Educación: Lo que la pandemia nos dejó

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Revista Nº 142 (05/2021)

(nacional/educación)

Gabriel Brener*

“El mensaje a transmitirles a nuestros/as estudiantes es que tenemos que buscar la manera de ayudarnos entre todos/as. De situaciones de crisis social como la pandemia se sale mediante la férrea presencia del Estado, haciendo de la solidaridad un asunto tanto colectivo como individual”

Introducción

Mientras que el gobierno nacional dispuso en su momento retornar a clases virtuales, debido a la gravedad inusitada y dramática del rebrote pandémico, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, guiado por encuestas electorales, desconoció en esa ocasión esa decisión y  mantuvo la obligatoriedad presencial, considerándola “cuestión de vida o muerte” (textuales palabras de Horacio Rodriguez Larreta).

Nadie más interesado que los docentes como parte de la comunidad educativa, en ver y compartir con los alumnos su vida escolar, en caminar los pasillos de la escuela, en participar y acompañar a sus alumnos en sus experiencias educativas y sociales.

Entonces, además de la gravedad de esta decisión para la salud de la población, es necesario puntualizar algunos conceptos respecto de la posición de los docentes en esta cuestión.

De algún u otro modo, la pandemia de la COVID-19 nos encontró a todos/as en offside.[1] Es decir, como en el fútbol, quedamos todos fuera de juego.

El cese de actividades presenciales en las escuelas debido al distanciamiento obligatorio, interpeló de manera singular a los sistemas educativos que debieron reconfigurar tiempos, actividades, medios y formatos de enseñanza a una modalidad remota, a la distancia. Se debieron reinventar estrategias didácticas para continuar la tarea educativa y sostener el vínculo pedagógico.

Resulta importante destacar que estos cambios han afectado de forma particular, en función de las desiguales condiciones materiales de los/as docentes, los/as estudiantes y sus familias. En el mejor de los escenarios, el vínculo pedagógico pudo construirse a través de una computadora y las múltiples opciones que brindan una buena conexión a internet (uso de diversas plataformas de aprendizaje, videoconferencias, acceso a recursos digitales, etc.).  

Características de la irrupción de la pandemia en el sistema educativo

Sin dudas, el desafío central de la escuela ha residido en el sostenimiento del vínculo. Quizás de este modo podemos dimensionar la importancia de esta ruptura y con ella la centralidad del imperativo de la continuidad pedagógica como el sostenimiento del vínculo entre escuela y estudiantes, la disposición para generar escucha atenta, compartir cuentos y cuentas y abrir ventanas hacia el conocimiento y la cultura.

La escuela tuvo que romper con el vínculo presencial, pero promover, en cambio, la conexión y el sostenimiento de los lazos sociales. 

El carácter excepcional del vínculo virtual (no presencial), se vincula con lo inédito y lo extraordinario de esta situación. Nunca, en la historia moderna de la escuela, sucedió algo similar. Por primera vez se han cerrado las puertas de las escuelas por un período prolongado e incierto a escala mundial.

Dicho en términos escolares, se pone de manifiesto la complejidad que supone para una institución que se sostiene en la distribución fija de espacios y tiempos como rasgo clave de su gramática, alterar abruptamente esa condición, lo cual implica –ni más ni menos– que el pasaje de los cuerpos presentes a los encuentros virtuales.  

Efectos y consecuencias de la pandemia en el sistema educativo

Se visibilizaron las desigualdades

La virtualidad expuso las desigualdades que ya existían con antelación y que en este contexto se hicieron más visibles y preocupantes. Las distintas condiciones sociales de los/as ciudadanos/as determinaron diversos modos de atravesar esta situación. En algunos hogares ha sido más cómodo, confortable y abastecido que otros, que presentan una situación más precaria, e incluso hay personas que se ven privadas de alcanzar las condiciones básicas para satisfacer necesidades de vivienda, alimentación y demás derechos básicos.

Asimismo, la necesaria virtualización de la educación ha cristalizado otras problemáticas que tienen que ver con las situaciones socioeconómicas de las familias, las oportunidades en el acceso tecnológico y en la conectividad, y las diferencias materiales y simbólicas propias de un sistema desigual.

Se virtualizaron los vínculos

Al tiempo que la sociedad toda modifica hábitos y masifica el uso de instrumentos de comunicación virtuales (zoom, videollamadas, etc) comienza a producirse una sacralización de esa virtualidad y se consolida la creencia de que lo virtual es el relevo de la presencialidad por otros medios.

Lo virtual no es un reemplazo mecánico de lo presencial, sino que tiene sus propias lógicas, su entorno, sus reglas, sus temporalidades y su propia cultura. Se puede afirmar que existe toda una subjetividad de la virtualidad educativa.

Se reconfiguran los roles

Es claro que los/as adultos/as familiares no son el reemplazo de los/as docentes en casa. Así como no podemos pretender que los/as adultos/as familiares suplan a los/as docentes, tampoco es posible exigir a los/as docentes que sostengan la escolaridad en las casas de los/as estudiantes. Ni los docentes son un telemarketer educativo 7 x 24, ni papá o mamá pueden convertirse en “la seño” o “el profe” suplente.

La pandemia y su masacre de víctimas, supuso mantenernos enlazados a la escuela y los/as estudiantes, intentando que los/as jóvenes puedan, en algunos ratos, salir de casa estando adentro.

Las medidas actuales de contingencia sanitaria, implican la intención de amortiguar el padecimiento social que gira en torno a la enfermedad, la emergencia sanitaria y la muerte.

Los comunicadores mediáticos, al servicio de la oposición salvaje y reaccionaria, por un lado y con la única finalidad de aumentar el rating, siembran un estado general de alarma en el que todo se transforma en una amenaza y olvidando que existe una pandemia, demonizan sistemáticamente al gobierno de Alberto Fernández, a quien acusan de “violar las libertades individuales”.  Pero al mismo tiempo, fogonean el desacato del gobierno porteño al cese de presencialidad escolar, incitando a la concurrencia a clase como “principio republicano”.

Asistimos a una verdadera representación esquizofrénica de la realidad. Se incita a la presencialidad escolar y se difunden masivamente la necrología pandemíca como originada en falta de vacunas por ineptitud del gobierno (sin mirar al mundo).

 Se sustituye la evaluación por el seguimiento

Aumentan las paradojas a las que nos somete el gobierno porteño, vemos que, mientras insisten en la presencialidad escolar en pico de contagios, asumiendo un rol como “defensores de la educación”, por otra parte, adhieren sin tapujos a conceptos reaccionarios y elitistas en materia de evaluación del nivel de aprendizaje. Son capaces de reducir el presupuesto de educación en la ciudad, en no reparar o mantener edificios   escolares, en despreciar el papel de los maestros, a quienes llaman “frustrados o perdedores” que terminan como maestros por no haber tenido éxito en otras actividades, y al mismo tiempo hablan de que les preocupa la educación.

En cambio, los/as docentes han debido focalizar su tarea en su papel de tutores de la trayectoria de los y las estudiantes a fin de promover la continuidad pedagógica del vínculo y sostener la motivación y la participación del alumnado.

La pandemia resulta una experiencia inolvidable que interpela al sistema educativo en su conjunto y a cada sujeto. El desafío es salir fortalecidos de esta vivencia. Ser capaces de analizar lo ocurrido, de contemplar los efectos, de aprender de los errores y aciertos para, a partir de allí, construir un sistema educativo más justo y solidario.

Incorporar nuevos tiempos y formatos

Está claro y es evidente que los maestros somos los primeros defensores de la educación y la presencialidad, del contacto personal y del territorio escolar como ámbito educativo.

La virtualidad nos invitó a ser más creativos, a recurrir menos a la oralidad y a usar recursos validados para poder seducir a quien está del otro lado de la pantalla. Debimos asumir que no todos/as resolvían la tarea al mismo tiempo ni de la misma manera.

La salida es colectiva

El proceso de vacunación y el éxito que vaya adquiriendo, acortará la duración de este calvario sanitario. El retorno a la “normalidad” seguramente nos permitirá capitalizar las experiencias transitadas. Hemos visto y seguimos viviendo un momento histórico. Es como una guerra, con un enemigo invisible cuyos disparos son como proyectiles que caen e impactan en todos y en cualquiera de nosotros.  Que nuestra salud y seguridad dependen de la salud y seguridad del “otro”. Reconocernos frágiles, no es sinónimo de ser débiles, es saber que necesitamos de otros/as para ser, para seguir siendo.

Centralidad del Estado

El mensaje a transmitirles a nuestros/as estudiantes es que tenemos que buscar la manera de ayudarnos entre todos/as. De situaciones de crisis social como la pandemia se sale mediante la férrea presencia del Estado, haciendo de la solidaridad un asunto tanto colectivo como individual

Un factor determinante en la experiencia del aislamiento ha sido la presencia o la ausencia del Estado en las decisiones que rodean a las mayorías desprotegidas, a la salud y a la economía. La vacunación, la ayuda económica y la provisión de alimentos y enseres a los vulnerados, es poner “primero a los últimos”.

 En Educación, nuestra defensa permanente de la ley 1420 y el sistema educativo laico, obligatorio y gratuito ha consagrado a nuestro país, como ejemplo internacional. Hoy, al mismo tiempo y como contraejemplo, vemos derrumbarse el paradigma neoliberal  de prescindencia del Estado y privatización de la enseñanza en Chile. Las luchas sociales y populares que culminaron con el triunfo de las mayorías antineoliberales en los recientes comicios del país hermano, confirman la justeza de nuestras posiciónes.

“Educar al Soberano” es poner al Estado al servicio de la educación popular, dotarla de recursos humanos y materiales y encolumnar a la comunidad educativa en un proyecto nacional y popular.

*Gabriel Brener, Especialista en Gestión y Conducción del Sistema Educativo (FLACSO). Licenciado en Ciencias de la Educación (UBA). Profesor en distintas universidades (UBA, UNaHur) y en el Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González (ISPJVG). Fue subsecretario de Educación del Ministerio de Educación de la Nación (2013-2015).


[1] La voz inglesa offside puede traducirse como posición adelantada o fuera de juego. Es el nombre por el que se conoce a una regla que se aplica en el fútbol. El offside sanciona a aquel jugador que, en el marco de una situación ofensiva, se encuentre en una posición considerada ilícita.

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