Dossier: Los Setenta en esta hora (3 de 3).
Miguel Talento*
“En el primero de mayo de 1974 se expresó
una confrontación entre Perón y la corriente
mayoritaria del movimiento de masas integrada
al peronismo, surgida de la lucha contra la pretensión
del partido militar de refundar
autocráticamente el país a partir de 1966.”
Ese primero de mayo fue una mañana
fría de otoño. La Juventud Universitaria
Peronista se concentró en la Facultad de Derecho
y conformó una enorme columna con el
aporte de varios miles de compañeros de las regionales
del interior. Pasado el mediodía todas
las columnas ya estábamos en la Plaza de Mayo
colmándola, con clara mayoría de las agrupaciones
de la Tendencia.
En el primero de mayo de 1974 se expresó
una confrontación entre Perón y la corriente
mayoritaria del movimiento de masas integrada
al peronismo, surgida de la lucha contra la pretensión
del partido militar de refundar
autocráticamente el país a partir de 1966.
Existía una conciencia clara de esa tensión
con Perón. Le criticábamos que se apoyase
en los sectores con menor compromiso en la lucha
contra la dictadura militar en desmedro de
los sectores combativos que habían hecho posible
su retorno. Por eso la consigna más cantada
era una interpelación directa al conductor:
«Qué pasa qué pasa general, que está lleno de
gorilas el gobierno popular».
De lo que no existía conciencia precisa
era de cómo esa lucha debilitaba el proyecto
nacional y los intereses populares y si ello se
ponía en el contexto de la relación de fuerzas
que se había ido generando en el peronismo a
partir de tal confrontación con el desplazamiento
de los sectores políticos y sindicales más
combativos y de la salud de Perón, que era un
dato esencial de la coyuntura política, que los
militantes y los cuadros medios desconocíamos,
pero no la cúpula de Montoneros que
fogoneaba la diferenciación y lucha con el caudillo.
La tensión en la Plaza fue en aumento
con los cánticos y los abucheos a una ceremonia
previa, en la que intervenía Isabel: «Asamblea
popular, no queremos carnaval», y se desencadenó
rápido con el discurso de Perón y las consignas
que hicieron estallar las imprecaciones
del General («imberbes» y luego «estúpidos
que gritan»), y nuestro abandono de la Plaza.
«Algo se rompió después de treinta
años» tituló Noticias con una foto en gran angular
que mostraba una plaza casi vacía.
«Perón echó a los Montoneros» agrandaron los
que se quedaron con el inefable apoyo del establishment.
«Nos fuimos y le vaciamos la Plaza
» fue nuestra versión en aquellos tiempos
con la pretensión de tener la representación
mayoritaria de las masas peronistas.
En perspectiva, esa tarde no hubo triunfadores.
Fue una derrota para la Tendencia que
contribuyó a su aislamiento y alimentó las peores
tendencias militaristas de la conducción.
Fue una derrota o un triunfo pírrico para Perón
que tuvo por primera vez un desaire de masas.
De todos modos Perón comprendió rápidamente
el límite político de todo el proceso abierto
el 25 de mayo de 1973 cuando el 12 de junio
dijo que no había regresado al país para consolidar
la dependencia y también tuvo lucidez sobre
la cercanía de su final cuando se encargó
de dejar claro para la amplia grey peronista,
que su único heredero era el pueblo.
Mientras volvíamos a la Facultad de Derecho
defendiéndonos de algunos pequeños
grupos provocadores que intentaron atacar
nuestras columnas, tenía una sensación
inocultable de desasosiego. El sabor amargo de
una jornada de desencuentro y ruptura, parecido
al de Ezeiza, y el barrunto acongojante de
la tragedia que se cernía sobre nosotros, sobre
tantas esperanzas e ilusiones, sobre tantas voluntades
de hacer posible otra Argentina.
*Miguel Talento, Titular de la Regional 1 de la JP y presidente de la Federación Universitaria de Bs. As. en los 70. Actualmente es legislador de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.