José Alberto Itzigsohn*
Las negociaciones de Paz entre Israel y la Entidad Autónoma Palestina, han llegado a un punto de estancamiento.
Las presiones de los Estados Unidos, y diversos países europeos y árabes para que dichas negociaciones se reanuden, no han dado resultado hasta hoy. La meta alcanzable, la constitución de dos estados paralelos, uno palestino y el otro israelí, dentro de las fronteras previas a la guerra de los seis días de 1977, con modificaciones aceptadas por los negociadores, se estrella contra la obstinación de factores israelíes y palestinos. No pretendo describir el prolongado e ineficaz statu quo, con su retroalimentación a lo largo del tiempo.
Israel, una mayoría judía de seis millones trescientos mil, más una población de religión indefinida pero que de hecho son israelíes, de 300.000 y una minoría árabe y otras minorías que suman en conjunto 1.750.000. La estructura política de Israel puede sufrir cambios en el sentido de una democracia más abarcativa y es de esperar que así sea, pero Israel es un hecho consumado que solo podría ser destruido al costo de una tercera guerra mundial.
La Autonomía Palestina representa a una población de dos millones y medio a la que habría que sumar los habitantes de la franja de Gaza, bajo el dominio del movimiento islamista Hamas, que llega a un millón y medio.
En total , tenemos dentro de las fronteras de la Palestina histórica, que en hebreo se llama Eretz Israel (Tierra de Israel) seis millones seiscientos mil judíos o personas cercanas al pueblo judío y cinco millones setecientos cincuenta mil árabes y otras minorías, dentro de los cuales un millón seiscientos cincuenta mil son ciudadanos israelíes y tienen derechos cívicos plenos y el resto, unos cuatro millones, divididos entre los habitantes de la franja de Gaza y los habitantes de Cisjordania, que tienen derechos cívicos limitados, ya sea por la ocupación militar israelí o por el dominio del Hamas. Dejo por momento de lado a la población árabe desplazada de Palestina en las guerras de 1948 y sus descendientes en diversos países, que suman varios millones y las minorías israelíes, no aludo aquí a las minorías judías en general, que suman unos siete millones, sino específicamente a ciudadanos israelíes en el exterior. Todos esos grupos tienen intereses, muchos de ellos contradictorios, en la situación de Israel.
Dado que Israel no puede ser destruido y la población árabe de Cisjordania y Gaza no puede ser expulsada , salvo a costa de un guerra mundial y la situación actual no puede persistir por mucho tiempo, es urgente hallar una solución.
Una de las soluciones propuestas es la constitución de un estado para todos sus habitantes, otra es la de dos estados paralelos con diversos grados de ligazón, en materia de seguridad, en cooperación económica, etc. Formalmente parecería que la situación ideal sería la constitución de un solo país para todos sus habitantes, pero hay de por medio el deseo de los judíos de tener un país propio que pueda brindarles seguridad y el deseo palestino de crear un país con mayoría árabe, donde eventualmente pudieran regresar los refugiados y sus descendientes. Un país así es en este momento muy difícil de constituir y hay que tomar en cuenta la hostilidad reinante en sectores de ambos pueblos como consecuencia de un conflicto que lleva ya más de cien años. De aqui que lo más viable es una nueva partición en dos países independientes y por el resto, el futuro dirá.
Veremos cuáles son los obstáculos. El primero y principal es que hay sectores muy importantes en ambas poblaciones que no quieren una nueva partición, sino un país dominado enteramente por los judíos o un país dominado enteramente por los árabes, en ambos casos con partidarios de la limpieza étnica de los antagonistas. Lo esencial para comprender la posición judía es que estos quieren vivir en seguridad después de las experiencias terribles de los siglos pasados y los árabes quieren vivir como el resto de las poblaciones árabes de la zona y ser dueños de su propio destino, peo hay minorías judías y árabes que pretenden más .La minoría judía a la que aludo está constituida por fuerzas nacionalistas y los nacionalistas religiosos mesiánicos.
Los nacionalistas están preocupados sobre todo por razones de seguridad y por tener fronteras defendibles, los nacionalistas mesiánicos piensan que estamos viviendo la época del advenimiento del Mesías y que por ello debe ocuparse la totalidad del país. En esa corriente está incluida la mayoría de los colonos judíos de la Cisjordania.
Entre los árabes cunden las corrientes islamistas que quieren imponer la ley religiosa musulmana a toda Palestina y en algunos casos a toda la región y a otros países.
En relación a Israel esgrimen la defensa de la mezquita del Akasas en Jerusalén, que es un sitio sagrado para el Islam y acusan al gobierno israelí de querer destruirla para reedificar al templo hebreo destruido por los romanos, aunque algunos niegan que ese templo haya existido en el pasado.
Hasta donde llega mi conocimiento, no existen grupos responsables en el gobierno israelí que deseen destruir dicha mezquita, conscientes de la terrible guerra religiosa que este hecho pudiera desencadenar, pero hay algunos grupos que insisten en orar en la zona de la misma, y sueñan con la reconstrucción del templo y en lo que llaman La Jerusalén reconstruida, dando pábulo a dichos temores .Esos grupos son minoritarios, pero la conjunción de factores políticos hace que las corrientes nacionalistas mesiánicas sean un factor indispensable para la estabilidad del actual gobierno israelí y las corrientes islamistas predominan en Gaza y tienen mucha fuerza en el resto de la población árabe palestina, Ninguno de los gobernantes puede o quiere enfrentarse a esas corrientes, dentro de sus respectivos pueblos
El resultado de esta situación es el estallido esporádico de la violencia. La última forma es el ataque de adolescentes árabes con cuchillos contra israelíes, ya sean civiles o militares y una represión violenta. Probablemente este tipo de rebelión será aplastada pero surgirán otras y la propaganda antisraelí se hace cada vez más virulenta, con un contenido religioso islamista extremo. El temor a las corrientes islamistas extremas se acrecienta en Israel por los ataques llevados a cabo en Paris y en otros lugares que son aprovechados por quienes se escudan en sus posiciones señalando los eventuales riesgos de la paz.
Otro motivo que se agrega a la urgencia de la paz es la situación caótica de la región, donde la rebelión contra los restos del dominio colonial, por ejemplo la anulación de fronteras coloniales arbitraria, toma la forma de corrientes religiosas extremas y la constitución de movimientos con formas políticas arcaicas, como el califato (Isis). La guerra civil en Siria, con sus consecuencias apocalípticas, entre ellas millones de refugiados y la intervención de fuerzas extranjeras, europeas, norteamericanas, rusas, francesas, británicas, turcas e iraníes en esos conflictos, que pueden llegar a involucrar en un momento a israelíes y palestinos. En una situación de estas características, es preciso apagar todo foco de incendio, allí donde sea posible
*José Alberto Itzigsohn, psicoanalista, residente en Israel desde hace algunas décadas.
Jerusalén.
Diciembre del 2015