Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández. |
El presidente Donald Trump y el rey Salman bin Abdulaziz Al Saud, de Arabia Saudí, en Riad (20 mayo 2017). El apoyo de Trump a la alianza antiiraní liderada por los saudíes puede haber alentado la medida impulsada por Arabia Saudí de aislar a Catar. (Foto Shealah Creaighead)
Las autoridades israelíes han respaldado jubilosamente la posición de Arabia Saudí y de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) en su creciente confrontación con Catar, lo que constituye el reconocimiento más público realizado hasta ahora de la profunda alianza existente entre ciertos Estados del Golfo y Tel Aviv alrededor de su común enemistad hacia Irán.
Mientras tanto, van apareciendo diversas pruebas de la estrecha cooperación entre los EAU y un importante grupo de presión de Israel con objeto de presionar a Catar por su apoyo a la organización de la resistencia palestina Hamas.
El lunes, Arabia Saudí y varios de sus Estados satélites, incluidos los EAU Y Bahréin, rompieron relaciones diplomáticas con Catar e impusieron un bloqueo que cortaba todas las vías terrestres, marítimas y aéreas con el país.
Los medios de comunicación regionales informaron de que las estanterías de los supermercados en Catar, que únicamente tiene fronteras terrestres con Arabia Saudí, se habían vaciado velozmente porque sus habitantes temían que un cierre prolongado pudiera provocar escasez de alimentos.
Para justificar su decisión, Arabia Saudí ha acusado a Doha de “graves violaciones”, por ejemplo, de “estar apoyando a varios grupos sectarios y terroristas que quieren desestabilizar la región”, incluyendo entre ellos a los Hermanos Musulmanes, el Estado Islámico, también conocido como ISIS, y al-Qaida.
La “oportunidad” de Israel
Las autoridades israelíes no anduvieron nada remisas a la hora de ofrecer su apoyo a Arabia Saudí.
“Se dibuja una nueva línea en la arena del Oriente Medio”, proclamaba en Twitter Michel Oren, viceministro israelí para Asuntos Diplomáticos. “Ya no se trata de Israel contra los árabes sino de Israel y los árabes contra el terrorismo financiado por Catar”.
El ministro de Defensa israelí Avigdor Lieberman declaró que la crisis ofrecía “una oportunidad para la cooperación” entre Israel y ciertos Estados del Golfo.
“Está claro para todos, incluso en los países árabes, que el verdadero peligro para toda la región es el terrorismo”, afirmó Lieberman. Añadió que el bloque liderado por los saudíes había cortado vínculos con Catar “no a causa de Israel, no a causa de los judíos, no a causa del sionismo”, sino “más bien por el miedo al terrorismo”.
Chagai Tzuriel, un alto oficial del ministerio de Inteligencia de Israel, dijo a The Times of Israel que Catar era “un grano en el culo” para los otros Estados árabes “sunníes” aliados de Israel.
El exministro de Defensa israelí Moshe Yaalon también manifestó su apoyo a la coalición sectaria liderada por los saudíes. “Los países árabes sunníes, aparte de Catar, están en gran medida en el mismo barco que nosotros, ya que todos consideramos que un Irán nuclear representa la amenaza número uno para todos”, dijo en una ceremonia en la que conmemoraban el 50º aniversario de la ocupación militar por Israel de Cisjordania, la Franja de Gaza y los Altos del Golán sirios.
El martes, Arabia Saudí prosiguió la escalada suspendiendo la licencia de vuelo de Qatar Airways y ordenando a sus bancos que vendieran la moneda catarí.
¿Quién apoya el “terrorismo”?
Aunque Arabia Saudí no ofreció pruebas de sus cargos contra Catar, las acusaciones son muy fuertes teniendo en cuenta que proceden de un régimen que ha sido una de las mayores fuentes de financiación de los llamados grupos yihadistas, algo que se remonta a varias décadas atrás.
Al igual que Arabia Saudí, Catar ha sido también acusado de financiar o permitir que el dinero fluyera hacia el ISIS y grupos afiliados de al-Qaida en Siria.
Pero Israel no ha tenido nunca problemas con los grupos vinculados a al-Qaida, e incluso al ISIS, en Siria, le han ofrecido diversos tipos de cooperación y apoyo material.
Por tanto, la fuente de la ira saudí debe estar en otra parte. Junto con Arabia Saudí, Qatar lleva años formando parte de una contrarrevolución que trata de frustrar o revertir los denominados levantamientos de la Primavera Árabe.
Catar estaba participando también en la guerra dirigida por los saudíes contra el Yemen, antes de que le echaran a patadas de la coalición esta semana.
Los dos años de la campaña saudí de bombardeos sobre Yemen han matado a miles de civiles y abocado a la hambruna al empobrecido país.
Pero a Catar se le ha encontrado a menudo apostando por caballos distintos de los saudíes: Doha apoyó a los Hermanos Musulmanes en Egipto, mientras que Riad apoya al régimen de Abdul Fatah al-Sisi, el general que dirigió el golpe militar de 2013 que derrocó en El Cairo al presidente electo de la Hermandad Musulmana, Morsi.
Estas diferencias llevaban años agriando las relaciones entre Catar y Arabia Saudí.
Pero puede que ahora Arabia Saudí se haya sentido envalentonada para actuar, después de que el presidente de EEUU Donald Trump, durante su visita a Riad del mes pasado, ofreciera plenos apoyos para reforzar una alianza antiiraní con los saudíes al frente.
Atacando a Hamas e Irán
Catar ha continuado acogiendo a los dirigentes del grupo de la resistencia palestina Hamas, habiendo estado sometido a presiones para que procediera a expulsarlos; las afirmaciones de los medios israelíes de que Catar había echado a dos de esos líderes no han sido confirmadas.
Pero la mayor diferencia parece radicar en que Catar no estaba dispuesta a suscribir la alianza saudí-israelí contra Irán.
Un acuerdo del mes de abril en el que al parecer Catar pagó alrededor de 700 millones de dólares de rescate para liberar a varios miembros de su familia real secuestrados por un grupo afiliado a Irán en Iraq, encolerizó a las autoridades de otros Estados del Golfo.
Según The Financial Times, Catar habría pagado también un rescate de 300 millones de dólares a varios grupos vinculados con al-Qaida en Siria.
También en abril, Catar levantó una autoimpuesta prohibición a desarrollar un importante campo marítimo de gas natural que comparte con Irán, lo que requeriría de la cooperación entre los dos países, según el periódico Haaretz de Tel Aviv.
Las cosas estaban en un momento crítico durante los días de la visita de Trump y su cumbre con los dirigentes regionales.
La agencia nacional de noticias de Catar publicó unos comentarios atribuidos al emir del país, el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, diciendo que Irán es “una potencia islámica y regional que no puede ignorarse” y afirmando que “no es prudente enfrentarse a ellos”.
Al parecer, Tamim dijo también que las relaciones de su país con Israel eran “buenas”. Catar ha negado de plano esas declaraciones, afirmando que la página web de la agencia de noticias y sus cuentas en las redes sociales habían sido hackeadas.
Pero la red de Al Jazeera, que tiene su sede en Catar, ha referido que esos falsos comentarios han servido para disparar la crisis, acusando a Arabia Saudí y a sus aliados de utilizarlos como pretexto para actuar contra Catar.
Abrazo a Israel de los Emiratos Árabes Unidos
Otro de esos factores desencadenantes es la estrecha relación existente entre los EAU e Israel.
Correos hackeados publicados por The Intercept revelan la coordinación existente entre el embajador de los EAU en Washington, Yusef Al-Otaiba, y el think tank neoconservador proisraelí Foundation for Defense of Democracies.
Los correos revelan “un notable nivel de cooperación por canales extraoficiales” entre los EAU y el think tank, que está financiado por el multimillonario Sheldon Adelson, un estrecho aliado del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, según The Intercept.
Los intercambios de correos incluían las quejas del grupo de presión israelí por el apoyo de Catar a los “terroristas” de Hamas.
La agenda de una reunión entre dirigentes del grupo de presión israelí y el embajador emiratí Al-Otaiba fijada para este mes incluye entre otros las siguientes cuestiones: “Apoyo de Catar a islamistas radicales”, incluido Hamas, “Papel desestabilizador de Catar en Egipto, Siria, Libia y el Golfo” y “Papel de la red Al Jazeera”.
También se incluía un punto sobre las vías para reducir los avances de la influencia catarí al albergar una importante base aérea de EEUU.
Otro de los puntos en la agenda es: “Sanciones políticas, económicas y de seguridad”.
Esta agenda es una prueba de que la Foundation for Defense of Democracies –un actor clave en la propaganda antipalestina de Israel- estaba preparándose para entregar en Washington un mensaje anticatarí procedente de Riad y de los EAU.
Papel de Estados Unidos
Los documentos filtrados revelan que el bloque liderado por los saudíes está preocupado por la influencia conseguida por Catar al albergar la enorme base aérea estadounidense de al-Udeid.
Precisamente por esta razón, EEUU, la potencia imperial global, no tiene interés en una disputa entre unos Estados a los que considera sus vasallos.
El secretario de Estado Rex Tillerson destacó la importancia de los lazos estadounidenses con todos los Estados implicados y se ofreció a mediar, instando a los gobernantes feudales a “permanecer unidos”.
El ejército estadounidense elogió a Catar por su “duradero compromiso con la seguridad regional” y afirmó “no tener planes para cambiar nuestra postura hacia Catar”.
Catar ha valorado estos mensajes como señales del firme apoyo de EEUU, aunque, como siempre, Trump se dio prisa en poner todo rápidamente en duda.
“Durante mi reciente viaje a Oriente Medio afirmé que ya no se puede seguir financiando la Ideología Radical. Los dirigentes señalaron a Catar: ¡mire ahí!”, tuiteaba Trump el martes, pareciendo endosar directamente la campaña dirigida por los saudíes contra Doha.
“Es estupendo ver que la visita a Arabia Saudí, con el rey y 50 países, está ya dando frutos”, añadió. “Dijeron que aplicarían mano dura a la financiación del extremismo y todas las referencias señalaban a Catar”.
“Quizá sea este el principio del fin del horror del terrorismo”, afirmó el presidente. Lo más probable es que Trump esté derramando gasolina sobre una reunión que ya está en llamas.
Un objetivo que siempre ha tenido Israel ha sido el de dividir a las potencias árabes y lanzarlas unas contra otras, “dejad que se maten entre ellos, que se desangren”, como dice la doctrina oficial israelí sobre Siria.
Suceda lo que suceda a continuación, Israel proseguirá sacando beneficios del caos y de unas divisiones que sólo sirven para fortalecer sus planes.
Alí Abunimah es cofundador de The Electronic Intifada y autor de The Battle for Justice in Palestine, publicado por Haymarket Books. También ha escrito One Country: A Bold-Proposal to End the Israeli-Palestinian Impasse .
Fuente: https://electronicintifada.net/blogs/ali-abunimah/israel-backs-saudi-arabia-confrontation-qatar
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