En el capitalismo, en toda su historia, desde su imposición como sistema económico dominante, las crisis son una forma de resolución de sus contradicciones internas, de profundización de su hegemonía y de aceleración de la centralización y concentración del capital a escala de las naciones y en el mundo.
No se puede analizar la actual crisis de nuestro país sin tener en cuenta la enorme influencia en la construcción y desarrollo de la misma que ha tenido y tienen las acciones y las políticas que sobre el país (políticas que se extienden a todo el continente) están desarrollando los centros de poder capitalista, especialmente (aunque disputen entre sí) el imperialismo norteamericano y la Unión Europea.
El imperialismo actúa sobre nuestros países no solo desde el exterior, con sus herramientas financieras, económicas y militares, políticas, ideológicas y culturales, sino también y al mismo tiempo con sus alianzas internas con las burguesías.
La asunción del macrismo al gobierno nacional con el voto mayoritario de la población fue un triunfo de significación mucho más compleja, importante y peligrosa que las anteriores políticas imperiales de los golpes de estado para garantizar su dominio.
La actual crisis de un capitalismo hegemonizado por el capital financiero, sus logros internacionales en la globalización, en la imposición de su cultura neoliberal, su necesidad de concentración y apoderamiento de los mercados para garantizar la multiplicación de su ganancias, no dejan ya el mínimo espacio para el desarrollo de los países dependientes.
El macrismo, como expresión política de esos intereses antinacionales y antipopulares, ascendió al gobierno con un plan para reconvertir de manera absoluta toda la economía de nuestro país, limitarla a la provisión de materias primas, apoderarse de sus riquezas naturales (mineras, energéticas, el agua, etc), estrechando al mínimo posible cualquier desarrollo industrial, concentrando en sus manos las finanzas y dejando solo un pequeño espacio para los servicios que aseguren el desarrollo de esa política.
Para ello, se plantea terminar definitivamente con la “injerencia” del Estado en la economía, en la propiedad del suelo, de las empresas y bancos, en el comercio nacional e internacional. Un Estado chico, que no interfiera con impuestos la “libertad de trabajo y comercio” que abandone o minimice toda medida y participación en la educación, la salud, la asistencia social, etc.
Sin partir de estos presupuestos cualquier análisis de la actual crisis es para ocultar políticas y responsables de la misma. La economía es una ciencia y no un fenómeno meteorológico, en estas crisis hay perjudicados ( siempre, los trabajadores y otros sectores populares) y hay quienes se enriquecen ( en este caso los grupos financieros, los exportadores y la gran burguesía agraria ), las riquezas creadas no se evaporan o desaparecen, se transfieren, de un sector inmensamente mayoritario de la sociedad a un pequeño puñado de capitalistas.
El objetivo del imperialismo y sus socios nativos limita la “democracia” posible, a la convocatoria cada dos o cuatro años a elecciones condicionadas para impedir cualquier retorno al “populismo” o a un proceso revolucionario.
Por eso, para avanzar en el camino de superación de una crisis, como la que estamos viviendo hoy en la Argentina, hay que construir la necesaria e imprescindible voluntad de producir transformaciones de fondo en la estructura económica del país.
Lejos de debilitar el Estado hay que fortalecerlo como herramienta política para esos cambios. Un Estado mucho más democrático que, a través de sus organizaciones políticas, sindicales, sociales, estudiantiles, de jubilados, de pequeñas y medianas empresa de la Ciudad y el campo pueda elaborar, discutir y controlar las decisiones y el programa que se construya.
Un Estado que hegemonice claramente el sistema financiero, que concentre el comercio internacional y las divisas internacionales , que determine que se exporta y que se importa priorizando el desarrollo autónomo industrial y energético del país, que defienda la moneda nacional como elemento vital de comercio y ahorro, de soberanía .
Que ponga la tierra en manos de millones de argentinos que la produzcan, terminando con la concentración y extranjerización. Que nacionalice los recursos mineros y energéticos. Que termine con la concentración en pocas manos del comercio.
Un Estado que asegure el acceso a la educación pública para garantizar su rol esencial en el desarrollo cultural y económico. Que priorice la salud pública de toda la población.
Para todo ello y otras cuestiones que harían mucho más extensa esta reflexión, en el programa de un gobierno nacional, popular y antimperialista es imprescindible la convocatoria inmediata a una Asamblea Nacional Constituyente que permita construir las herramientas legales para el desarrollo del programa económico y social, que siente las bases de una democracia de nuevo tipo, que facilite una modificación sustancial de la Justicia argentina, una justicia casi medioeval y defensora de los intereses de las clases dominantes, que democratice los medios de comunicación y termine con la concentración de los mismos en manos de esos sectores.
El sistema capitalista nunca juega todas sus fichas a una sola carta. Aunque Macri y sus Ceos sean sus más fieles representantes, el imperialismo y las clases dominantes en los momentos de crisis política siempre intentarán tener a mano una “salida”, con falsas alternativas que sea garantía de continuidad para el desarrollo de sus objetivos de fondo.
Ante el creciente desprestigio del macrismo, de sus dificultades políticas, con la rebelión social que crece, ya aparecen calentando los músculos en el banco de suplentes distintas opciones de recambio. Algunas dentro del propio gobierno, para preservarlo hasta el 2019, por ello se habla de posibles modificaciones del gabinete, reemplazando a sus figuras más impresentables por otras que, incluso lejos de modificar sus políticas, plantean ir a fondo y más rápido en el ajuste. Melconian o alguno parecido en Economía, algún aliado peronista para negociar mejor con la oposición y cierta dirigencia sindical, etc.
A la vez, aunque queden muchos meses para las elecciones del 2019 y por la dudas que la crisis se lleve puesto al propio Macri, la alternativa de elecciones anticipadas y la construcción para las mismas, o directamente para el 2019, de una opción de derecha “populista”, con los facilitadores de la “gobernabilidad” como Massa, Duhalde, Pichetto , algunos gobernadores del PJ, con Lavagna como candidato presidencial presentándolo, para los que tengan escasa memoria, como el verdadero salvador de la patria en la crisis del 2001. Opción que seguramente contaría con el beneplácito de los actuales dirigentes de la CGT . Y si algo faltaba la reaparición de Menem (Que nadie se sorprenda si en el próximo spot publicitario aparezca junto a Domingo Cavallo.)
Queda en el mazo todavía otra carta, la de la emergencia nacional y la salida “institucional” con un acuerdo legislativo para un gobierno de “salvación nacional” con el mismo elenco y Lorenzetti presidente. Movida que tiene relación con el actual “juicio de la fotocopias” en manos de Bonadio que, si avanza con la detención y proscripción de CFK e incorpora a la familia presidencial podría gritar “bingo” para enterrar a la “política corrupta” y abrirle camino a los sueños del Presidente de la Corte. Algo parecido a lo que hoy sucede en Brasil.
Por supuesto que todas estas opciones de construir salidas falsas a la crisis no son de éxito asegurado. Ninguna de ellas contaría hoy con el necesario y masivo apoyo popular, aunque puedan conseguir en algunos casos la adhesión “para impedir el regreso al pasado” (léase kirchnerismo) de los sectores más consustanciados con el macrismo, recalcitrantes enemigos de cualquier proyecto que incluya al pueblo trabajador y que logren confundir a sectores populares a los que intentarían atraer atrás de una sigla o discurso como el que utilizó el menemismo en su momento .
La situación amerita que las fuerzas políticas, gremiales y sociales del campo popular, que están impulsando la resistencia a los planes y medidas del gobierno de Macri y sus Ceos avancen más decididamente y con el mayor criterio de unidad amplia y contenido profundo en la construcción de un centro coordinador de todas las luchas y en una alternativa de gobierno, cualquiera sea la situación que el desarrollo de la crisis plantee, sin poner todas las expectativas en las elecciones del 2019.
Las crisis económicas siempre tienen una resolución. Para simplificarlo : por derecha o por izquierda. Para profundizar la entrega, la dependencia, la explotación y el hambre o para dar inicio a una perspectiva de liberación nacional y social.
Nosotros, como pueblo, tenemos la decisión.
Alberto “Cacho” Rodríguez