiero mundial y que lo apoyen en su estrategia de disputa con China y Rusia. Para esto era necesario favorecer al gobierno de Macri, para que ganara las elecciones presidenciales nuevamente. Impedir la vuelta de cualquier proyecto soberano e independiente, vinculado a la existencia de un mundo multipolar y a las alianzas construidas, en América Latina, en la primera década del siglo.
Otra razón fue la utilización, impulsada por el gobierno nacional, para garantizar el repago y fuga al exterior del capital especulativo involucrado en la operatoria de los grupos financieros; la llamada bicicleta financiera, una vez que el financiamiento privado internacional le bloqueo al país, a principio de 2018, la posibilidad de nuevos desembolsos. Una de la fuga de capitales más importante de la historia en beneficio de los grupos concentrados del poder económico.
Aunque a la fecha no son públicas ni conocidas las bases sobre las que se asientan las negociaciones entabladas entre el gobierno y la dirigencia del FMI nadie desconoce la nefasta historia del FMI y sus planes de “estabilización económica ”basados en los principios más ortodoxos del neoliberalismo y sus resultados: ajuste a la baja de los salarios, las jubilaciones, del poder de compra del mercado interno, del empleo, la inversión, la educación, la salud pública y la envergadura y poder del Estado para promover el desarrollo independiente, soberano y con inclusión de las mayorías populares.
Por eso la gran encrucijada en este momento para el Gobierno del Frente de Todos, es por un lado, cumplir y hacer cumplir la promesa, verdadero compromiso enunciado en la campaña electoral y reiterado en discursos, cartas y en el multitudinario acto del 10 de diciembre en Plaza de Mayo, de no firmar ningún acuerdo donde el pago de la deuda se descargue sobre las espaldas de los trabajadores y demás sectores populares, las verdaderas mayorías, que suficientes padecimientos vienen acarreando con las penurias impuestas por las políticas neoliberales del gobierno de Juntos por el Cambio y las consecuencias de la pandemia mundial.
Las restricciones las deben pagar quienes siempre y en particular en estos últimos años, han concentrado ingresos y riquezas y las han fugado a las guaridas fiscales, entre ellas parte del préstamo del FMI.
Pagarle al FMI y cancelar la ya reestructurada deuda con los acreedores privados, necesitará de muchos dólares. En procura de ellos, ha trascendido la intención del gobierno de fomentar las exportaciones sobre la base de garantizarles, entre otras cosas, estabilidad impositiva y otras ventajas. Habrá que conocer la letra fina de tales propuestas y poner atención a que por la vía de una aparente ventaja, el futuro de la Argentina y de los sectores populares no quede atado a la pérdida de independencia y restringido a la reprimarización de su comercio exterior.
Más allá de una sana política de comercio exterior, encarada para retomar el camino del desarrollo económico independiente y soberano, hay que considerarla presencia, en el mundo, de otros importantes países interesados en lograr acuerdos que aporten a un programa sin condicionamientos para salir de la encrucijada. También hay que profundizar el control de la fuga de miles de millones de dólares anuales, con la recuperación de la soberanía plena sobre los ejes fluviales, los puertos privados, la reconstitución de la flota marítima y fluvial. Y el desarrollo de la industria naval.
Salir de la encrucijada, sin descargar la crisis sobre los sectores populares, dependerá, sin duda alguna, de la acción coordinada y movilizada de todas las organizaciones, políticas, sindicales y sociales que encolumnadas detrás de un claro proyecto, soberano, independiente y con inclusión social, puedan hacer frente a cualquier intento de imponer condiciones de pago gravosas para el pueblo y de sometimiento económico y político de la Nación.