En una entrevista cedida al programa radial de ATE Córdoba “Entre todos y todas” que se difunde por FM GEN de la ciudad Capital, la pensadora latinoamericana y militante popular Isabel Rauber, dio su mirada sobre la coyuntura de la isla caribeña, entre 60 años de bloqueo, la pandemia y las restricciones a la población que han generado protestas esta semana. El papel de EE.UU fogoneando la crispación del clima social.
La combinación entre los efectos sanitarios y económicos de la pandemia y el sostenimiento del bloqueo norteamericano por casi 60 años generaron un grito masivo de solidaridad de los movimientos populares con Cuba, donde se inscriben ATE y la CTA Autónoma Córdoba junto a la inmensa mayoría del movimiento obrero organizado argentino y Latinoamericano.Pero al mismo tiempo, bloqueo y pandemia son dos factores que produjeron una crisis social en el castigado pueblo hermano de la isla caribeña, con marchas de protesta, carestía de alimentos, cortes de luz domiciliaria y una ralentización de la campaña de vacunación contra el COVID, a pesar que allí se realiza el desarrollo autónomo de al menos cuatro vacunas en una experiencia científica única en Latinoamérica.
Ese es el marco de la charla donde el programa radial “Entre todos y todas”, que la Secretaría de Prensa y Comunicación de ATE Córdoba realiza cada martes en GEN FM, llevó a cabo una muy interesante entrevista a la intelectual y militante popular Isabel Rauber, de dilatada experiencia analizando la situación cubana y latinoamericana. Rauber es investigadora, científica social, docente y filósofa, una voz autorizada para dar una mirada de la coyuntura que atraviesa la Revolución que nutre de dignidad a la región.
-¿Cómo analiza la situación actual de Cuba?
Isabel Rauber: Primero hay que decir que el bloqueo es una forma de injerencia brutal realizado para intervenir en asuntos internos y asfixiar a un país, impedirle que se desarrolle, ahogarlo económicamente, someter por hambre y falta de medicamentos a su pueblo. O sea que no vamos a creer ahora que la injerencia es una declaración o un bombardeo. No, en Cuba hay injerencia hace más de 50 años y es lo que se condena en la asamblea de la ONU.
En segundo lugar, hay una amplia mayoría de países que votan en la ONU, que hacen su descargo ético pero que después en la práctica convalidan el bloqueo. De forma al que si hay tanta preocupación humanitaria entonces levanten el bloqueo, es sencillo. Joe Biden (presidente norteamericano) lo puede suspender al menos temporalmente, con motivo de la pandemia, para entrar después en otro tipo de discusión.
-¿Por qué lo no hace?
I.R.: porque ve cínicamente una oportunidad histórica, por primera vez en 60 años para terminar con la Revolución,a partir de la convergencia de la pandemia con la caída del 90% el turismo, la herramienta autóctona para sobrevivir que tiene la isla. Hay países que tienen petroleo, otros oro, otros gas o lito, Cuba es una isla rodeada de playas fantásticas que tiene el turismo como fuente muy importante de ingresos.
Vale aclarar que esto no es todo lo que ocurre en la isla ni la causa exclusiva de las movilizaciones, pero es importante saberlo porque es la plataforma sobre la cual están alentando todo tipo de provocaciones, por eso las están fogoneando. No son cosas espontaneas.
-¿Cómo ve la actuación del Presidente cubano Miguel Díaz Canel, que llamó a defender la Revolución?
I.R.: La cosa es compleja. Hay mucha juventud que no conoció la historia de la Revolución y no sabe del capitalismo más que lo que le muestra la propaganda. Es un sector que está exacerbado por la publicidad de las redes sociales. A esto se suman los millones de dólares que EE.UU invierte en el subversión dentro de la isla, con llamados a salir a la calle y al vandalismo, a todo tipo de agresión con la plataforma de los medios de comunicación, generan una desestabilización.
La acción del Presidente se inscribe en evitar que el vandalismo se apodere de las calles de Cuba. EE.UU está buscando un muerto de cualquier bando, nos les importa, quieren un muerto para encontrar la justificación para intervenir. Los ricachones anticubanos de Miami están a una hora de la isla, y pueden venir con sus yates cargados de armas y de 60 años de odio.
La situación es tensa, y reclama un giro político muy fuerte, porque Cuba nunca se sostuvo mediante la represión, no lo hizo desde el principio y el pueblo no está acostumbrado a eso. Creo que es muy importante abrir a la participación, escuchar a la población. No digo a los manifestantes sino a la juventud, a las mujeres, a los sectores de la cultura, a los trabajadores.
Todo el mundo sabe de las agresiones de EE.UU y de las limitaciones de Cuba en el marco de la pandemia. Es la realidad, hay que poner las cartas sobre la mesa y ver qué sugieren hacer. Hay que apelar a la sabiduría del pueblo, abrir las compuertas al diálogo. Sin la participación del sujeto no veo salida ni en Cuba ni en ningún lugar.
No se trata de un análisis desde la claridad del que manda, es la hora de dar un vuelco grande y revolucionario en el quehacer político, convocando a la población. El pueblo está organizado, ahora hay que convocarlo y escucharlo.
-¿Cuáles son los condimentos que debe tener ese salto adelante?
I.R.: El problema no es administrativo sino político, tres personas no pueden pensar por 11 millones. Consultando a la población van a salir las soluciones. La escasez es muy grande en términos de combustible para el transporte, de medicamentos. Si no les permiten a Cuba comprarlos hay que orquestar campañas internacionales. Los que están contra el bloqueo que les manden medicamentos, que le den créditos blandos, hay que explorar esas vías. Y si la diplomacia no lo hace que lo hagan los pueblos.
Digo que es tiempo de abrir a la participación, si eso no generase soluciones al menos se tomaría cabal conciencia de la situación y de las limitaciones que existen. Así, el aguante se hace de manera diferente, no porque te lo dicen sino porque sabés que no hay otra alternativa. La conclusión es la misma pero la fortaleza del individuo es diferente.
-Fidel decía que revolución es cambiar todo lo que deba ser cambiado.
I.R.: Yo hablo de generar un diálogo que abra la posibilidad de participar en la toma de decisiones. Cuba va lenta en la campaña de vacunas porque los insumos para aplicarlas (jeringas, por ejemplo) pertenecen a ese mercado que está bloqueado. Conseguir ese material cuesta un montón y además lo tiene que pagar con sobreprecios, sometiéndose al chantaje.
Cuando se agita el monstruo de que no se vacuna a la población… por favor. Cuba apenas supera los 1600 muertos por la pandemia, con 11 millones de habitantes. Está entre los países con menos letalidad del mundo y con menos cantidad total de muertos. En porcentaje es como si Argentina tuviera ahora 5 mil muertos y no casi 100 mil por la pandemia.
Además Cuba es el único país de Latinoamérica que tiene cuatro candidatos vacunales (vacunas en desarrollo), que tiene un medicamento inyectable para combatir el COVID cuando se detecta. Pero este clima de tensión se multiplica por un grupete que dice que faltan las vacunas: Lo que hay es mucha manipulación e ignorancia porque hay un sector que está cansado y ya no quiere escuchar.
No todo el mundo es un agente del imperio que salió a la calle, hay otros que están cansados y se hartaron, que escuchan a cuatro gritando y salen a la calle. No tienen qué hacer, no tienen luz, tienen calor, les falta comida, no tienen agua y salen a gritar también. Así se hacen las grandes marchas que terminan en cualquier lado.
-Cómo analiza la situación regional, atento lo que sucede en Nicaragua, los atentados contra Maduro en Venezuela, las desapariciones en Colombia. ¿Hay un renovado interés de EEUU por nuestra región después de su fuerte intervención en Medio Oriente los últimos 20 años?
I.R.: A veces el concepto de ‘Patio Trasero’, que se usa mucho para analizar la hegemonía norteamericana en el continente, lleva a mal pensar que es un tema secundario, pero la región nunca fue secundaria para EE.UU y mucho menos ahora que existe un rapiña por los recursos naturales y financieros en el mundo.
A EE.UU no le interesa invadir sino poner y quitar los presidentes. Y le interesa que sean presidentes obedientes, que le abran las puertas al dominio de los recursos naturales. Entonces les resulta intolerable cualquier tipo de gobierno -no hace falta que sea revolucionario- que tenga pretensiones de mantener algún grado de soberanía, que pretenda tener decisiones propias. Consideran que eso hay que eliminarlo, de ahí que estemos llenos de procesos de desestabilización y que lleguemos a situaciones aberrantes en materia de un pensamiento democrático continental.
Así fue el Golpe de Estado a Evo Morales, en base al crimen, a los recursos mafiosos de acorralar familias e incendiar casas, de humillar a la gente, de castigar y violar todo tipo de derechos. Le sucedió a un gobierno boliviano con mandato vigente, todo impulsado por los vientos del norte y con la intervención de la OEA y su secretario General que fue el peón en este tablero.
Y así hemos llegado a lo sucedido hace pocos días en Haití, con su presidente asesinado.
Jovenel Moise no era de izquierda, pero dejó de serle útil y pasaron directamente al crimen. Ni lo amenazaron ni le incendiaron la casa, directamente fueron a matarlo. Un mensaje mafioso directo.
La oleada de violencia crece en el continente. Siempre odiaron la supervivencia de Cuba y ahora ven en la pandemia la oportunidad de eliminarla, así lo dicen en los noticieros de Miami y están desesperados, por eso el nivel de agresividad y de furia es muy fuerte.
A ese factor externo esperamos que la capacidad política interna cubana sea superior, en base a la participación popular.
Fuente: www.atecordoba.org