FRANCISCO BERDICHEVSKY LINARES *
La inseguridad delictiva, por lo tanto, debe
colocarse, como prevención y como proceder concreto
dentro del contexto obligado del combate por la
seguridad social.
En un tiroteo donde resulta cuestionada la actuación
policial es asesinado el joven Axel Blumberg, víctima
de un secuestro extorsivo. Algunos vecinos denuncian
haber visto a Axel escaparse de sus captores y
pedir auxilio en casas, pero pese a sus llamados a la
seccional de policía local, nadie respondió. Se sospecha
la existencia de una «zona liberada» por la policía.
Los macromedios resaltan tanto el protagonismo
que asume J. C. Blumberg, padre de Axel, como sus
argumentos.
Repudio categóricamente el asesinato de Axel
y acompaño a sus seres queridos en su dolor. Su padre
convocó a una manifestación multitudinaria en
solidaridad con la familia y como exigencia de terminar
con estos crímenes aberrantes, a la que concurrieron
variados sectores sociales con franco predominio
de la «clase media». No puedo opinar si
Blumberg actuó de modo espontáneo o planificado
en cuanto a la envergadura de la convocatoria al papel
jugado por los macromedios, a su organización
impresionante y al contenido de las denuncias y propuestas
de Blumberg, convertido en «líder social involuntario
» según dice el filosofante ideólogo derechista
Mariano Grondona. Blumberg pasa a controlar
de hecho el funcionamiento del Parlamento. La
mayoría pejotista impidió la palabra de los diputados
críticos de las ideas de Blumberg, El parlamento
aprobó un plan contra la inseguridad delictiva afines
a las propuestas de aquél.
Hay una cuota apreciable de espontaneidad
en la mayoría de los asistentes a estas marchas. Pero
es difícil considerar espontánea la gran movilización,
organización y difusión de estas marchas y de las
denuncias y propuestas de Blumberg desde los
macromedios: imágenes audiovisuales impresionantes
de la multitud, de comunidades religiosas y la difusión
torrencial de las firmas de adhesión (kioscos,
farmacias, supermercados, revistas, etc.). Como
contracara, los asesinatos de Santillán o Kostecki, luchadores
por los derechos del pueblo desocupado y
empobrecido, o de Witis, Bru, Marela o Peralta -arrojado
al Riachuelo por la policía del gatillo fácil- y tantos
otros, así como los reclamos de sus familiares y
de las organizaciones de derechos humanos, jamás
lograron una milésima parte de la difusión, promoción
y organización desde los macromedios, como lo
lograron las marchas y los contenidos propuestos
por Blumberg.
¿Cuáles serán las causas de esta enorme asimetría?.
No descarto el interés comercial que difunde
lo que pueda captar a la audiencia. Pero en este
caso existe una causa primordial: los macromedios
forman parte del sistema de dominación de la subjetividad
social del MacroPoder Mundial y local que
sostiene al modelo «neoliberal», lo cual no equivale
a resignar la lucha por espacios populares en los
grandes medios. La cuestión esencial consiste en indagar
y denunciar las causas de fondo de estos delitos
y proponer alternativas acertadas. Pero éste no es
el caso de los macromedios: su respaldo a los contenidos
que explicita Blumberg corresponden en su
esencia a los intereses del establishment y a los modos
con qué ejercita su poder antipopular.
No tengo datos para opinar sobre la existencia
o no de alguna intencionalidad en las ideas de
Blumberg, pero sí sobre el carácter objetivo y la subjetividad
social. Entre sus propuestas figuran medidas
referidas al funcionamiento de la justicia –
Blumberg, sin antecedentes profesionales al respecto,
muestra un veloz aprendizaje de minucias judicia-
les, sean o no exactas- de los celulares, los jurados,
etc. Pero las medidas esenciales encarnan posiciones
paradigmáticas de la derecha y del poder antipopular
al que pertenecen y sirven los medios (aunque en
ellos actúan muchos periodistas valiosos): centran
en la multiplicación de medidas represivas cuyo trasfondo
está dirigido contra víctimas de origen popular
excluidas de una calidad de vida digna por el modelo
imperante y convertidas en victimarias. Cito dos
ejemplos:
1) La prolongación de las penas y de las condenas
a perpetua, que ya demostraron su inutilidad
contra el delito, mientras existan las causas esenciales
derivadas de ese modelo, que lo alimentan. Esta
«dureza» actúa sobre los efectos cuya percepción inmediata
es manipulada por los medios como causa
principal, y no sobre las raíces profundas del delito.
Sirvieron sólo a la «mano dura» de los represores del
reclamo popular y de sus luchadores, y para colocar
como responsables en primer lugar de los delitos a
ciertos sectores populares que ante la exclusión de su
derecho al trabajo y a una vida digna. Por la política
del poder antipopular, se convierten potencialmente
en víctimas-victimarios. El modelo dominante trata a
los sectores populares carenciados como objetos
descartables o descartados. Una parte de los mismos
puede llegar a tratar el resto del prójimo también
como objetos suprimibles, y así ser contratados para
el delito: son el último eslabón de las cadenas
causales, pero en la percepción inmediata y por acción
mediática aparecen como el primero. Estos eslabones
últimos son efecto de la cúspide encarnada
por el poder mundial y local del modelo «neoliberal»,
verdaderos causantes esenciales, como primer eslabón
de la cadena, de los delitos mencionados. El modelo
dominante necesita de una represión pétrea
como disciplinamiento social frente a reclamos populares.
A la vez acuden para sus fines delictivos a
una parte de los sectores populares carenciados. Es
decir, a aquellos últimos eslabones de la cadena que
son así candidatos en primer lugar a la represión desde
sus propios «contratistas», seudo paradoja
satánica. La aceptación por el PJ en el Parlamento de
las propuestas del «blumberguismo», muestra una
continuidad con esta política antipopular. Las respuestas
del Gobierno en este caso, a pesar de algunas
medidas aceptables, también ceden a la presión
de los sectores reaccionarios y de los sectores intermedios
cuya confusión es manipulada por la derecha
más represiva. La movilización de las Fuerzas Armadas,
aunque se asegure su no ingerencia en la lucha
interna contra el delito, sólo puede despertar desconfianzas
históricamente harto justificadas.
2) La otra propuesta de Blumberg, aceptada
por el Parlamento y por el Gobierno, es la de disminuir
la edad de imputabilidad a la edad de 14 años.
Blumberg denuncia a los muy jóvenes empujados al
delito y enjuicia a sus familias. En lugar de la denuncia
de la responsabilidad del modelo como causante
de la inseguridad social en general, aspecto fundamental
en si mismo y clima propicio para el delito,
Blumberg calla absolutamente ese drama fundamental
del pueblo argentino y responsabiliza como culpables
de los delitos extorsivos y criminales a las víctimas
más castigadas por ese modelo aún imperante
sobre todo en torno a la equidad social, a sus madres
y padres de familia e hijos. Es decir, a quienes sufren
la desintegración familiar que provoca dicho modelo
como uno de los efectos-causas principales de aquellos
delitos. Se intenta justificar el descenso de la
edad imputable a los 14 años como «medida protectora
» frente a las internaciones sin garantías judiciales,
multiplicadoras del delito, en el caso de menores
no imputables para una atención reeducadora. El
propio Kirchner se expidió en ese sentido. Pero la
clave es la adopción de medidas que garanticen la
educación de los jóvenes, junto con trabajo y calidad
de vida para sus familias. Primero es necesario sanear
las instituciones previas y las nuevas a crearse,
dentro de una política centrada en la prevención y
luego, en todo caso, proteger y educar a los menores
si cometen delitos. Es una enormidad el que en lugar
de defender a los niños y jóvenes se propongan medidas
represivas para «defendernos de ellos». Lamentablemente,
los argumentos tipo Blumberg en este
sentido pueden captar a una parte apreciable de sectores
intermedios.
«Paternalmente», Blumberg pide a los
piqueteros que cesen de usar palos y vendajes o de
cortar el tránsito y se dediquen a pintar hospitales.
Pueden ser acertados o sectarios los métodos de ciertos
grupos piqueteros, pero Blumberg hace caso
omiso de la existencia de millones de desocupados y
precarizados y de su derecho a adoptar diferentes
métodos de lucha. No puedo afirmar ni descartar
una intencionalidad subjetiva en Blumberg, pero sus
propuestas y argumentos son objetivamente reaccionarios.
10 Tesis 11 / nº 73 junio – julio 2004
La causa esencial de la inseguridad delictiva
reside en el enemigo principal de la seguridad social
y del progreso de nuestro pueblo, encarnado en el
poder del modelo «neoliberal» mundial con sus asociados
locales. Esta causa de fondo es precisamente
la silenciada por Blumberg. Este enemigo principal
actúa por lo menos de dos maneras entrelazadas y
realimentadas entre si: 1) Por un lado de la tenaza,
arroja a vastos sectores populares precarizados a la
falta de trabajo digno y de calidad de vida, lo que
configura un vastísimo mapa de inseguridad social y
favorece la posibilidad de utilizar a una parte de esos
sectores para la concreción de delitos por encargo
del poder dominante y de su cadena de subpoderes.
2) Por el otro lado, de la misma tenaza del poder
se ha tejido un encadenamiento estructural que
comienza desde ese mismo enemigo principal en las
cúpulas económicas, sociales y políticas. Hoy trata de
presionar al Gobierno de Kirchner y a éste en particular
para que mantenga la continuidad del modelo y a
la vez desestabilizarlo frente a sus palpables muestras
de no incondicionalidad. Desde allí, desciende en
escalones sucesivos de represión y corrupción con
impunidad autoritaria hasta llegar a los sectores más
desprotegidos por la inseguridad social. El modelo
aún imperante necesita de la macrocorrupción y de
la represión para cumplir su objetivo de saquear al
país descargando las consecuencias sobre el pueblo.
Traslada de arriba abajo la identificación con su proceder,
y permite -por acción u omisión-, alienta y organiza
la represión y corrupción entrelazadas desde
sus grandes corporaciones económicas, incluyendo a
miembros titulares de gobiernos previos al actual y,
en sucesivos eslabones, a sectores judiciales
corruptos, a gobernadores, a jefes políticos con sus
aparatos mafiosos y sus punteros y a ciertos funcionarios
municipales vinculados con estas mafias. La
prostitución, el contrabando de armas, el
narcotráfico, los juegos clandestinos y otras «bellezas
» son fenómenos añejos, pero hoy incluyen de
manera multiplicada el asalto homicida a mano armada
y el robo de autos para desarmaderos clandestinos,
con flagrantes «cegueras» policiales y las violaciones
y secuestros extorsivos con asesinato incluido,
todo ello actualmente objeto de denuncias y de
medidas concretas valorables. Esa monstruosa cadena
no podría funcionar sin la asociación corrupta con
los represores de gatillo fácil desde los más altos
mandos de la Policía hasta los más inferiores, pero
también de los Servicios Penitenciarios, de la
Gendarmería y de la Prefectura. Además, como tantas
veces, pueden servir a una estrategia de tensión
desestabilizadora, donde el Gobierno aparecería
como incapaz de controlar la situación, lo que requeriría
una autoridad capaz de imponer el orden, «opción
» que costó al país la pérdida de decenas de miles
de sus habitantes. De arriba abajo, las
permisividades o directamente las asociaciones con
el resto de la cadena delictiva, corrupta y represora
se alimentan y pactan recíprocamente hasta llegar a
los ejecutores finales reclutados entre los sectores
más castigados por el modelo. Blumberg acusa a los
jueces y a la justicia, pero por lo prolongado de su
proceder. Es una crítica justa, pero precisamente este
reclamo sólo atiende a que las condenas se ejecuten
con más velocidad. En cuanto a las excarcelaciones
fáciles, ellas no sólo expresan un aspecto de la corrupción:
su enfoque debe ser incluido dentro de un
plan que rescate a los sectores populares de su inseguridad
social.
Existe un dato siniestro, «olvidado» por los
macromedios y por Blumberg en cuanto a su incidencia
causal sobre modalidades actuales de la represión
y de los delitos: la impunidad autoritaria y sanguinaria,
despreciativa de la vida humana, como continuidad
del sistema de terrorismo de Estado planificado
por la dictadura fascista de 1976-83 que implantó
por vía genocida el modelo que aún hoy padecemos.
Esos «métodos», ya estructurados con cierta autonomía
muy relativa, también integran el fondo causal
esencial de la modalidad de los delitos que estoy
abordando. Este «olvido» es una omisión gravísima
cuyo trasfondo ideológico resulta óptimo bocado
para la ultraderecha.
La inseguridad delictiva, por lo tanto, debe
colocarse, como prevención y como proceder concreto
dentro del contexto obligado del combate por la
seguridad social, por un trabajo con salarios y una
calidad de vida dignos, por el empleo de los 8 a 10
mil millones que hoy las cifras de superávit permiten
contar, para un salario universal de 40 pesos destinado
a los 12.800.000 menores de 18 años, como lo
propone la CTA.
Al detener a altos jefes policiales por su complicidad
con el delito, la justicia y el propio gobierno
dan pasos hacia adelante en cuanto a obrar sobre
cúpulas asociadas como cómplices de delitos
aberrantes. Es preciso avanzar hacia la investigación
y condena del resto de los subpoderes corruptos
mencionados.
Las medidas sociales populares y específicas
válidas por si mismas y preventivas del delito, sobre
todo las que favorezcan el control popular directo –
como las que propone Arslanian- no pueden provenir
del solo accionar gubernamental ni de valiosas luchas
parciales: tales cambios sólo pueden concretarse
si se va creando una correlación de fuerzas como
construcción de un poder basado en una amplia coalición
plural de fuerzas populares, organizada como
fuerza sociopolítica alternativa, basada en una democracia
participativa, que pueda ir arrancando zonas
viscerales al modelo dominante hasta desalojarlo
de su dominio destructor de los intereses y necesidades
populares y nacionales.
* Médico psicoterapeuta, integra el
Consejo de Redacción de «Tesis 11».