Extracto del discurso de Fausto Bertinotti en el 1º Congreso del Partido de la Izquierda Europea (PIE) [1]
En la apertura del Congreso Fundacional del Partido de la Izquierda Europea, realizado en Roma el 8 y 9 de mayo de este año, el italiano Fausto Bertinotti se dirigía entre otros a “los trabajadores que redescubren en estos años (…) el conflicto de clases y el conflicto laboral”, a “las muchachas y los muchachos que, con el nacimiento y el desarrollo del movimiento alter-mundialista de crítica a la globalización, han invadido la escena política con su propia mirada y con su propio lenguaje” para proponerles “la realización de un hecho nuevo de la política en Europa: (…) el inicio, la construcción de una nueva subjetividad que concurra a reabrir una historia que en las décadas pasadas parecia cerrada y que hoy se puede pensar concretamente en reabrir: la historia de la transformación de la sociedad capitalista, para la construcción de otra sociedad.”
En referencia al fenómeno generado por el Foro Social Mundial, Bertinotti lo destacó como “el hecho político más innovativo de nuestro tiempo. Hemos sido partícipes de los extraordinarios días de Génova, Porto Alegre, Florencia, París, hasta Bombay: (…) descubrimos así la posibilidad de construir un movimiento por la paz sin precedentes en el mundo, capaz de llevar 110 millones de personas en un mismo día a las distintas plazas del mundo y de hacerse definir por el “New York Times” como “La segunda potencia mundial”.
Según la visión del dirigente italiano, estos “movimientos señalan el ámbito dentro de los cuales colocar nuestro renacimiento, el renacimiento de una historia política. Después de las derrotas obreras de los años ’80 del siglo pasado y después de aquella gran revolución capitalista restauradora que hemos llamado “globalización”, es posible el renacimiento de una fuerte izquierda anticapitalista. Los nuevos antagonismos nos han dicho que otro mundo es posible. Es para ese otro mundo que queremos trabajar.”
En el nuevo mileno se constata que “dos tesis conservadoras ya han muerto, enterradas bajo el fuego de los acontecimientos”, dijo Bertinotti. “La primera es (…) aquella según la cual la vuelta áspera, difícil y hasta dramática de fin de siglo habría llevado consigo también el fin de la historia, de la lucha de clases, de la idea de poder construir un mundo nuevo a traves de la liberación del trabajo asalariado. En sintesis, la idea que el capitalismo hubiese ganado definitivamente la partida con su antagonista histórico y pudiera consagrarse para la “eternidad.” “Esta posición no ha sido desmentida por algun teórico –señaló el titular del nuevo Partido de la Izquierda Europea–, pero sí por los hechos. El nuevo capitalismo se debate en una crisis que se configura como crisis de civilización y pone en riesgo el destino mismo de la humanidad (…) hoy parece retomar cuerpo la disyuntiva que ha estado presente en nuestro pasado: socialismo o barbarie.”
La segunda tesis que ha sido desmentida por los hechos, es “el fin de la clase obrera, del conflicto laboral, de la misma condición definida como trabajo asalariado”, en palabras de Bertinotti. “Mas allà del aumento verificable del número no genérico de trabajadores, pero específicamente de los obreros en el mundo, la globalización ha hecho de nuevo evidente y visible el peso del trabajo en la modernización.”
Bertinotti señaló también que: “…la globalización capitalista abre un nuevo ciclo en la historia del capitalismo. Su estado naciente, aquello que ha generado grandes ilusiones y también deslumbramiento entre los reformistas, que ha generado el pensamiento único, pertenece al pasado. Ha durado muy poco, menos que la anterior revolución capitalista, aquella taylorista/fordista. En efecto, este fracaso ha producido la guerra. Una guerra infinita, indefinida, hija directa de la globalización.”
“En este cuadro ha madurado la paradoja europea”, subrayó el italiano. “Asì podemos resumirlo: de un lado la Europa de la integración de los mercados y la construcción institucional.” Del otro, “es atacado en su fundamento el compromiso demócratico construido por las grandes luchas obreras y campesinas. Padecemos un proceso de americanización no tanto en las costumbres sino en el modelo social. Y ésto genera la decadencia de Europa, no solo económica, sino cultural y de civilización. Europa crece en su constitución institucional y declina en su civilización.”
“Divididos entre las exigencias que provienen del movimiento y aquellas de los poderes fuertes, los reformistas se presentan con una gran atracción electoral cuando se proponen como elementos centrales para derrotar a las derechas”, señaló Bertinotti en otro tramo de su intervención. “Pero son completamente inadecuados en la capacidad de construir una alternativa política económica, social, internacional, de gobierno. (…) Lo que nos habla de una tarea difícil: romper el péndulo en el cual las izquierdas conquistan el consenso cuando se oponen a los gobiernos de derecha y luego lo pierden cuando llegan al gobierno (…) En fin, tenemos que construir la salida de la alternancia hacia la alternativa.”
Al nuevo escenario le “falta un sujeto político de la transformación (…) tenemos que actuar por este objetivo, construyendo a escala supranacional una realidad creíble para la alternativa: un nuevo movimiento obrero que redescubra las raíces más profundas de su gran historia, pero al mismo tiempo tenga la ambición de refundarla. Nosotros queremos hacer vivir el proyecto del Partido de la Izquierda Europea como ocasión de esta reconstrucción: una fuerza protagonista de la Europa del futuro, no una fuerza marginal guardiana de una ortodoxia impotente, sino un nuevo sujeto político capaz de trabajar en la transformación de la sociedad. Un sujeto formado por comunistas y no comunistas, de socialistas, de demócratas, de progresistas, expresiones de culturas no definibles según la tradición. (…) Estamos por una política de alternativa al neoliberalismo que apunta a valorizar lo que el liberalismo ha deprimido: el trabajo, la naturaleza, las personas, por una nueva política económica y social que ya pueda dar una respuesta rápida a los problemas más urgentes de salario, derechos, defensa del ambiente, conquista de un nuevo espacio público participado. Es decir, una Europa que -también por su masa crítica- se sustraiga a las leyes de la globalización.”
La última referencia del nuevo líder de la izquierda europea fue a la historia de los comunistas. Dijo: “vamos hacia el futuro. No podemos caminar sin una rotura clara e irrevocable con lo que ha impedido a nuestra historia proponerse en muchas partes de la humanidad como historia de liberación: llamamos a todo eso “stalinismo” y con eso tenemos que romper irrevocablemente (…) Se trata de empezar a discernir lo que ha muerto y lo que está vivo en nuestra grande y terrible historia (…) acogiendo las demandas que vienen del movimiento, de las personas y de las poblaciones que quieren cambiar su mirada sobre el mundo y su lenguaje.”
[1] Al congreso fundacional del PIE (Partido de la Izquierda Europea asistieron 18 partidos (comunistas y de orientación comunista, de europa occidental y oriental). Quince de ellos como co-fundadores y tres como observadores (entre éstos, el PC francés, que va a someter al voto de sus afiliados la aprobación de su incorporación al PIE, acuerdo que se descuenta). Más que un partido federal, el PIE sería un coordinador de debates y acciones de los partidos miembros y estaría abierto a la incorporación de otros partidos europeos progresistas. Fausto Bertinotti, Secretario de Refundación Comunista de Italia, fue elegido presidente del PIE por dos años.