Revista Nº 143 (06/2021)
Edición dedicada a América Latina
(Brasil)
Aloizio Mercadante*
Además de exigir la vacuna para todos, auxilio de emergencia de R$ 600 y repudiar el negacionismo del gobierno, los actos expusieron la indignación del pueblo frente a la crisis social, afirma el presidente de la Fundación Perseu Abramo.
Más de 420 mil personas, en todos los estados del país y en el Distrito Federal, tomaron las calles para protestar contra Bosonaro, el 29 de mayo. Las manifestaciones fueron una demostración de fuerza del campo popular, que se nucleó en torno del “Fuera Bolsonaro”, a pesar del avance y los riesgos de la pandemia.
Además de exigir la vacuna para todos, auxilio de emergencia de R$ 600, repudiar el negacionismo del gobierno, los actos expusieron la indignación del pueblo frente a la crisis social, con más de 14.7 millones de desempleados, la vuelta del hambre, el aumento de la desigualdad y la precarización de las relaciones laborales. Fue una fuerte reacción contra todo lo que Bolsonaro defiende y representa
Ya el cacerolazo durante la alocución de Bolsonaro da la medida de la indignación reprimida que se consolidó contra el gobierno. De todos modos, las manifestaciones tienden a avanzar y ya está programada una nueva movilización unitaria para el 19 de junio. (NR: Nueva multitudinaria manifestación realizada en esa fecha).
La pérdida acelerada de popularidad aumenta el aislamiento de Bolsonaro y profundiza la tentativa de construcción de una salida golpista.
Hacen parte de esta estrategia la adquisición de equipamiento de espionaje, con la presencia de Carlos Bolsonaro, los ataques a instituciones democráticas y los intentos de deslegitimar las elecciones, promoviendo sospechas sobre las urnas electrónicas.
Otro hecho grave es el proceso en curso para humillar y someter a las FF.AA. Esta iniciativa comenzó con el traslado inédito de los tres comandantes y la renuncia del ex Ministro de Defensa. Ahora, el ex capitán premia la expresión de fracaso y de incompetencia en la gestión de la pandemia, del general Eduardo Pazuello, con un cargo en el Planalto e impide que el ejército lo castigue por haber participado, como oficial en actividad, en un acto político que agredió al Superior Tribunal Federal y al Senado. Bolsonaro atenta contra un regimiento del ejército, quiebra la disciplina y la jerarquía, con la connivencia y la complicidad del Alto Mando.
La actuación partidista de Pazuello rompe con los preceptos fundamentales para una institución que en última instancia puede recurrir al uso de la fuerza para la defensa de la Nación. La falta de castigo al general abre un peligroso precedente para que este tipo de conducta contamine segmentos de la tropa y las policías militares. Ya tenemos ejemplos recientes de esa insubordinación, como la represión violenta en los actos de Recife o el intento de rebelión en Ceará. La contaminación bolsonarista y la lógica miliciana emergen ahora como una sombra sobre las FF.AA.
De otro lado, Bolsonaro cooptó una mayoría parlamentaria en el Congreso con las reformas impositivas de R$ 16.5 billones, presupuesto secreto sin precedentes en la historia del país.
En este escenario, la lucha popular es fundamental para la defensa del Estado Democrático de Derecho y para contener los raptos de Bolsonaro. La cohesión y la unidad de las dirigencias populares y democráticas, más allá de las disputas electorales, también son fundamentales.
El pueblo con máscaras, alcohol, gel y preservando el distanciamiento, volvió a las calles para quedarse. No sólo para expresar su indignación, sino también para crear la fuerza que derrotará a Bolsonaro y su arquitectura de golpe.
Él sigue perdiendo apoyo social y electoral, ve como aumenta su rechazo y ya sabe que será derrotado por Lula. Arrinconado y cada vez más aislado, procura el refugio del golpismo y la tutela militar sobre la democracia. Con la lucha popular en las calles y con una amplia alianza en defensa de las libertades, la democracia prevalecerá.
*Aloizio Mercadante, ex ministro de Estado de Brasil. Presidente de la Fundación Perseu Abramo.
Traducción: Isaac Grober, economista, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.
Fuente: Portal del PT