Edgardo Rozycki
Lenin decía que el movimiento no sube la escalera a la velocidad de su vanguardia, sino a la de aquel que va último y acaba de subir el primer escalón.
Que los líderes carismáticos no permitan o no promuevan “descendencia” es bastante común, sería redundante enumerar ejemplos.
En nuestro caso, Argentina 2013-2015…su ruta, inquieta (me), además, que no haya una militancia organizada y con una dirección integrada por los referentes de las múltiples organizaciones que defienden al gobierno nacional y popular, que pueda discutir y consensuar tácticas y estrategias de acción política, para oponer al poder de la derecha neoliberal y al accionar de sus corporaciones, el poder del pueblo organizado.
Históricamente las luchas populares se dieron para conquistar derechos, para que no los cercenen o para ampliarlos, según la relación de fuerzas en cada momento determinado.
En Argentina desde el 2003 se dio un panorama distinto.
Uno de los grades méritos de Néstor Kirchner fue interpretar lo que el pueblo necesitaba luego de la debacle económica generada por la dictadura cívico-militar genocida, la segunda parte del gobierno de Alfonsín, toda la década menemista, el período del impresentable De la Rúa, Alianza de por medio, y la caterva posterior de “mandatarios”.
Kirchner, ubicado políticamente a la izquierda de la sociedad en general, promueve innumerables medidas que significaron independencia económico-política, distribución del ingreso, creación de millones de puestos de trabajo, dólar competitivo, perfil industrialista, no represión de la protesta social, recuperación de la memoria-verdad-justicia, paritarias, inédito presupuesto a la educación pública, mejoramiento y mayor inclusión jubilatoria… y tantas otras.
Lo distinto era que las medidas que favorecían al campo popular eran directamente implementadas por el gobierno, sin que existieran en ese momento, luchas del pueblo organizado para lograrlas.
Sí había organizaciones sociales, en general de desocupados, que los medios hegemónicos para intentar ocultar la complejidad de su trabajo social, llamaban piqueteros. Éstas se fueron diluyendo en parte en la medida en que sus integrantes accedían al mercado laboral y en parte porque Néstor Kirchner en vez de organizarlos y apoyarse en ellos accionó para subdividirlos y minimizarlos.
Estas organizaciones, por el origen social de sus integrantes y por su inserción territorial hubiesen sido fundamentales para estructurar un movimiento político-social de sostén a los gobiernos kirchneristas, en este caso, y construir una unión popular organizada para apoyar a otros gobiernos populares y de muro de contención a los posibles intentos de la derecha neoliberal, siempre acechante ante la posibilidad de recomponer su hegemonía, que nunca perdieron completamente.
Después de la aplastante victoria electoral de Cristina Fernández sobre Chiche Duhalde por la senaduría bonaerense, en el momento más indicado para organizar al pueblo en apoyo al gobierno y profundizar así, el modelo nacional y popular, Néstor Kirchner, por miedo de perder la estructura del PJ, que más que un partido político era una asociación ilícita, se recuesta en él, sepulta la idea de la transversalidad, y deja de lado a movimientos populares organizados que lo defendían, como el caso de Barrios de Pié. No voy a analizar el tremendo bandazo político que los dirigentes de esa organización dieron, sólo digo que fue desmesurada y vergonzosa su actitud.
También esta decisión provocó que sectores de la CTA, ahora dividida, profundizaran su oposición al gobierno.
Con la muerte de Néstor Kirchner, con la Plaza de Mayo colmada con la espontaneidad que sólo los pueblos pueden protagonizar, con la inclusión masiva de la juventud a la militancia política, con el entusiasmo desbordante de los que, kirchneristas o no kirchneristas salimos a apoyar al gobierno de Cristina, con las consignas tan válidas como “Gracias Néstor, fuerza Cristina” y “Nunca Menos”, la sensación que un cambio importante flotaba en el imaginario popular, se hizo evidente.
Más adelante en el masivo acto en Vélez Sarfield, Cristina Fernández anuncia la creación de Unidos y Organizados.
Era evidente que este gobierno necesitaba, necesita, una fuerza popular organizada, una columna vertebral militante que defienda las conquistas e impulse su profundización.
Más acuciante emerge esa necesidad si se considera que la mayoría de los gobernadores y de los intendentes del cono urbano, amén de sindicalistas, y diputados y senadores, apoyan a este gobierno porque les brinda la posibilidad de un buen caudal electoral y también un buen caudal de recursos para sus gestiones, pero si los analizáramos ideológicamente veríamos que las diferencias que tienen con este modelo son grandemente preocupantes.
Es cierto que las bajas que ha sufrido este gobierno son por derecha, Cariglino, Moyano, Venegas, Piumato, Plaíni, ahora Mazza, Giustossi, Katopodis, lo confirman. Los que así se van del gobierno, tienen a los medios hegemónicos y a las corporaciones, que forman un mismo entramado, que accionan para sostenerlos y defenderlos.
En contraposición ¿hay un entramado de organizaciones de militantes populares que sostengan y defiendan a los que por convicción defienden los logros de este gobierno?
La constitución de Unidos y Organizados es un mérito?
Si consideramos que es una creación de un gobierno pequeño-burgués, nacional y popular, progresista, como son los gobiernos peronistas, podemos afirmar que sí.
Pero podemos proponer otro análisis: movimientos integrados por militantes de extracción popular y con desarrollo territorial como Miles con Luis D´Elía, Martín Fierro con Quito Aragón, Mov. Evita con Pérsico, los militantes de la Boca con Lito Borello, incluso el Frente Transversal, Kolina, y muchos otros son “dirigidos” por La Cámpora que es una organización integrada fundamentalmente por jóvenes de extracción pequeño-burguesa, lo cual no es un demérito, y que responde taxativamente a las directivas de Cristina, con el verticalismo que siempre fue distintivo del peronismo. Situación ésta que es, por lo menos, no adecuada para la formación de un movimiento de masas tendiente a abarcar a la mayoría de los sectores que luchan por los derechos del campo popular.
Desde su lanzamiento, hace más de un año, Unidos y Organizados no ha ocupado un papel militante de peso en la política del País.
No hubo presencia destacada en las calles, ni reuniones, congresos, discusiones de accionar político, tampoco se ha constituido una instancia de encuentro entre los dirigentes de las distintas agrupaciones.
El acuerdo de congelamiento de precios, en principio por dos meses y luego prolongado hasta octubre hubiera sido una posibilidad estupenda para que las distintas organizaciones hicieran presencia en los comercios para, no sólo controlar el cumplimiento de lo pactado, sino para ponerse en contacto con los vecinos, haciéndoles ver que todos defendíamos lo mismo, lo nuestro, para difundir entre la población el peso negativo que tienen para el bolsillo popular los formadores de precios y desarticular la idea de las juventudes hitlerianas que trataba de imponer la derecha. Por el contrario todo quedó en manos de algunos inspectores y el acuerdo quedó en la nada. Si se hubiera implementado de la manera adecuada, el resultado del congelamiento y, por ende, de las PASO podría haber sido, por lo menos algo, distinto.
Tampoco se vio, en la CABA, en el período preelectoral, una militancia presente, lejos de la masividad que uno se puede imaginar con la pluralidad de las organizaciones que deberían haber intentado sostener, en parte, el resultado del 2011.
Sí se vio a La Cámpora en una importante tarea solidaria cuando las inundaciones, en especial en La Plata, donde, a pesar de agresiones de patotas organizadas, no se amilanaron y siguieron con su objetivo.
El uso distintivo de sus remeras provocó un comentario malintencionado de Juan Micheli, que el “Cuervo” Larroque, el inventor de la desafortunada frase “narco socialismo”, que hizo peligrar la votación por la inclusión de los jóvenes de 16 años en el proceso electoral, y referente nacional de La Cámpora, contestó con una impericia que no se puede permitir un dirigente de ese nivel, episodio que desbordó ríos de tinta de la “Prensa Libre”, criticando a Larroque y alabando a Micheli. Ninguno de los dos había hecho mérito para tanta fama.
Pero estas actividades solidarias, con todo el mérito que podemos asignarles, no son las que mueven el amperímetro de la organización popular.
En efecto, sólo estuvo allí La Cámpora, no hubo una conjunción de organizaciones que trabajaran mancomunadamente, que se dieran a conocer como militantes populares ayudando al pueblo en una situación de emergencia. Sólo La Cámpora, con sus remeras, con su sello.
No voy a caer en la imbecilidad de comparar esto con una misión filantrópica, rescato sus indudables méritos, lo que sí sostengo es que es otro el papel que le corresponde a una fuerza política del campo popular, en la construcción de una alternativa.
La sentencia de Lenin, citada en el copete, alienta nuestra expectativa.
Si no tenemos una fuerza popular organizada, amplia, inclusiva de todos los sectores del campo popular, que apoyen las medidas progresivas del gobierno y promuevan su profundización, ¿a quién se le ocurriría, por ejemplo, luchar para conseguir reivindicaciones puramente capitalistas como el monopolio del comercio exterior, la nacionalización de la banca, la recuperación de todas las empresas vilmente dilapidadas por los neoliberales, la separación de la Iglesia del Estado, o la implementación de una democracia verdaderamente participativa, en reemplazo de la obsoleta representativa? que aún sufrimos, por suerte.
Una certeza: Cristina Fernández entregará el poder en diciembre del 2015 a un presidente elegido por el voto popular, otro gran mérito de la democracia.
Algunas conjeturas: a) el resultado de las PASO no habilita a Cristina, a diferencia de Lula, a designar a su sucesor.
b) el candidato del FpV saldrá de las PASO. Los invito a que elijan las alternativas… los conforma?
c) la oposición su une e impone el candidato. Los invito nuevamente, ya sé: no los conforma.
Ante cualquiera de las dos últimas opciones, ¿Cómo se defenderá el campo popular de los intentos de volver al pasado, en un caso parcialmente: a) y en el otro con más brutalidad: b)?
¿No es hora de plantearnos emprender con premura la construcción de un Movimiento Político Social, que incluya a todos los sectores del campo popular, independientemente de su posición actual respecto del gobierno, para defender las conquistas logradas, profundizarlas y comenzar un camino que, a la larga, nos lleve a embestir contra el mismo sistema capitalista?
Esto no se concreta en dos años, pero se puede comenzar desde mañana.
*Edgardo Rozycki, miembro del consejo editorial de Tesis 11.