Julio H. G. Olivera*
Discurso de apertura de las jornadas del 2 al 5 de Agosto del 2005 del Plan Fenix.
Este encuentro de los claustros de la Universidad de Buenos Aires, en el que participan todas las Facultades que la integran, realizado con motivo de la apertura de las discusiones sobre el Plan Fénix de desarrollo económico, simboliza de manera elocuente una de las relaciones fundamentales de la Economía Política: el nexo entre Economía y Educación.
La Ciencia Económica, al par de las otras ciencias sociales, se nutre de la controversia. No solo puede afirmarse que es compatible su índole científica con la multiplicidad de teorías, modelos analíticos, métodos y enfoques, sino que necesita de tal diversidad. A pesar de esa circunstancia, existe un núcleo sobre el cual concurren sin excepción las escuelas de pensamiento económico antiguas y modernas, un punto fijo en el oleaje de las opiniones y doctrinas económicas: es la importancia crucial de la educación como base y fuerza motriz del crecimiento económico. Las razones que apoyan este concepto son tan sólidas, y tan concluyentes las verificaciones empíricas realizadas, que no dejan margen para el disenso o la duda.
Educar es enriquecer, pero también es civilizar y moralizar. Aun en el campo estrictamente económico es necesario distinguir entre los fenómenos de crecimiento, desarrollo y progreso. Un país puede crecer sin desarrollarse, y puede crecer y desarrollarse sin progresar. Cuando el Plan Fénix define como objetivo y a la vez como criterio de la política económica el desarrollo económico con equidad, sintetiza en una frase los tres fenómenos: el aumento de la producción, la mayor y mejor utilización de los recursos productivos, y el bienestar para todos. Pero solamente la educación, en particular la educación científica y tecnológica, puede asegurar que el crecimiento implique el desarrollo económico; y solamente la educación, en cuanto educación ética y cívica, puede garantizar que el desarrollo económico vaya unido al progreso económico y social.
No menos importantes que los efectos económicos de la educación son los efectos educadores, positivos o negativos, del sistema económico. La mayoría de las personas pasan la mayor parte de su tiempo y de su vida ocupadas en actividades económicas. Por esta causa las circunstancias en que se desenvuelve el proceso económico afectan intensamente los caracteres de su personalidad. No existe en el mundo contemporáneo aparato de educación que actúe de modo tan ubicuo y permanente como el sistema económico. Puede ser apto para robustecer o para enervar las facultades superiores del hombre, para restringir o para estimular sus apetitos inferiores. Para el desarrollo económico interesa la capacidad de la organización económica como productora de bienes. Para el progreso económico importa además la organización económica como productora de hombres.
Los efectos educadores de la organización económica son particularmente amplios y profundos en la actual fase de la historia económica universal. Nadie desconoce la aptitud del capitalismo para generar y sustentar un fuerte ritmo de avance tecnológico y para explotar las economías de la producción en gran escala. Pero es innegable que el mercado forma y educa mercaderes. No simplemente comerciantes sino mercaderes: personas animadas por una visión mercantil del mundo y de la vida, siempre dispuestas, como decía Baltasar Gracián, a “hacer negocio del no-negocio”. Al sistema educativo incumbe la ardua pero necesaria misión de prevenir tales deformaciones, preservando y fortaleciendo la personalidad ética. Su contribución al progreso económico, como parte del progreso humano integral, no se limita a las capacidades intelectuales; abarca también los sentimientos morales y las normas de conducta.
El renovado interés científico que se ha manifestado en los últimos años por los problemas del desarrollo económico ha incorporado nuevas direcciones de análisis, especialmente al vincular la teoría económica del desarrollo con la noción interdisciplinaria de pobreza. Pero el mensaje básico sigue siendo el mismo:
¿Queréis elevar la tasa de crecimiento económico en forma persistente? Promoved la educación. ¿Deseáis que el crecimiento económico se traduzca por un desarrollo económico duradero? Promoved la educación. ¿Anheláis que el desarrollo económico traiga progreso y bienestar para todos? Promoved la educación. Invertid la mayor cantidad posible de recursos en la mejor educación posible. Fomentad las ciencias, las letras y las artes, las ciencias de la naturaleza y las ciencias de la cultura. Sembrad en el espíritu, como aconsejaba el Apóstol. El camino seguro que conduce de la penuria a la abundancia no diverge del que lleva de la ignorancia al conocimiento y del error a la verdad.
*Julio H. G. Olivera, Presidente Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires
Julio, gracias por tanto. Que en paz descanses.
David.